El Espai Barça sigue avanzando. A ritmo lento, pero aparentemente seguro. Si no hay cambios en la hoja de ruta, el club comenzará las obras de la tercera grada en los próximos días, aprovechando el parón por el Mundial de Qatar. El nuevo plan de reforma, modificado por los anteriores arquitectos de Nikken Sekkei, que han sido reemplazados para la dirección de obra por Torrella Ingeniería, prevé algunos cambios sustanciales con respecto al proyecto aprobado por la junta directiva de Josep María Bartomeu. Estas modificaciones ayudarán, según estimaciones de la actual directiva, a generar más ingresos adicionales de los inicialmente previstos. Si en el proyecto anterior se aspiraba a facturar 200 millones extra, bajo la batuta de Joan Laporta el Espai Barça espera ingresar 280 millones adicionales al año.
Esta diferencia significativa es clave para explicar la financiación del nuevo coliseo azulgrana, que todavía no se ha cerrado con Goldman Sachs porque sigue abierto el pool de inversores que deben prestar los hasta 1.500 millones que pide el Barça. El aspecto positivo es que han adquirido el grado Triple B de una agencia de rating especializada en Investment Grade, lo que ayuda a reforzar la confianza de los inversores porque indica un nivel de solvencia muy elevado, aunque no el máximo. La entidad azulgrana aspira a cerrar satisfactoriamente esta búsqueda a finales de diciembre, cuando también se conocerán los costes de construcción, para poder firmar el acuerdo de financiación del Espai Barça en enero.
Coste total: 2.400 millones en 35 años
Desde el club descartan tener que aportar grandes garantías a los inversores, más allá de los ingresos adicionales que genere el estadio. Es decir, de los 201 millones que se presupuesta ingresar este año a través del Camp Nou, no se tocaría nada. La garantía serían los 280 millones adicionales que se prevé conseguir una vez se haya inaugurado el nuevo estadio. 80 millones irán a parar cada año a Goldman Sachs, una vez superados los cinco años de carencia, mientras que los otros 200 millones extra irán a las arcas del club pero serán garantía de un supuesto incumplimiento en los pagos.
A falta de cerrar unas negociaciones que no estarán listas hasta diciembre o enero, el Barça calcula pagar unos 80 millones anuales durante 30 años. Es decir, un total de 2.400 millones de euros. Este será, previsiblemente, el coste final que el nuevo complejo deportivo acabe teniendo para el club en el año 2058, un siglo después de la construcción del Camp Nou actual, levantado en 1957 bajo la dirección del arquitecto Francesc Mitjans.
Objetivo: duplicar los palcos VIP
La clave para generar esos 280 millones adicionales pasa por la mejora e implementación de diversas actividades. Obviamente, con el nuevo estadio, se prevé una subida de precios que también dependerá, en buena medida, del rendimiento deportivo del equipo. Un Barça ilusionante y letal siempre lo pondrá más fácil para que el club consiga generar más ingresos. Pero más allá del ticketing puro y duro, destaca la apertura de restaurantes y más puestos de frankfurts, que supondrían disparar los ingresos derivados del llamado Food & Beverages. Del mismo modo, se contemplarán como ingresos adicionales el dinero que abone Spotify, o la marca que sea, en concepto de naming rights del nuevo feudo culé.
Sin embargo, la joya de la corona en la generación de ingresos deben ser los nuevos palcos VIP. Actualmente en el Camp Nou hay unas 2.200 localidades en espacios privados y exclusivos que suelen alquilar empresas importantes para cerrar negocios, turistas adinerados o los propios futbolistas, que también están obligados a pagar por ello. La previsión del club con el cambio de proyecto es que puedan haber más de 4.500 localidades VIP, el doble que ahora. Con la propuesta que ideó Jordi Moix se contemplaban menos palcos, pero un poco más cerca del césped, entre la primera y la segunda grada. En el proyecto de Laporta, con Elena Fort y Jordi Llauradó a la cabeza, los palcos pasan a estar entre segunda y tercera grada. Un poco más lejos, pero con mayor capacidad.
Otros cambios del proyecto
La reubicación de los palcos VIP es una de las modificaciones sustanciales del plan Laporta con respecto al plan Bartomeu para el nuevo Camp Nou. Sin embargo, no es la única. Seguramente, la más importante es la renuncia a reformar la primera grada, haciéndola más vertical, para centrar la mayores parte de la reforma en la tercera grada, más obsoleta y deteriorada. Fuentes del nuevo proyecto aseguran que la tercera grada se construyó en 1981 por la empresa de Núñez y se le aplicó "mucha arena y poco cemento", argumento que utilizan para explicar que se tenga que hacer arreglos de forma habitual.
Por lo tanto, se mantiene la primera grada. También la segunda, que es patrimonio de la ciudad de Barcelona y está legalmente protegida. Entre la segunda y la tercera se añaden los nuevos palcos VIP. Se reforma exhaustivamente la tercera grada por considerarse que es la más deteriorada y, también, para ampliar localidades. Por último, se modifica la reforma del techo semi cubierto, que pasa de ser un techo volante completo a ser un híbrido, con una parte de construcción más sólida y una parte de volante suspendido, lo que, a priori, refuerza la seguridad y, sobre todo, abarata costes.