El Espai Barça es la carta de salvación por la que está apostando la directiva de Joan Laporta. La dirigencia del club ha explicado en varias ocasiones que la remodelación del estadio azulgrana --y el entorno-- producirá nuevos ingresos que permitirán sanear las delicadas cuentas. No obstante, el proceso para llegar a ello está dando mucho de hablar, debido a que se ha revelado que la intención de la junta es pagar en tres plazos de 500 millones de euros el crédito de Goldman Sachs.
Hay que recordar que el gigante americano ya ha concedido un crédito de 595 millones de euros al Barça y había pactado otro de 815 para el Espai Barça con el expresidente Josep Maria Bartomeu. Sin embargo, la actual junta directiva reformuló la reforma del Camp Nou y la construcción del nuevo Palau Blaugrana, disparando el proyecto hasta los 1.500 millones. Hasta ahora se han dado negociaciones con respecto a los pagos de esa financiación, siendo la opción más fuerte la de trocear esos gastos. Aunque esto conlleva un peligroso panorama para el futuro.
El riesgo de pagar en plazos
Ese sistema de pagos ha sido revelado por Kroll Bond Rating Agency, que detalla que el Barça estudia trocear la operación en tres plazos: 500 millones en 2032, 2045 y 2052. Según la mencionada fuente, las fechas seleccionadas en las negociaciones incluyen un porcentaje de intereses, que puede ser entre 3% y 4%. Bajo ese plan, el club azulgrana estaría involucrándose en un crédito en el que podría terminar pagando 3.075 millones de euros por el coste total.
Dicha cifra se toma en cuenta bajo unos intereses anuales del 3,5%. Si se confirma la modalidad de los pagos del crédito con ese sistema, el Barça estaría desembolsando el doble de la financiación que espera recibir de Goldman Sachs. Un gasto excesivo para una entidad que está tratando de enderezar el panorama financiera desde hace un par de años. Lo más alarmante es que esto implica un verdadero problema para la futura dirigencia del FC Barcelona, que deberá tener una buena cantidad de dinero ahorrado para hacer frente a cada uno de esos plazos.
La fórmula en cuestión no representaría una novedad dentro del Barça, teniendo en cuenta que en la cesión del 25% de los derechos televisivos de la Liga a Sixth Street se plantea una opción de recompra sumamente escandalosa. Según hemos podido averiguar desde este medio, la cantidad marcada en rojo que debe ingresar la firma de inversión global para que el club pueda recuperar dicho activo es de 1.037 millones de euros, que es exactamente el doble de lo que pagaron al Barça por ese 25% de los derechos durante 25 años: 518,5 millones (207,5 de la primera palanca por el 10% y 311 de la segunda, por el otro 15%).
El sistema anterior para el crédito
En un principio, el plan para lidiar con el crédito de 1.500 millones era a partir de una devolución anual de 80 millones de euros --una vez superados los cinco años de carencia-- por un total de 30 años, que iban a terminar de representar un pago total de 2.400 millones. En ese contexto, el interés medio que se ha manejado es de 1,98% anual, pero ahora la estrategia de trocear la operación podría disparar a otra escala el coste total por todas las obras del Espai Barça.
Ese cambio, que todavía no ha sido confirmado por la entidad azulgrana, se podría explicar a partir de la necesidad de los acreedores de tener la devolución de ese dinero en un método más seguro. Aunque esto supone un grave problema para el Barça, que deberá destinar una buena parte de sus futuros ingresos del Camp Nou de cara a evitar un conflicto en términos financieros. Hay que recordar que la directiva de Joan Laporta prevé que con el Espai Barça se esperan ingresar 280 millones adicionales al año, que se sumarían a los 200-220 kilos que ya factura actualmente el club en concepto del estadio (taquillas, palcos VIP, comida, bebida o el museo).
Decisiones de este tipo representan un riesgo enorme para el FC Barcelona. No solo por el hecho de depositar todas las esperanzas en que se cumplan esas expectativas en los ingresos del futuro estadio, sino también por las vinculaciones financieras que tienen con gigantes como Goldman Sachs, JP Morgan o Sixth Street. Son ataduras que se van creando y que pueden limitar enormemente el rango de acción del club en el futuro. Una apuesta arriesgada que vuelve a traer sobre la mesa el escenario de una transformación al modelo SAD.