No todas las jóvenes promesas que debutan con el primer equipo del Barça acaban triunfando en el Camp Nou. Son muchos quienes, antes incluso de haber vestido la zamarra azulgrana al más alto nivel competitivo, deciden abandonar las categorías inferiores en busca de oportunidades. La mayoría de veces el FC Barcelona no recibe contraprestación económica cuando esto sucede, o bien una cantidad irrisoria que no se adecúa al valor real de dichos futbolistas. Tampoco a una proyección que, en algunos casos, acaba desarrollándose por completo en otros clubes de la élite.
La apuesta por La Masia ha repercutido en una inversión de casi 500 millones de euros a lo largo del siglo XXI. Una rentabilidad que apenas se discute, pues el primer equipo habría gastado mucho más en fichajes por talentos similares. ¿Cuánto hubiera tenido que pagar el Barça por fichar a Leo Messi en su momento más álgido? ¿Y por Andrés Iniesta? ¿Y qué hay de otras leyendas como Xavi Hernández, Pep Guardiola, Carles Puyol, Gerard Piqué, Víctor Valdés, Pedro Rodríguez o Sergio Busquets? Está claro que La Masia es la mayor fábrica de cracks del mundo, una herramienta con la que el club acaba ahorrándose dinero y que, además, le permite mantener un ADN futbolístico.
Fuga de talento sin retorno económico
Eso no quita que pueda rentabilizarse mucho más, no sólo en el aspecto deportivo sino sobre todo en el económico. Desde 2003, el Barça apenas ha sacado 90 millones por el traspaso de promesas formadas en la casa culé. Jugadores como Dani Olmo, Thiago Alcántara, Cesc Fábregas, Mauro Icardi, Gerard Deulofeu, Jordi Alba, Marc Bartra, Alex Grimaldo, Héctor Bellerín o Marc Cucurella, entre otros, salieron en su día de la entidad para desarrollar sus carreras en otros equipos. Algunos ya habían debutado con el primer equipo. Otros, ni siquiera eso.
La cuestión es que la mayoría se fueron gratis o a cambio de poco dinero, y casi ninguno acabó volviendo. Los que lo hicieron, fue cuando ya se habían labrado un nombre en Europa y costaban una fortuna; el Barça pagó 34 millones por Cesc al Arsenal, y alrededor de 14 kilos al Valencia por Jordi Alba. Cierto es que la primera plantilla suele tener entre 21 y 24 fichas año tras año, y que en ella no caben todas las jóvenes perlas que genera La Masia. Precisamente por eso, la junta de Laporta pretende sacar el máximo rendimiento económico a todas las exportaciones que se produzcan desde el fútbol base.
"Tenemos que ser más eficientes a la hora de hacer ventas... sobre todo, del fútbol formativo", aseguró el presidente del Barça en una de sus últimas comparecencias. Una clara intención de conseguir ingresos con la venta de jugadores que, por diferentes motivos, no sean imprescindibles en el primer equipo. La directiva realiza un gasto anual de 30 millones de euros para potenciar la formación de los canteranos, por lo que no es descartable que en los próximos mercados se pueda dar algún traspaso importante que ayude con el problema del Fair Play Financiero. Una estrategia que se convierta, de facto, en una nueva palanca para llenar las arcas del club.
Una mina de oro desaprovechada
La posibilidad de vender a canteranos que hayan supuesto un coste mínimo puede repercutir en unos beneficios muy necesarios, especialmente para un Barça sumido en una incipiente crisis económica. El fútbol base puede sufrir un terremoto en forma de salidas, a fin de generar ingresos y ejercer de válvula de escape. El Barça no se plantea traspasar hoy por hoy a joyas como Gavi, Pedri, Balde o Ronald Araujo, pero no se descarta que lo haga con futbolistas como Ansu Fati o Eric García, siempre y cuando sigan sin consagrarse ni explotar todo su potencial.
El primero ostenta un valor de mercado de 50 millones actualmente --tiempo atrás era aún mayor--, por los 18 millones en los que está valorado el de Martorell. Ferran Jutglà fue traspasado por cinco kilos y en una temporada ha triplicado o cuadruplicado su valor, gracias a la apuesta de un Brujas que podría volver a pescar en Can Barça dentro de poco. Víctor Barberá (18 años) es un delantero del filial que ya es libre para negociar con otros equipos --termina contrato en 2023--, y lo más probable es que se marche gratis en junio. Al Brujas, o a otro gran club que le pretenda.
Laporta y su junta saben que La Masia es una mina de oro, y quieren dejar de regalar diamantes en bruto. Para ello, será necesario poner el foco en la progresión de cada una de las joyas que empiezan a despuntar, ya sea para potenciar su ascenso al primer equipo --y ahorrar dinero en futuros fichajes-- o bien para enriquecer a la entidad con sus hipotéticos traspasos. La cantera como palanca, como fuente de ingresos recurrente. Los grandes clubes suelen ser más compradores que vendedores, pero eso no significa que deban ser malos negociantes. El Barça de Laporta aspira a cambiar, de forma progresiva, la mala fama que se ha ganado al club en este aspecto.