Ousmane Dembelé ha vuelto más inspirado que nunca. Tras una difícil primera temporada como jugador del Barça, el francés quiere demostrar que la inversión que realizó el club --el segundo fichaje más caro de la historia-- valió la pena. Su primera campaña en el Camp Nou estaba llena de esperanzas que se frustraron progresivamente con las lesiones del extremo, que pasó más tiempo alejado de los terrenos de juego que adaptándose a la metodología azulgrana.
Con un verano también difícil, en el que se ha cuestionado su futuro en el club catalán y con un Mundial en el que ha disputado pocos minutos pese a proclamarse campeón, Dembélé quiere revertir la situación. 'El Mosquito' quiso ganarse la confianza de Valverde incorporando varios cambios en su vida personal y profesional y de momento está respondiendo a las oportunidades que le está dando Ernesto Valverde.
Decisivo y goleador
Con cinco partidos oficiales --cuatro de Liga, uno de Champions y la final de la Supercopa de España-- Dembélé ha aportado más que en toda la temporada 2017-2018. Primero dio el triunfo al equipo en el primer título en juego de la temporada con un obús que mandó a la escuadra ante la mirada impotente de Vaclik.
En el campeonato doméstico ha mantenido su nivel. Su gol en Tánger no fue cuestión de puntería, sino de una cualidad que puede dar mucha vida al Barça desde la media distancia, especialmente cuando los rivales se encierran atrás. De cuatro partidos oficiales en el campeonato doméstico, el francés ha sido titular en todos ellos y ha jugado un total de 320 minutos, de 360 posibles.
Una foto de Ousmane Dembélé durante el partido frente al PSV / EFE
El extremo es una sustitución segura para Valverde, pero el 'Txingurri' le da oportunidades en forma de minutos. Siempre ha sido sustituido en el tramo final del encuentro --a partir del minuto 75-- para dar entrada a otros futbolistas que necesitan continuidad para adaptarse al juego. Su faceta goleadora también ha crecido considerablemente. La temporada pasada, solo en Liga, jugó un total de 923 minutos en los que marcó tres goles.
Dos meses después, ya lleva cinco --tres en Liga, uno en Champions y uno en la final de la Supercopa de España-- unas cifras que superan con creces las del curso pasado e incluso las que firmó con el Borussia Dortmund o el Rennes. El francés nunca había empezado tan enchufado una temporada. Este martes dejó una joya marca de la casa frente al PSV para estrenarse en Europa.
Margen de mejora
El gol es fundamental para la vida del delantero, pero Ousmane tiene mucho trabajo por hacer. Sus tantos pueden maquillar sus actuaciones, pero el francés debe mejorar en aspectos del juego colectivo o Valverde acabará sentándole. De momento, se muestra confiado de cara a portería y eso es vital para que mantenga su rendimiento, pero el delantero sabe que todavía no se ha adaptado a un estilo de juego que, en ocasiones, mengua sus virtudes como la velocidad, el regate o el desborde.
Dembélé continúa olvidando sus tareas defensivas para ayudar al equipo y continúa tomando decisiones erroneas. Cuando el pase está claro, él intenta otro más difícil. Cuando debe encarar opta por pasar y cuando debe pasar el balón decide encarar a uno o dos rivales. También en el tempo se ve lento y a veces peca de individualista. Sus decisiones parecen más un reto personal para demostrar su calidad, que la falta de visión de juego. En el Barça eso no sirve. El juego de equipo prima por encima de todo, excepto si te llamas Messi.