Ernesto Valverde lo tiene claro. El toque es el fundamento del estilo del Barça y el músculo solo entrará en acción cuando sea escrupulosamente necesario. Ese rol está asignado para Arturo Vidal, que llegó al club para sustituir a Paulinho. Un jugador de sus mismo perfil, pero por el que se decidió hacer caja un año después pese a la negativa del Txingurri.
Con el nuevo sistema del técnico azulgrana, con el que de momento parece haber dado con la tecla, Arturo Vidal ha quedado todavía más relegado a una posición difícil de asumir para un jugador de su trayectoria. Arthur le ha ganado la partida totalmente y ya se le puede considerar un titular indiscutible en el equipo. El joven brasileño aporta la sensatez que se le exige a un centrocampista del Barça, la pausa y la seguridad para mantener la posesión.
Fijo del banquillo
Tal y como se prevé la temporada, Arturo Vidal será un fijo de Valverde en las convocatorias. El Txingurri no quiere riesgos y nunca se sabe en qué partido podría necesitar las cualidades del chileno si se tuerce el encuentro. Pero hasta que llegue esa fecha, el centrocampista participará poco. Podrá ser titular en algunos partidos, especialmente de Copa para dar oxígeno a jugadores con más minutos, pero es cuestión de tiempo.
Arturo deberá resignarse al fútbol del Barça. Sus cualidades no son las de sus compañeros y pese a que quiere demostrar, la buena adaptación de Arthur y su sintonía con Busquets y Rakitic no dan chance al chileno. El banquillazo frente al Sevilla podría interpretarse como un castigo del técnico por sus declaraciones durante el parón de selecciones, pero a nivel deportivo se entienden como una decisión táctica.
El centrocampista no escondió de nuevo su enfado y malestar pese a la victoria de su equipo. Es evidente que está molesto y la situación no le gusta.
Una foto de Arturo Vidal en el banquillo frente al Sevilla
Una imagen que se repite jornada tras jornada. El desengaño que vive Arturo en Barcelona empieza a hacer mella en un futbolista acostumbrado a jugarlo todo.