En torno al Barça se ha establecido este año una especie de obsesión. Un objetivo no disimulado que todo el mundo desearía pero que al mismo entraña una enorme dificultad. Así lo demuestran las actuaciones en las últimas temporadas del equipo culé en esta competición.
Ya lo dijo Lionel Messi, capitán general del plantel, nada más arrancar el curso: este año “toca la Champions”.
Las palabras del diez blaugrana reflejan realmente el sentir del vestuario culé. También, claro está, de la afición. Los jugadores que dirige por segundo año Ernesto Valverde tienen en Europa su gran asignatura pendiente, tras tres años cayendo antes de tiempo, en unos cuartos de final que saben a demasiado poco al aficionado blaugrana.
Roma en el recuerdo
Y es que la fatídica noche de Roma ha quedado marcada en la memoria de la actual plantilla del Barça. En el grupo hay muchas ganas de resarcirse de aquello y de traer de nuevo a Barcelona la orejona, después de verla viajar durante tres años seguidos con destino a Madrid.
De ahí vienen las palabras de Messi, casi como cortando la cinta que da inicio a la temporada y estableciendo desde el comienzo un objetivo casi inexcusable. Una situación por tanto peligrosa. De la frase del de Rosario se puede extraer que, todo lo que no sea conseguir la Champions, resultará un fracaso.
¿Demasiada presión?
Este escenario de presión autoimpuesta asusta al club. Si antes incluso de arrancar el campeonato soñado la presión es tan alta, su consecución se vuelve todavía más difícil, piensan algunos desde el Camp Nou.
El Barça ha vivido en sus propias carnes en los últimos años cómo, en Europa, un mínimo error se paga caro. También los planteamientos erróneos o simplemente el mal estado de forma de sus principales jugadores. Por estas o aquellas razones, los blaugrana no han respondido como se esperaba en las grandes noches europeas. Especialmente fuera de casa.
Así, con el ánimo de rebajar varios grados esta presión ambiental –presión, recordemos, antes incluso de que se inicie la fase de grupos-, los dirigentes barcelonistas quieren rebajar un poco el tono. Darle al equipo la oportunidad de sentirse cómodos y de disfrutar la competición. Tratando así de evitar que el equipo llegue psicológicamente saturado a las citas decisivas del año en la Champions.
"El objetivo número uno es la Liga"
En esta línea se expresó este pasado lunes Josep Maria Bartomeu en el programa El Transistor que conduce José Ramón de la Morena en Onda Cero. “El objetivo número uno es la Liga”, proclamó el presidente culé. “¿Si puedo pedir un deseo? Pues pediría el triplete. Nosotros presupuestamos siempre ganar la Liga, llegar a la final de la Copa y a cuartos de final de la Champions en lo económico. En lo deportivo, el triplete”, añadió a continuación Bartomeu.
Este intento del presidente blaugrana por bajar el suflé, contrasta con las palabras pronunciadas por Messi al inicio del curso. Pero en los despachos del Camp Nou se tiene en mente situaciones parecidas, protagonizadas por la propia estrella argentina, como sus sucesivas decepciones con la albiceleste.
El ejemplo de Argentina
Argentina, comandada por el crack de Rosario, acumula dos Mundiales seguidos acudiendo con una enorme presión ambiental a su alrededor. La propia presencia de Messi en el campo parecía que obligaba a ello. Y el resultado es de sobra conocido: dos decepciones mayúsculas –especialmente este último verano, con un equipo muy por debajo del nivel esperado.
En Can Barça no quieren que se repita esta situación. Y están decididos a rebajar la presión en torno a un torneo que todos desean, pero que podría convertirse en una auténtica obsesión.