Empate in extremis. El Barça dio un recital de fútbol frente al Inter de Milán, pero ni así pudo sentenciar su pase a octavos de final de la Champions League tras el gol de Mauro Icardi en la única y primera ocasión clara de todo el partido (1-1). El rosarino ni se le vio en el verde y Piqué colapsó al capitán de un Inter que empezó a jugar y a creer en el segundo tiempo. El Barça activó el modo apisonadora y solo le frenó la falta de acierto a portería.
Empezó el Barça con su juego habitual de toque y posesión y enloqueció a un Inter que apenas tuvo el balón, pero que llegó al área azulgrana con muy poco. Icardi dio el susto en el minuto 2, pero la ocasión del rosarino quedó en un susto tras estar en fuera de juego.
Sería el primer aviso claro de los italianos y casi el último de los primeros 45 minutos. El Barça se hizo dueño del partido y echó toda la leña al fuego. Sergi Roberto fue un puñal por la banda derecha y Suárez volvió a echarse al equipo a la espalda con la colaboración de Coutinho, mucho mas activo y participativo que de costumbre. La primera parte fue un monólogo y los azulgrana lo intentaron de todas las formas. Entre líneas, por las bandas y con un Suárez en corto para descargar a las bandas, pero ni así consiguieron perforar la portería de Handanovic.
Una foto de Luis Suárez durante el partido frente al Inter de Milán / EFE
El Inter se vino a bajó y evidenció sus carencias y el Barça se aprovechó, como hizo en el Camp Nou, aunque sin la misma fortuna. Todos los disparos se toparon con las manos del cancerbero esloveno, que tampoco tuvo que emplearse a fondo con balones que fueron al cuerpo o poco ajustados. El Meazza se encogió por momentos y el gol era cuestión de minutos, pero el Barça pagó en exceso la falta de puntería. Ni los disparos de media distancia de Rakitic, Dembelé o Coutinho tuvieron recompensa.
Partido roto
Los últimos 15 minutos acabaron siendo un corre calles. Idas y vueltas que dieron confianza al Barça y evidenciaron la superioridad de los azulgrana en la medular. La situación acabó beneficiando a un Inter que continuó en esa tónica una vez iniciada la segunda parte. Con el preludio del primer tiempo y Spalleti desquiciado en la banda por la falta de continuidad en el juego de los italianos, sometidos en todo momento a una presión asfixiante y efectiva de los azulgrana, los neroazurri cambiaron el guión del partido.
Dejaron en el vestuario el miedo y los complejos y recuperaron su versión Calcio --con la que han conseguido colarse en el segundo puesto-- en volandas por una afición que no cesó de animar un minuto.
Jarro de agua fría
El encuentro se puso donde quería el Inter. El Barça fue superior en la medular. Arthur, Busquets y Rakitic recuperaron infinidad de balones para evitar las contras de los milaneses, pero tuvieron en su botas –y Politano en su cabeza en el 65— la ocasión más clara hasta ese momento para replicar la ocasión errada por Rakitic minutos antes.
Cuando peor estaba el Barça, cansado de asediar la portería contraria sin resultado, llegó el salvador del partido. Entró Arturo Vidal por Arthur y seguidamente Malcom por Dembelé. Dos minutos le bastaron al brasileño para dejar su huella en el partido. Recuperó Coutinho un balón dividido y cedió el balón al 14 que encaró para definir con la zurda y batir a Handanovic. Ni él se lo creía con las manos en la cara para evitar enseñar las lágrimas. Las mismas lágrimas de la afición del Inter que minutos más tarde se convirtieron en llantos de alegría.
Icardi controla un balón ante Coutinho y Lenglet en el Inter-Barça / EFE
En el único balón que tocó en todo el partido Icardi sirvió al argentino para poner las tablas en el marcador y premiar el trabajo de su equipo en el segundo tiempo. El mal despeje de Busquets y la excesiva prudencia de Sergi Roberto permitieron al 9 girarse y colar el balón entre las piernas de Ter Stegen.
Otro partido más, y ya van diez consecutivos, en que el alemán no puede dejar su portería a cero pese a que esta vez no tuvo que esmerarse en exceso. Otro error defensivo que condena al equipo que mereció más. El Barça recuperó la excelencia futbolística, sin su máxima estrella que finalmente se quedó en la grada, pero no mató un partido que bailó a su son.
Coutinho y Dembelé, bajo el foco
Brasileño y francés respondieron a la confianza de Valverde. Coutinho fue el socio perfecto de Suárez durante todo el encuentro y dejó en su antiguo estadio destellos de su indudable calidad. Cuando más cuestionado estaba, dada su intermitencia en los últimos partidos, cargó la batería y la mente de jugadas de ensueño. Buscó el gol incesantemente, pero no tuvo recompensa.
También mejoró Dembelé. Su velocidad fue un dolor de cabeza para Asamoah, pero volvió a errar en las decisiones más sencillas. Eso sí, no se escondió. Bajó a recibir, mejoró puso carácter en el uno contra uno y tuvo la personalidad suficiente para disparar cuando lo creyó oportuno. Mejoró su actuación , pero aún queda mucho por hacer. El cambio del Txingurri surgió efecto inmediato. El brasileño, sin apenas oportunidades, debutó en Champions tras ganarle la partida a Munir en la convocatoria y se estrenó con gol en apenas dos minutos.
Un partido para analizar en frío a partir de mañana. El Barça volvió a ser superior frente a un grande, pero la sequía de Suárez en Champions y la mala fortuna frustraron un encuentro digno de goleada. El Barça está clasificado, aunque deberá vencer al Tottenham en el Camp Nou para asegurarse la primera plaza. Aún hay suspense en el grupo B.