El FC Barcelona presenta este miércoles en León una delantera de 180 millones de euros. Es la suma de las cantidades que costaron Dembelé y Malcom, dos extremos que venían con la vitola de cracks pero que, de momento, no están contando demasiado en los planes de Ernesto Valverde.
Ambos están llamados a ser los protagonistas en la eliminatoria de la Copa del Rey contra la Cultural Leonesa. Son el gran atractivo. Además, en cierto sentido se ven obligados a competir entre ellos. Dembelé y Malcom arrancan así su particular duelo a muerte. Es difícil que los dos coincidan demasiadas veces sobre el terreno de juego. Uno de ellos debe imponerse.
Dembelé y Malcom deben pugnar para demostrar de lo que son capaces. Sin embargo, al mismo tiempo los dos rivales están condenados a entenderse sobre el terreno de juego. Deben saber complementarse. El egoísmo penaliza en can Barça. Lo fundamental es saber jugar en equipo. Asociarse con el resto de compañeros. El ansia por brillar puede enterrar a quien abuse del balón.
La locomotora descarrilada
Ousmane Dembelé llega en un buen momento de forma. El francés fue determinante en el clásico contra el Real Madrid. Valverde lo sacó al campo a poco más de 15 minutos para el final. En ese momento el partido estaba 2-1, con el Madrid volcado arriba y dejando muchos huecos atrás. Había inquietud en el Camp Nou, como ocurre siempre que el rival todavía tiene vida.
El extremo francés actuó como revulsivo. Nada más entrar inició una jugada por la banda que terminaría con el 3-1 obra de Luis Suárez. A partir de entonces el Barça destrozó al Madrid. Las cabalgadas de Dembelé causaron estragos en la zaga blanca. El francés volvió a ser protagonista en los otros dos goles azulgrana, asistiendo primero a Suárez y después a Arturo Vidal.
Dembélé durante el partido entre el Barça y el PSV / EFE
Las sensaciones tras el clásico fueron inmejorables. Dembelé cumplió a la perfección con su cometido. Debía revolucionar el partido. Recuperar el dominio del Barça. Desbordar al Real Madrid. Y eso mismo es lo que hizo. Pero el francés es un portento desbocado, capaz de lo mejor y de lo peor. Todavía le falta regularidad.
El brasileño desconocido
Malcom, por su parte, no ha gozado de las mismas oportunidades que Dembelé. El brasileño es un perfecto desconocido para la afición culé. Todo el mundo tiene ganas de verlo en acción.
Llegó este verano procedente del Girondins de Burdeos. Fue una apuesta de Eric Abidal, buen conocedor del mercado francés. Sin embargo, Ernesto Valverde no lo quería. No lo pidió y tampoco ha mostrado el menor interés por incorporarlo a sus planes. Malcom apenas ha jugado 25 minutos en lo que va de temporada, repartidos en dos ratos: seis minutos contra el Valladolid y 19 contra el Leganés. Una aportación residual.
Imagen de archivo de Malcom durante un partido con el Barça / EFE
Malcom es una incógnita. En Francia era la estrella de su equipo. Tiene velocidad y capacidad de desborde. Su perfil es similar al de Dembelé. Pero aún no se sabe cómo se adaptará al juego del Barça y al fútbol español.
Duelo a muerte
A nadie se le escapa que la presión mediática es muy poderosa en can Barça. Si Dembelé o Malcom brillan con luz propia ante la Cultural, es posible que la prensa pueda condicionar el duelo que existe entre ambos jugadores. Aunque Ernesto Valverde no es alguien precisamente influenciable, es el primero en reconocer que el factor externo pesa mucho en el Camp Nou.