Arturo Vidal sabe que se equivocó con sus declaraciones públicas durante la concentración con la selección chilena. La ausencia de minutos para el centrocampista escuece en un jugador acostumbrado a jugarlo todo, pero en el Barça las cosas son distintas. Pese a reconocer la situación incómoda que vive por la falta de continuidad, el jugador volvió a los entrenamientos con la mejor predisposición posible.
Desde el club y en boca de Pep Segura, reconocen que las palabras del futbolista fueron una falta de respeto para sus compañeros, pero no quieren darle mayor importancia. Los primeros en no tener en cuenta esas palabras fueron sus propios compañeros, que recibieron al chileno con normalidad y, incluso, estuvo más activo que en otras sesiones. El chileno fue víctima de un pasillo de collejas entre los jugadores durante la última sesión de entrenamiento previa al partido frente al Sevilla.
Unión como factor vital
El jugador sabe que el equipo pasa por un momento delicado y que el beneficio del colectivo pasa por encima de cualquier individualidad. A escasas horas de disputarse el partido frente a los hombres de Pablo Machín, Vidal quiere hacer piña y espera participar en un encuentro que decidirá el liderato de la Liga.
Por ahora, sabe que deberá resignarse a una papel secundario a la espera de que Valverde le conceda minutos. Además, el club tampoco permitirá salidas de tono del chileno. Por ahora, los primeros toques de atención ya han surgido efecto, pero habrá que ver su efecto a largo plazo si Valverde sigue apostando por Arthur antes que por Vidal.