Leo Messi no está contento con la planificación deportiva del Barça y de la nueva secretaría técnica. La historia se repite un año más. El jugador reconoce que la llegada de Éric Abidal al mando de la dirección deportiva ha supuesto una mejora cualitativa en el área, tras las constantes pifias de Robert Fernández en su búsqueda particular de promesas del fútbol, pero el club no ha cumplido sus deseos y recomendaciones para aspirar a todo con garantías.
El astro argentino quería a Griezmann como acompañante de la dupla de ataque, pero el francés decidió continuar en el Wanda Metropolitano y ser la estrella y la referencia de ataque de Simeone, el héroe de toda una hinchada lejos de la sombra de Messi. Por contra, llegó Malcom: un jugador con proyección, para ser una alternativa ofensiva, pero no una estrella consagrada del fútbol mundial.
También hubo dudas sobre el futuro de Dembelé. El primer año del francés como jugador azulgrana fue nefasto. Las lesiones frustaron su primera temporada en el Camp Nou, pero Leo tenía dudas sobre su verdadera calidad. Es innegable que el francés tiene un potencial por explotar, pero de momento no cumple con las características que se exigen en el estilo Barça. El Mosquito no le convence, retiene en exceso el balón, decide mal y está muy lejos del nivel de Neymar, el socio predilecto de Leo y Suárez.
El centro del campo, su mayor preocupación
La marcha de Andrés Iniesta también marcó un punto de inflexión. El manchego dejó un hueco irremplazable en el Camp Nou y reforzar el centro del campo era una obligación ante las dudas del nuevo rol de Coutinho. El brasileño tiene un perfil más ofensivo y sufre en la medular. Además, Leo prefiere al '7' que a Dembelé en ataque.
En este aspecto la secretaría azulgrana cumplió, pero tampoco trajo lo que se esperaba. Hizo efectiva la compra de Arthur --uno de los jugadores que más ha sorprendido al capitán-- pero el brasileño todavía no se ha adaptado al juego. El refuerzo preferido del argentino era Paul Pogba, pero la negativa del United a vender a su máxima estrella frustró la operación que, desde el club, esperan que pueda hacerse efectiva en los próximos meses. Con el debacle de Roma todavía muy presente, el Barça salió al mercado en busca de un mediocentro físico e imponente y encontró el chollo de Arturo Vidal por 20 millones de euros. Un jugador con experiencia, pero que dista mucho del estilo Barça. Además, Pogba reunía todas las cualidades en un mismo jugador. Músculo y fuerza y calidad y visión de juego.
La cantera, todavía muy verde
Otra de las cuestiones que afectó a la planificación deportiva es la cantera. El argentino entiende que el club debe dar oportunidades a las jóvenes promesas de la casa de forma progresiva. Él mismo llegó al primer equipo siguiendo ese camino y entiende que es la filosofía del club, pero todavía están muy verdes. Además, el descenso del filial a Segunda B tampoco ayuda a que se acerquen al nivel de Primera División.
Valverde quería hacer efectiva esa idea. Una plantilla corta para dar oportunidades a Aleñá, Miranda, Riqui Puig. Todos estuvieron en la pretemporada y destacaron, pero con puntos en juego el Txingurri no tiene plena confianza en ellos. De momento, no entran ni en convocatoria.
La defensa, en crisis
La línea defensiva solo recibió un refuerzo. Clément Lenglet. Un cuarto central para dar descanso a Piqué y Umtiti, pero olvidaron las bandas. Pusieron las esperanzas en un buen año de Semedo y una presencia intermitente de Sergi Roberto en esa posición. Un mes y medio después, el portugués no está al nivel y Sergi Roberto cumple, pero sufre. En la banda opuesta también se olvidaron de un recambio para Jordi Alba. Nadie le discute el puesto, pero no tiene recambio natural de primer nivel. Con la cesión de Cucurella al Eibar, la única opción natural es Miranda.
Vermaelen no es lateral y quedó evidenciado frente al Leganés. Por lo que faltan efectivos en la defensa. Además, el mal inicio de temporada de Piqué y Umtiti incrementa esa sensación de fragilidad defensiva. De momento, el Barça ya ha encajado siete goles en contra, una cifra que podría ser más amplia si no fuera por el ángel de la guarda del Barça: Marc- André Ter Stegen.
En definitiva, la secretaría técnica ha confeccionado a un equipo manteniendo los pilares y las vacas sagradas, pero sin alternativas de garantías para darles descanso y aportar un aire freso al juego azulgrana. El equipo sufre cada vez más, especialmente en las visitas a domicilio, y Messi no puede inventarse una genialidad cada 90 minutos. El mercado de invierno se prevé movidito en las oficinas.