El tiempo pasa rápido. Más quizá de lo que le gustaría a un Laporta que, pese a las palancas y parches económicos, aún no ha conseguido devolver la estabilidad económica al FC Barcelona. Esta semana se ha cumplido el primer aniversario de la votación en la que 42.693 socios aprobaron la puesta en marcha del Espai Barça. Un sufragio que ratificó la decisión tomada por la Asamblea de Compromisarios, a fin de llevar a cabo una operación trascendental en la historia de la entidad: la de buscar una financiación por un máximo de 1.500 millones de euros para dar luz verde al proyecto.
Apenas cuatro meses después de que se celebrase el referéndum, se firmó el acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona para impulsar la transformación del Espai Barça y el inicio de las obras del Camp Nou. La Comisión de Gobierno del Ayuntamiento concedió la licencia que permitía el inicio de las obras en junio, centradas en la primera y la segunda gradería, en el ámbito tecnológico, en el entorno del estadio y la urbanización exterior.
100 millones de pérdidas el próximo curso
El 21 de junio se anunció igualmente que el FC Barcelona jugaría sus partidos en el Estadi Olímpic Lluís Companys durante temporada 2023-24. El presidente Joan Laporta y el primer teniente de alcaldía Jaume Collboni desgranaron los detalles del acuerdo, que incluye un plan de movilidad para reforzar el transporte público y la movilidad sostenible, además del aumento de los servicios de mantenimiento y seguridad. Jugar una campaña entera en un campo con menos aforo del Camp Nou, sin embargo, provocará también una pérdida de ingresos a la que deberá hacer frente la junta directiva.
Se prevé que el nuevo estadio genere 280 millones de euros cada año, 80 de los cuales irían a devolver anualmente el crédito de financiación. Antes de que eso suceda, habrá pérdidas de ingresos irremediablemente en el global de la campaña 2023-24. El Barça, de hecho, cifró en unos 100 millones de euros la cantidad que el club dejará de ganar por la explotación del estadio. Muchos abonados no retirarán el carnet de socio, produciéndose también afectaciones económicas al no poder explotar los ingresos del Museu President Núñez.
Las obras afectan a los ingresos del Museu
Según ha podido saber Culemanía a través de fuentes relacionadas con el club, el FC Barcelona de Laporta deberá realizar cambios sustanciales para que el museo siga siendo uno de los puntos de atracción para el barcelonismo. Las construcciones en el Camp Nou, que empezaron a tomar forma este mes de noviembre, provocan que el club trabaje en una alternativa que pasará del museo tradicional a uno más provisional, de medidas reducidas, con grandes limitaciones en relación al número de visitas.
Se trata de una reducción de aforo que, de igual manera que la rebaja de asistencia a los partidos que se jueguen en Montjuïc, afectará a las ganancias. El museo es a día de hoy uno de los activos más infravalorados del club. Durante el año 2019, justo antes de la pandemia, logró ingresar hasta 42 millones de euros, lo que demuestra su impacto en la economía de la entidad. Recientemente se han vuelto a ver colas para ingresar al recinto, siendo ese un síntoma de la ilusión y recuperación que vuelve a despertar el club con los nuevos fichajes. La temporada 2023-24, en este sentido, será un curso de transición y supervivencia hasta que todo vuelva a la normalidad.
Hace unos días, se comunicó que las obras de la tercera gradería se encuentran ya prácticamente en la fase final, a falta del derribo parcial de la zona afectada del Gol Sur. De esta forma, las obras del Camp Nou siguen su curso previsto a finales de este mes, y de cara al partido ante el Espanyol del 31 de diciembre se dará por finalizada la primera fase de las actuaciones.