Ernesto Valverde sorprendió a Europa. Volvió a dar una oportunidad a Ousmane Dembelé en el once titular. Rafinha dejó de ocupar el vacío de Leo Messi, que se quedó en la grada desconvocado, y dio paso al Mosquito para aprovechar su velocidad a la espalda frente a un Inter de Milán que se preveía ofensivo, y que así fue.
Dembelé mejoró. Recordó al francés de inicio de temporada, pero acusó la falta de confianza. Propia y de algunos de sus compañeros. Defensivamente estuvo como siempre, lento e ineficaz. Perdió balones por exceso de regates y la recuperación de balón en transición ataque-defensa fue inexistente. De hecho, no recuperó ningún balón de los que él mismo perdió. Se le vio en la banda de Sergi Roberto en defensa en dos ocasiones, pero al trote Perisic se lo miró con estupor.
Una foto de Dembelé contra la Cultural Leonesa / EFE
Una faceta que casi se da por perdida, pero que maquilló con su presencia en ataque. Se asoció con Luis Suárez, cuando pudo y quiso, y probó fortuna desde media distancia con Handanovic. Un disparo centrado con la zurda al inicio del partido y otro en la segunda parte cerraron sus tiros a puerta en los que se topó siempre con el esloveno.
Sin éxito
Más allá de su partido, que se vio eclipsado por la entrada y el gol de Malcom a los 115 segundos de pisar el césped, Dembelé fue muy cuestionado. El equipo firmó un partido muy completo, incluido el 11, pero parece ser que el extremo ha quemado los cartuchos de la paciencia con algunos de sus compañeros.
Luis Suárez, líder del equipo sin Messi, se desesperó. Esta vez sin motivos, pero mantuvo su discurso no verbal sobre el joven francés. Cada decisión de Dembelé fue cuestionada por el 9. Cuando chutó, porque chutó, cuando la dio al espacio, Suárez la pedía al pie y cuando la dio al pie el uruguayo señaló el pase al espacio. La conexión no aparece.
Desconfianza generalizada
Una desconfianza que se vio patente en el contraataque que erró finalmente Rakitic. El uruguayo condujo el balón y tras fijar al central cedió el balón al croata. Fue la opción más clara y la correcta, pero Dembelé corría por la izquierda y el uruguayo ni lo miró.
Luis Suárez se lamenta en un partido de Champions / EFE
También Sergi Roberto se desesperó en algunos momentos, especialmente en ataque, cuando el de Reus mantuvo la carrera al desmarque y el francés retuvo en exceso el balón. El 20 también evitó asociarse con el francés y el mismo guión siguió Coutinho. Consciente o inconscientemente, algunos jugadores encontraron mejores opciones –más forzadas o no— que Dembelé. Una evidencia que también se hicieron eco las redes sociales. El Mosquito mejoró, pero parece tener mayor influencia en el juego como revulsivo.
Demasiado evidente
Lo que se vio en el Giuseppe Meazza y en las pantallas de millones de aficionados azulgrana no tardó en trasladarse a las redes sociales. El debate volvió a centrarse en Dembelé y en menor tono en Coutinho, pero muchos aficionados vieron con incredulidad la situación en el verde.
Una situación que tampoco gustó a todo el barcelonismo.
Todo apunta a que el francés deberá esforzarse el doble para recuperar su mejor versión y la confianza en sus compañeros. Una carga más para el joven extremo.