El Barça se juega la clasificación a octavos de final este martes frente al Inter de Milán en San Siro a falta de tres jornadas por concluir la fase de grupos de la Champions League. Momento dulce para un equipo que no conoce la derrota desde hace siete jornadas, cinco de las cuáles ha jugado sin su máxima estrella, Leo Messi.
Los azulgrana han recuperado su espíritu ganador y colectivo ante la ausencia del 10 azulgrana y Luis Suárez y compañía han heredado la responsabilidad goleadora del equipo. Goleadas y remontadas caracterizan a un equipo que quiere mantener la buena racha en tierras italianas.
Aun así, más allá de la victoria y del posible retorno de Messi al verde, el equipo tiene otra asignatura pendiente que preocupa a Ernesto Valverde y al vestuario; la fragilidad defensiva. El Barça no es un coladero, pero la falta de contundencia en la zaga señala a una línea que la temporada pasada apenas sufrió las acometidas de los rivales y que evitó situaciones complicadas a Ter Stegen. Meses después, el alemán es uno de los salvadores del equipo con sus actuaciones y necesita más de sus compañeros en defensa.
Asumir responsabilidades
En esa misión, el portero alemán y Gerard Piqué se erigen como los señalados para cambiar la dinámica del equipo. El potencial ofensivo reluce, pero el siguiente paso es poner un cerrojo definitivo a la portería que defiende en Europa y en el campeonato doméstico el 1 azulgrana.
Ter Stegen detiene un disparo frente al Leganés / EFE
Ambos son jugadores indiscutibles en el esquema del Txingurri, pero los fallos en defensa condenan y ponen en apuros al colectivo. La estadística en Champions es esperanzadora, pero en Liga las cifras son escandalosas. Ter Stegen lleva nueve partidos, de once, encajando goles. Un total de 14 goles en 11 jornadas que dan una media de goles en contra de 1,27 por partido. El alemán cumple con creces y Piqué ha recuperado su mejor versión tras su mal inicio de temporada, pero el equipo necesita más.
La defensa azulgrana sufre como no hacía años. Desde la temporada 2000-2001, cuando la media fue de 1,5 goles en contra por partido, el equipo no había encajado tantos goles. De hecho, la temporada pasada —la primera de Valverde como técnico azulgrana— el Barça destacó por su eficacia defensiva. Perdió el potencial ofensivo con la salida de Neymar, pero esa marcha aseguró el trabajo defensivo con y sin balón para un equipo que cambió del legendario 4-3-3 al 4-4-2. De hecho, la temporada pasada en las primeras 29 jornadas, el cuadro azulgrana recibió 16 goles en contra: 0,55 de media. Una media que no pudo mantener en el cierre de LaLiga: 13 dianas encajadas en nueve duelos (1,44). Una dinámica que continúa esta temporada.
Conscientes de ello
Todos los jugadores son conscientes de que esa es la asignatura a mejorar. Valverde ha quitado hierro al asunto en varias ocasiones, mientras que otros jugadores han sido más contundentes. Leo Messi se hizo eco de la situación defensiva del conjunto tras el empate frente al Athletic Club y el anterior empate contra el Girona. “No puede ser que recibamos goles en todos los partidos, a la mínima nos hacen gol, somos conscientes de eso, tenemos que mejorar". Algo que atambién reconoció Valverde: "¿Fragilidad en defensa?”, tenemos que buscar el equilibrio". Un discurso que mantuvo tras los goles encajados en Vallecas este sábado. "Mientras metamos tres goles no estamos mal, a todos nos gustaría mantener la portería a cero".
Y es que tan solo en cinco encuentro el Barça se ha ido con la portería a cero, y solo dos han sido en el campeonato doméstico. La mejora en defensa es patente en el terreno de juego, pero los rivales continúan necesitando muy poco para poner en apuros, o incluso ponerse por delante del marcador, a un Barça entregado en ataque. Coutinho y Dembelé no suman en defensa y apenas recuperan balones y son dos de los señalados en esa faceta colectiva. El francés perdió 11 balones y recuperó dos en 38 minutos frente al Rayo Vallecano mientras que Coutinho perdió 13 y recuperó dos en 67 minutos.
Ousmane Dembelé disputa un balón en el partido que enfrentó al Barça contra el Valladolid / EFE
Ter Stegen y Piqué tienen trabajo por doble partida. Cumplir con sus obligaciones defensivas y alentar a un equipo que necesita defender desde los arietes. La estadística juega en contra y no se puede vivir de los goles a favor. El Barça necesita tranquilidad atrás.