Alcohol, tabaco y agresividad: Nainggolan, el 'tiburón' que muestra los dientes al Barça
El extravagante futbolista del Inter centra todas las miradas en el duelo de Champions
6 noviembre, 2018 14:04Rebelde. Irreverente. Contradictorio. Así es Radja Nainggolan, el extravagante centrocampista del Inter de Milán que más preocupa en can Barça.
Nainggolan es un futbolista agresivo, tatuado de pies a cabeza, aunque ya no luce la cresta que remataba el aspecto fiero que le ha valido apodos como El Ninja o Tiburón. Nacido en Amberes, pero de raíces indonesias, el futbolista se vio obligado a convivir con el demonio desde pequeño.
Su padre abandonó a la familia cuando Radja tenía cinco años. Fue su madre quien se hizo cargo de sacar adelante a la numerosa familia -cinco hermanos, tres de ellos hermanastros-, así como de sufragar las deudas contraídas por su marido.
“Vivíamos en un hogar social. Mi madre trabajaba 10 horas al día. Comíamos lo mismo al menos tres veces por semana y podíamos pasarnos un mes sin electricidad. Cuando fui a jugar a fútbol a Italia (con 16 años), ganaba 1.400 euros y 500 se los enviaba a mi madre. Hace cuatro años fui a Indonesia. Quería perdonar a mi padre. Darle otra oportunidad. Pero me dio la espalda. Y me pidió dinero”, explicó Radja en una entrevista a la cadena belga VTM.
Forjado en el 'Calcio'
Nainggolan ha desarrollado la totalidad de su carrera profesional en Italia. Empezó en el Piacenza, equipo de la segunda división italiana, en el que se curtió en las categorías inferiores. Posteriormente pasó al Cagliari, ya en la Serie A, donde se labró un nombre. De allí paso a la Roma, el club que le permitió saltar a la fama. Radja es historia viva del equipo giallorossa. Y viejo conocido del Barça.
Foto de archivo de Radja Nainggolan, jugador del Inter de Milán / EFE
El centrocampista belga fue protagonista la temporada pasada de la gloriosa remontada de la Roma sobre el FC Barcelona de Ernesto Valverde. Los azulgrana habían ganado por 4-1 en el Camp Nou, pero la Roma levantó la eliminatoria de cuartos de final de la Champions con un contundente 3-0 en el Olímpico. Fue una de las noches más oscuras del conjunto culé. “La prensa española nos subestimó”, sentenció Nainggolan.
Hijo de Caín
Nainggolan nunca ha ocultado sus contradicciones, como su adicción al tabaco o su gusto por la bebida. En las concentraciones con la selección de Bélgica se alojaba en habitaciones con balcón para poder fumar en paz. Sin embargo, Robert Martínez rechazó convocarlo para el pasado Mundial de Rusia, lo que conllevó ciertas críticas en el país. El buen resultado de la selección, sin embargo, dio la razón al seleccionador.
“Es fácil hablar mal de alguien. Siempre he dicho que cuando ya no puedo hacer frente físicamente a mi estilo de vida, dejaré de jugar a fútbol. Vivo para que cada día sea el mejor”, afirmó Radja. Pero los impulsos incontrolados le han costado más de un disgusto al futbolista, como en el pasado Año Nuevo, cuando él mismo se grabó visiblemente ebrio y con un cigarro en la boca.
Nainggolan aparece fumando
“Tengo muchos tatuajes. Fumo y bebo ocasionalmente. Y cometí errores. El día de Año Nuevo, por ejemplo, no fue inteligente grabarme en ese estado. Pero quiero vivir como un hombre normal. El fútbol sigue siendo mi afición, pero no una obsesión”, explicó en una entrevista al diario belga HLN.
La piel que habito
Nainggolan ha hecho de su cuerpo un retablo lleno de dibujos y mensajes dedicados a su hermana gemela, Riana, y a su madre, Lizy, fallecida en 2010. La espalda la tiene completamente dedicada a su madre, con una cruz gigante de madera con alas, y debajo la fecha de nacimiento y muerte de Lizy.
En la parte delantera del cuerpo tiene una larga serpiente que le recorre todo el torso. Entre medias tiene tatuadas las máximas que rigen su vida: “Vive sin fingir”, “Ama sin depender”, “Escucha sin defender”, “Habla sin ofender”. Encima de la serpiente escribe: “Una vida, un deseo”. Todo esto rodeado de olas, flores y espirales de tinta negra.
Nainggolan afirma que solo quiere jugar a fútbol hasta los 33 años, tal vez un poco más si las lesiones lo respetan. Ahora tiene 30. Pero tiene muy clara una cosa, y es que no seguirá vinculado al mundo del deporte: “Ni siquiera quiero quedarme en el fútbol. No es nada para mí. Hay demasiadas personas falsas alrededor. Quiero gente honesta”, confiesa.