Ernesto Valverde es un entrenador muy preocupado por el equilibrio. El técnico extremeño considera fundamental construir sus equipos en base a una defensa sólida y un medio del campo compensado, elementos que ha trabajado especialmente desde su llegada al Barça.
Con esos principios el Txingurri ha logrado dotar de una gran fiabilidad a todos los equipos que ha dirigido durante su carrera. Conjuntos que raramente se descomponen, aunque su juego en ocasiones no sea el más brillante.
A partir de ese afán por compensar las líneas, la dirección deportiva culé diseñó este verano su estrategia para reforzar el equipo. El objetivo no era tanto incorporar estrellas, sino fichar a jugadores que pudiesen cubrir algunas de las posiciones más resguardadas de la plantilla.
Refuerzos con motivos
Así llegó por ejemplo Lenglet, un central francés de gran proyección que vino a cubrir la previsible salida de Yerry Mina y los constantes problemas físicos de Vermaelen.
También Arthur y Arturo Vidal se incorporaron en un centro del campo que vio salir, por motivos muy diferentes, a Andrés Iniesta y André Gomes. Argumentos similares son aplicables a la llegada de Malcom, destinada a reforzar uno de los extremos del ataque blaugrana, después de que Deulofeu y Paco Alcácer no cuajasen en el curso anterior, y Dembélé rindiese por debajo de las expectativas.
De este modo, todas las líneas de la plantilla blaugrana se vieron reforzadas, con movimientos mayoritariamente aplaudidos por el entorno culé y la afición, que por ahora se muestra paciente con unos jugadores que todavía han contado con pocos minutos sobre el césped.
Un dilema en la zaga
Sin embargo, hay una posición en el plantel culé que arrastra una situación particular desde la salida de un jugador tan relevante para la Historia blaugrana como Dani Alvés.
Con la salida del brasileño en la etapa de Luis Enrique en el banquillo, el lateral derecho se quedó de algún modo huérfano. Esta posición, en la que se probaron a varios jugadores sin demasiado éxito, acabó siendo ocupada por Sergi Roberto.
La polivalencia de Roberto
El canterano, un prodigio de polivalencia, siempre se había desempeñado en los filiales blaugranas en el medio campo, posición a partir de la que ascendió al primer equipo. Sin embargo, las necesidades (o carencias) del plantel llevaron a Lucho a colocarlo en el flanco derecho de la zaga, rindiendo además a un rendimiento muy notable.
A pesar de la llegada del portugués Nelson Semedo, Roberto se reafirmó el año pasado ya con Ernesto Valverde en la banqueta como la primera opción para el lateral derecho. Lo hizo con partidos repletos de cabalgadas por la banda y una fluida aportación en ataque.
Sin embargo, al de Reus, tal y como ocurrió en la etapa de Luis Enrique en ciertos partidos de Champions (PSG, Manchester City…), se le vio sufrir en fase defensiva en algunos de los encuentros más exigentes del año.
¿Vuelta al medio campo?
Algunas voces del entorno blaugrana piden reintegrar a Roberto en el medio campo culé, su hábitat natural y la posición con la que llegó al la primera plantilla del Barça. De ese modo además se comenzaría a construir un relevo de garantías para Ivan Rakitic o incluso Sergio Busquets, mucho más veteranos.
El problema está en que un movimiento así dejaría a Semedo como única baza para el lateral derecho, opción que no convence a los técnicos blaugranas, dada la irregularidad del portugués.