El peor enemigo del Barcelona es el propio Barcelona. Lo viene advirtiendo Ernesto Valverde desde hace semanas pero, pese a los avisos, no fue capaz de conseguir que el mensaje calase hondo en Vallecas a sus jugadores, nuevamente relajados tras una semana frenética.
El Barça de hoy se crece ante los rivales más feroces y languidece ante equipos muy inferiores, sobre todo en lo económico (el límite salarial del Barça es 600 millones superior al del Rayo: 633 a 33). No son tan inferiores en ambición, lo que por momentos faltó a los azulgrana.
Sin embargo, mientras hay vida hay esperanza y comandados por un infatigable Luis Suárez, los azulgrana lograron voltear un partido que se puso muy pero que muy feo para seguir gobernando la Liga con puño de hierro (2-3). En cuestión de cinco minutos, Dembelé y el uruguayo obraron el milagro.
Con el once de gala en ausencia de Messi, Valverde demostró tomarse en serio el duelo. No titubeó el extremeño y para enfrentarse al Rayo Vallecano eludió asumir cualquier tipo de riesgo. Los mismos que tumbaron al Inter y arrollaron al Real Madrid fueron los elegidos para pelear en el Estadio de Vallecas.
Luis Suárez toma el mando
La batalla, menos violenta a la que protagonizaron los Boixos Nois contra los Bukaneros durante la mañana, recordó por momentos al partido frente al Leganés. Un peligroso precedente del que se habló largo y tendido en la previa.
El Barça se hizo en seguida con el control y no tardó demasiado en asestar el primer mazazo. Llegó recién entrado el minuto 10, tras una soberbia carrera por la banda de Jordi Alba que habilitó mediante una excepcional asistencia a Luis Suárez. El uruguayo asumió nuevamente el papel de su amigo Leo Messi y ejecutó sin piedad.
Rafinha, el sustituto del 10 a efectos oficiales, volvió a ofrecer el equilibrio que tanto gusta a Valverde. Pero ni la posibilidad de dibujar un 4-1-4-1 en defensa evitó el peligro de los vallecanos.
Con el paso de los minutos, el dominio de balón azulgrana se iba esterilizando, siendo los citados Alba y Suárez los únicos capaces de generar verdaderas acciones de peligro. El Rayo, por su parte, fue ganando peso y confianza con endiabladas conducciones a la contra conducidas por Trejo.
Doble mazazo del Rayo
Raúl de Tomás y Pozo eran los encargados de meterla. Y, aunque a priori el futbolista propiedad del Real Madrid es el hombre gol del Rayo, fue Pozo quién tuvo las ocasiones. Falló una primera muy clara a bocajarro, pero no perdonó la siguiente que tuvo, mucho más compleja.
Álvaro García celebra tras marcar el segundo gol ante el Barça / EFE
El futbolista malagueño soltó un ajustado zapatazo al palo derecho de Ter Stegen ante el que nada pudo hacer el guardameta alemán ('35). La igualada regresó al luminoso.
Valverde tomó nota en el descanso, pero no supo corregir los errores. El Barça seguía mostrando una preocupante endeblez ante las acciones ofensivas del Rayo. Sin mucha posesión de balón, los vallecanos sacaban petróleo de cada acción de peligro, haciendo daño por la banda de Sergi Roberto.
Raúl de Tomás, más preocupado por momentos de pelearse con Sergio Busquets que de buscar la portería de Ter Stegen, destapó una versión más temible en la segunda mitad. Avisó sin éxito, pero posteriormente no perdonó su compañero Álvaro ('58).
Los fantasmas de Leganés
Los de Míchel lograron el mismo imposible que unas semanas antes hicieron sus vecinos de Leganés. Remontar un 0-1 al Barça, el equipo más fiable con el balón.
Los azulgrana expertos en adormilar los partidos cuando van encaminados, eran víctimas de su propio exceso de confianza. La relajación llevó a bajar el pistón y el Rayo lo aprovechó.
Lo más preocupante no era que el rival hubiese tenido la capacidad de sorprender, sino la nula reacción del bando blaugrana. Con el Rayo ganando y la posibilidad de mantener esa distancia de siete puntos sobre el Real Madrid cada vez más lejos. Pero no estaba dicha la última palabra.
¡Reacción sobre la bocina!
Valverde movió el banquillo en busca de una reacción que se resistía más de la cuenta. El primer movimiento fue la entrada de Dembelé por Rafinha, y luego lo hicieron Arturo Vidal (por Arthur) y Munir (por Coutinho).
Dembelé, de celebración tras marcar el segundo gol ante el Rayo Vallecano / EFE
Una vez más, el Txingurri tuvo acierto con las sustituciones. Cuando todo parecía perdido, en dos acciones aisladas, el Barça logró dar la vuelta al luminoso con goles de Dembelé ('87) y el siempre luchador Luis Suárez ('90).
Con mucho sufrimiento, el Barça logró tumbar al Rayo y sobreponerse a un aviso muy peligroso. “¿Exceso de relajación?”, le preguntaron a Suárez tras el partido. “Puede ser”, confesó el delantero.