Joan Laporta sonríe y vende optimismo para combatir el desánimo de la afición del Barça. Tras un año sin un título en fútbol y baloncesto, por seis del Real Madrid, el presidente azulgrana no tiene soluciones milagrosas por la precaria economía del club, con una deuda superior a los 1.000 millones de euros y el límite salarial excedido. Con grietas por todos los lados, el máximo dirigente se encomienda a Hansi Flick, un técnico alemán que vivió días de gloria con el Bayern, para restaurar los males un equipo que necesita un buen revolcón.
Flick, campeón de la Bundesliga, la Copa de Alemania, la Champions, la Supercopa alemana, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes con el Bayern de 2020, es el nuevo fontanero de Laporta. El encargado de arreglar los males de un equipo que se distanció de Xavi Hernández durante el curso pasado, demasiado crispado.
Técnicos descartados
Laporta, tras despedir a Xavi durante un mes de ratificarlo como técnico del Barça hasta 2025, ha apostado por Flick porque no ha podido seducir ni fichar a Pep Guardiola (Manchester City), Luis Enrique (PSG) y Mikel Arteta (Arsenal), los tres con contrato en vigor con sus clubes hasta 2025.
Flick es un entrenador muy metódico. Un técnico que debe solucionar los grandes males detectados la pasada temporada. La preparación física del Barça estuvo, con Xavi, bajo sospecha y Laporta quiere que el equipo azulgrana se parezca al Bayern que le endosó un 2-8 en Lisboa, en 2020. "Los jugadores del Bayern parecían aviones", manifestó Jordi Alba tras la derrota más dolorosa del Barcelona en la Champions.
La caída del Barça con Xavi
Verdugo entonces del Barça, Flick debe ser ahora su remedio. Laporta y su director de fútobl, Deco, están convencidos de que la plantilla barcelonista puede aspirar a todo. O, como mínimo, competir por todos los títulos. Ambos creen que el Barça de Xavi no evolucionó sino todo lo contrario: involucionó.
Muchos futbolistas del Barça desconectaron de Xavi, molestos principalmente por sus continuas quejas en las ruedas de prensa cada vez que tenía que justificar un mal resultado. Flick, en cambio, es un entrenador que habla poco y está obsesionado con evitar las filtraciones. Las misma que desquiciaban al técnico de Terrassa.
Un mediocentro y Nico
Flick, como Xavi, espera noticias de Deco y de Laporta. Todavía no ha dado su lista de altas y bajas, pero asume que el club deberá sacrificar alguna pieza importante para poder fichar a un jugador ilusionante. El más necesario es Nico Williams, extremo del Athletic, que causa sensación en la Eurocopa. Con el y Lamine Yamal, el Barça tendría dos puñales en las bandas.
El Barça también busca un mediocentro de garantías. El problema es que, tal vez, no será un crack. Martín Zubimendi, la gran obsesión de Xavi, ya ha sido descartado y parece poco probable que llegue Joshua Kimmich, quien acaba contrato con el Bayern dentro de un año. Deco, mientras, apuesta por Amadou Onana, del Everton, un club con problemas económicos que está obligado a vender.
La oposición aprieta a Laporta
Flick, más allá de definir su plantilla, tendrá el reto de convivir con el siempre complicado entorno barcelonista. La oposición parece moverse, a dos años vistas de las próximas elecciones, y Laporta sabe que un nuevo fiasco deportivo podría pasarle factura en las urnas.
A Laporta le preocupa mucho la economía del Barça. No tiene un plan y vive al día. Pero también sabe que las elecciones se ganan con títulos más que con una buena gestión. Por eso, está en manos de Flick y sus futbolistas. El técnico alemán es su última apuesta.