Leo Messi quiere a los mejores. Una petición lógica cuando viene del mejor del mundo y de la que depende que el Barça consiga la mayor cantidad de títulos posibles. La plantilla azulgrana es una de las mejor valoradas del planeta --supera los 1.000 millones de euros-- pero dentro de tanto nombre, calidad y currículum se vive con preocupación la evolución de uno de sus jugadores.
El caso Dembelé está vivo y presente entre los azulgrana y la paciencia se agota por instantes. Con el parón de selecciones de por medio como excusa perfecta para dar tregua al francés, los pesos pesados del equipo, la directiva y el barcelonismo analizarán con lupa, a partir de ahora, cada movimiento del Mosquito fuera y dentro de los terrenos de juego.
La desconfianza del capitán
Cuando Dembelé aterrizó en el Camp Nou como el jugador más caro de la historia, hasta aquel entonces, Messi acogió a la futura promesa como uno más. Iniesta ejerció de capitán y el vestuario ayudó al jugador a adaptarse a la nueva liga, ciudad y metodología. Un proceso que se vio frustrado por las lesiones en su primer curso como azulgrana.
Coutinho, Messi y Dembelé celebran el gol del galo con el Barça en Anoeta / EFE
Con un año de experiencia y un inicio de liga bueno, el francés fue apagando su llama y a Leo se le fue acabando la paciencia. La secretaría deportiva del club busca nuevos arietes para acompañar al 10 visto que hasta la fecha Dembelé no ha demostrado estar a la altura. Ni técnica, ni profesional.
Visto para sentencia
Tampoco juega a su favor la falta de conexión y entendimiento que tiene con el argentino, así como con otros pesos pesados del vestuario como Luis Suárez, Sergi Roberto o Jordi Alba. Messi quiere un equipo ganador y todo apunta a que la mejor opción sería una venta para traer a otro jugador que sí pueda aportar la calidad y experiencia suficiente para cumplir los objetivos: ganar el triplete, desencallar los partidos atascados y poder dar descanso al tridente de ataque --Messi, Suárez, Coutinho-- sin que se note su ausencia.
Una foto de archivo de Antoine Griezmann / EFE
Y es que tras los primeros meses de Dembelé como azulgrana, Messi no lo vio claro. Volvió a exigir a la directiva el fichaje de Coutinho, frustrado ese mismo verano, pero que finalmente se oficializó en el mercado de invierno. Sin Coutinho en la Champions, el Barça cayó en Roma y el capitán volvió a exigir un relevo de garantías. Antoine Griezmann fue el elegido, pero el no definitivo del francés frustró una operación redonda.
Mbappé y Neymar, los deseados
Dos fichajes que fueron petición expresa del argentino y que la junta directiva solo pudo complacer con uno. Ahora, visto lo visto, es momento de volver a escuchar al capitán fuera del terreno de juego. Dembelé puede llegar a ser, si él quiere, un gran delantero, pero actualmente no tiene la calidad ni el carácter para asumir el rol que se exige en el Barça y por tanto el club debe encontrar a un ariete que sí ofrezca esas garantías a Messi.
La realidad es que desde el vestuario muchos todavía piden el regreso de Neymar, pese a su imperdonable traición. Su buena relación con todos y su incuestionable talento hace que los pesos pesados apuesten por su regreso. Aunque el preferido en el club no es otro que su compañero francés del PSG, Kylian Mbappé. El jugador más cotizado en el mercado, un talento espectacular que podría jugar perfectamente por banda y, cuando Luis Suárez se retire, ocupar su lugar en el eje del ataque. Dos operaciones casi imposibles en lo económico que obligan a Abidal y compañía a abrir nuevas vías. Pero no se descartan al cien por ciento.