La noche y el día. Así podrían compararse los dos mercados de fichajes que están protagonizando FC Barcelona y Chelsea este invierno. Desde la llegada de Todd Boehly, el club londinense está comprando futbolistas a diestro y siniestro. Especialmente este mes de enero, al haber cerrado ya las contrataciones de Mykhaylo Mudryk, Benoît Badiashile, Noni Madueke, Andrey Santos, David Fofana, la cesión de João Félix y el fichaje de Malo Gusto, ya pactado para la temporada 2023-2024 por 32 millones. En total, más de 200 millones de euros por las siete operaciones.
Si a esto juntamos que el pasado verano los blues gastaron alrededor de 250 millones más en fichajes, la cifra se vuelve impensable. No es de extrañar que varios clubes de la Premier League y del extranjero hayan protestado, si bien es cierto que el club de Boehly se mantiene dentro de los límites que establece el Fair Play Financiero de la UEFA. No puede decir lo mismo el Barça, que gastó 153 millones el pasado verano por siete incorporaciones --algunas con la carta de libertad-- y este invierno se ha visto, de momento, bloqueado por las restricciones del control económico de la Liga.
El Chelsea y las amortizaciones de fichajes
Para entender cómo está realizando el Chelsea este tipo de operaciones multimillonarias, cabe tener en cuenta la amortización de los fichajes. Los clubes dividen el coste de un traspaso entre los años de contrato firmados, y los blues han explotado al máximo ese vacío legal este invierno. Mudryk, por ejemplo, costó 100 kilos --incluyendo variables-- y firmó el contrato más largo de la historia de la Premier League: ocho años y medio, hasta verano de 2031. Sin embargo, el impacto real de este fichaje en las cuentas del equipo es de 11,7 millones de euros por temporada.
Lo mismo ha hecho el Chelsea con otros de sus fichajes recientes. Badiashile, Madueke y Santos han firmado hasta 2030, y Fofana hasta 2029. El pasado verano, Cucurella, Chukwuemeka, Casadei y Slonina firmaron hasta 2028, y Raheem Sterling hasta 2027. No hay que olvidarse de Nkunku y Malo Gusto, atados para la temporada 2023-2024, se han comprometido también hasta 2028 y 2030, respectivamente.
La fórmula del Barça para reforzar la plantilla
Las quejas del resto de clubes de la Premier han provocado que la UEFA prohíba las amortizaciones de más de cinco años, a fin de dinamitar el vacío legal. Una medida que no entrará en vigor hasta la próxima temporada. El Chelsea, sin embargo, está jugando con fuego con vínculos tan largos. Si el Barça ya se ha comido más de un contrato multimillonario en los últimos años --fichajes que no han funcionado--, el conjunto londinense podría quedar hipotecado con operaciones que, en términos deportivos, no resulten satisfactorias. De no lograr los ingresos necesarios en el futuro, la situación financiera del club podría ser catastrófica.
En la otra cara de la moneda se encuentra un FC Barcelona que, tras haber tirado de palancas en verano para revolucionar la plantilla y reducir deuda a corto plazo, este invierno no ha podido incorporar aún a ningún futbolista. Lo cierto es que el Fair Play de la Liga se lo permite, siempre y cuando se trate de un jugador low-cost que llegue cedido hasta final de temporada, como se hizo el año pasado con Adama Traoré. En lo que respecta a fichajes desorbitados como los que está efectuando el Chelsea, a día de hoy resultarían imposibles de asumir para las arcas del Camp Nou.
Inscripciones y renovaciones, la prioridad
Por delante, además, está la prioridad de inscribir los nuevos contratos de piezas básicas como Gavi y Araujo. La próxima temporada el Barça ya no podrá depender de las palancas para este tipo de operaciones --tampoco de las amortizaciones utilizadas por el Chelsea--, y necesita demostrar a la Liga que dispone de la la viabilidad económica suficiente para mantener dichos contratos y las renovaciones que estén por venir.
Desde la patronal de Javier Tebas solicitan al Barça un plan económico viable a dos temporadas vista. Algo que el club azulgrana aún no ha sido capaz de trazar, lo que impide por ahora las inscripciones de esos contratos. Sí se han podido fraguar renovaciones menores como la de Marcos Alonso, o la del canterano Ángel Alarcón. Pero la entidad presidida por Joan Laporta, en una situación financiera mucho más delicada que la del Chelsea, no está en disposición de realizar grandes desembolsos. Antes, habrá que seguir potenciando los ingresos ordinarios, recortar más masa salarial y encontrar fórmulas para reducir el sangrado económico. Mientras tanto, la puerta de las cesiones y operaciones low-cost seguirá abierta en el Camp Nou.