El proyecto de la Superliga no se detiene pese a que el dictamen del abogado general de la Unión Europea sobre la causa que se sigue en el Tribunal de Justicia comunitario (TJUE) sobre la potencial futura competición no haya sido del todo satisfactorio para la iniciativa que lideran Real Madrid y FC Barcelona. Los principales artífices no desistirán de la idea pero sí adaptarán la estrategia a un escenario en el que será difícil que tengan una posición de fuerza.
Aunque la Superliga transmitió una sensación de optimismo en el comunicado que emitió poco después de conocerse las conclusiones del abogado general, éstas cayeron como un jarro de agua fría sobre los gestores del proyecto y sus asesores jurídicos, que en ningún caso esperaban una opinión que situara a la UEFA como tutora de cualquier competición de fútbol que se pretenda organizar en Europa.
Pese a que el pronunciamiento de Athanasios Rantos no es vinculante, la líneas fundamentales del abogado general suelen verse plasmadas en las sentencias posteriores del TJUE, por lo que la estrategia de los responsables de la Superliga se basará, a la espera de la resolución final, en el punto que sí favorece a sus intereses, el que le otorga la potestad de organizar un torneo paralelo a las competiciones de la UEFA, aunque sea bajo su autorización.
“Si la sentencia recoge esta opinión, la UEFA tiene que tener desarrollado un reglamento de participación”, explicó Luis Alonso, responsable de Corporativo del despacho Clifford Chance, que defiende los intereses de la Superliga.
Durante su intervención en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum, Alonso explicó que en el caso de que la resolución final mantenga la línea del dictamen del abogado general, el organismo futbolístico europeo deberá establecer unas pautas para poder organizar competiciones y en ese punto será donde la Superliga tenga que trabajar a partir de ese momento.
En el seno de la Superliga consideran que, al menos, Rantos sí considera que existe libertad para proponer una competición paralela a las organizadas por UEFA; un logro menor pero suficiente para tener un punto de partida que obligue al organismo europeo a sentarse y negociar.
“Traemos una propuesta de innovación, lo suyo es escuchar en qué consiste y, después, tratar de alcanzar un acuerdo. Y no rechazarla de plano o hacer un reglamento improvisado que, más que de participación, es de restricciones”, ha lamentado Alonso.
El papel de A22
Para conseguir que la UEFA sea más proclive a sentarse con los promotores de la Superliga, se antoja fundamental la labor de A22, la sociedad que se encarga de gestionar el proyecto y que, desde hace algunas semanas, cuenta con Bernd Reichart como consejero delegado.
Participante también en el citado acto informativo, Reichart ha apuntado de pasada que en los próximos días mantendrá diversas reuniones con diversos grupos de interés para dar a conocer las repercusiones del dictamen del abogado general y la estrategia a seguir por su parte.
Pero este movimiento cuenta con una parada capital: los clubes de la Premier League. De los doce miembros fundadores de la Superliga, seis se corresponden con los clubes más poderosos de la liga inglesa, la que en la actualidad es, sin duda, la mejor del mundo, gracias sobre todo a su poderío económico.
Su adhesión inicial a la Superliga chocó con el interés del Gobierno británico, entonces liderado aun por Boris Johnson, que les amenazó con posibles sanciones si proseguían en el proyecto. Tras la respuesta airada de los aficionados, a los que se trasladó una idea distorsionada de la futura competición, los clubes ingleses le dieron la espalda, aunque permanecen en el proyecto dado que salir de él conlleva una fuerte penalización económica.
La idea de A22 pasa por tratar de convencer a estos clubes para que vuelvan a estar comprometidos con la alternativa a la Champions League. Ya sin Johnson en Downing Street y con el Ejecutivo británico en una manifiesta crisis de estabilidad ante la desaceleración económica, entidades como Manchester United, Manchester City, Liverpool, Chelsea, Arsenal o Tottenham serían el mejor aval a la hora de sentarse a hablar con UEFA sobre las líneas a seguir.
Será difícil que la sentencia del TJUE dé plena libertad a la Superliga pero existen serias dudas de que UEFA fuera a aplicar correctivos severos a los equipos de la Premier League, además de Real Madrid, FC Barcelona, Juventus o Atlético de Madrid, entre los que podría encontrarse la expulsión de sus competiciones.
Una decisión de ese estilo dejaría herida de muerte a la propia Champions, que no podría contar con los llamados a ser presentes y futuros protagonistas del torneo durante los próximos años.
El modelo de la Euroliga
En cualquier caso, en el entorno de la Superliga también hacen un llamamiento a esperar el contenido de la sentencia, dado que podría diferir de las conclusiones de Athanasios Rantos. Ponen como ejemplo el célebre ‘caso Bosman’, que consagró la plasmación en el fútbol de la libre circulación de trabajadores en territorio comunitario. “Ahora se trata de consagrar el libre establecimiento de competiciones”.
Otros ejemplos que emplean son la Euroliga de baloncesto, el torneo VI Naciones de rugby (competiciones semicerradas y totalmente cerrada en el caso de la última) y el mismísimo Tour de Francia. “¿Alguien piensa que estos torneos no cumplen con el modelo europeo del deporte que aparece en el Tratado?”, apuntan. Se avecinan, en todo caso, semanas de intenso trabajo antes de la ansiada sentencia, prevista para el primer trimestre de 2023.