Y volvió la Champions. Y el Barça recuperó su versión más letal. Así acaba la pesadilla en la que se había convertido esta última semana horribilis, cargada de tensiones, en el Camp Nou.
Tuvo que regresar la competición más emotiva para que Ernesto Valverde recobrase el oxígeno y alejase ese gesto agarrotado que le venía acompañando en las últimas ruedas de prensa. Con las alegrías que le dieron sus pupilos en el nuevo Wembley, no era para menos.
El santuario inglés volvió a ser talismán para un Barça que se siente como en casa en uno de los escenarios más emblemáticos de la historia del fútbol. Hasta el punto de que arrollaron al Tottenham (2-4) en una meritoria exhibición, repleta de adversidades y obstáculos a superar.
Y es que, pese a la majestuosidad del estadio, los spurs no tenían demasiado cuidado el césped de Wembley. Despoblado su corazón, lucía un aspecto más que dejado.
Coutinho y Rakitic, goles espectaculares
A las malas condiciones del terreno de juego se sumó la excesiva agresividad del conjunto de Mauricio Pochettino, obligado a buscar la victoria para mantener aspiraciones en la Champions. Tras caer contra el Inter en la primera jornada, era vital sumar contra el Barça, pero no fue posible.
Coutinho, el arma letal de Valverde contra los spurs, se encargó de impedirlo marcando terreno desde el primer minuto. Una jugada combinativa de Messi con Jordi Alba terminó en pies de Cou, que, con Lloris vendido, pegó un zapatazo brillante pegado al palo para adelantar al Barça ('2).
Jordi Alba celebra con Messi y Coutinho el primer gol del Barça contra el Tottenham / EFE
Mejores sensaciones, imposible. El cuadro catalán, formando con el clásico 4-3-3 mucho más equilibrado sin Dembelé –que no tuvo ni un minuto– llegaba a Wembley con el 'modo Champions' activado y se notaba a leguas. Ni las hostiles instrucciones de Pochettino a sus hombres, empeñados en repartir leña a Messi y Coutinho especialmente, frenaban el dominio culé.
El Barça fue claramente superior en el primer tiempo y confirmó su manejo del partido con un golazo demoledor de Rakitic ('28), que cazó un rechazo al aire y con una patada voladora digna del mismísimo Zlatan Ibrahimovic, destrozó la escuadra de Lloris.
El Tottenham quedó noqueado y fue incapaz de reaccionar hasta el segundo tiempo. Pero en ningún momento, los spurs dejaron de pegar palos al rival, cargándose de amonestaciones.
Messi: dos palos y dos goles
Sin embargo, ya en la segunda mitad, los de Pochettino hicieron el amago de meter el miedo en el cuerpo al Barça. Es conocido que contra los equipos ingleses los partidos se hacen muy largos.
Harry Kane, el hombre gol del Tottenham, era el encargado de dejar sentado a Semedo con un simple quiebro para engatillar el balón superando a Piqué y Ter Stegen ('52).
Un gol engañoso, pues llegó precedido de dos acciones idénticas de Messi que terminaron, en ambos casos, con un seco y raso lanzamiento estampado en el palo izquierdo de Lloris. Pero a la tercera iba a ir la vencida.
Leo Messi se exhibe en Wembley contra el Tottenham para sumar una victoria vital del Barça / EFE
El Tottenham sube el listón: intensidad y leña
La presión asifixiante del Tottenham no bajaba pese al extremadamente paulatino paso de los minutos. En Wembley todos creían que la gesta era posible y el Barça acusaba el cansancio.
Valverde entró en acción y puso en marcha una de sus habilidades: el movimiento de banquillo. Era vital dormir el partido y, para ello, hacía falta minimizar riesgos. Coutinho, brillante en el primer tiempo, volvió a ser intermitente en el segundo. Sus balones perdidos le sentenciaron.
Harry Kane celebra su estéril gol al Barça / EFE
La sorpresa fue la apuesta del Txingurri por Rafinha, después de la inesperada decisión que supuso la irrupción de Arthur en la alineación, en detrimento de Arturo Vidal o Dembelé.
Messi pone la puntilla
Los segundos corrían muy despacio y en el banquillo del Barça se palpaba la tensión, compartida por todo buen culé pegado al televisor. Los jugadores del Tottenham apretaban cada vez más con la inercia de Kane encomendada a Trippier, Dier, Davis y un Lucas Moura especialmente peligroso, que volvió a dejar retratado a Piqué en una acción magistral que no supuso el empate por poco.
Arturo Vidal tomó contacto en el terreno de juego para disputar los últimos cuatro minutos más el tiempo de prolongación. Ni él ni Rafinha pudieron intervenir mucho, pero no desentonaron y ayudaron a mantener viva una victoria extremadamente necesaria para el Barça que culminó con un sentenciador gol de Messi para poner fin al sufrimiento ('90).
El astro argentino terminó totalmente extasiado, pero los de Valverde se consolidan en el liderato del grupo compartido con el Inter, que también superó al PSV (1-2). La mejor versión del Barça ha vuelto. Ahora toca mantenerla.