El FC Barcelona tiene la sartén por el mango. A medias, pero la tiene. Joan Laporta y sus allegados no tienen prisa en las negociaciones con el Atlético de Madrid por resolver la situación contractual de Griezmann. El delantero francés sigue cedido esta temporada en el equipo de Simeone, pero no se prevé que vaya a regresar a la entidad culé al término del curso 2022-23.
El viento sopla a favor del Barça
A día de hoy, los culés no tienen problema en que corra el tiempo y el Atlético siga dejando al francés en el banquillo, haciéndole jugar tan sólo en las segundas partes para cumplir la triquiñuela que han estado utilizando para ahorrarse los 40 millones que les costaría el galo. Ante este contexto, está quedando demostrado que el principal perjudicado es el equipo rojiblanco.
Los colchoneros no andan bien clasificados en Liga y en Champions League también están contra las cuerdas, después de haber caído este pasado martes contra el Brujas a pesar de que el propio Griezmann partió, esta vez sí, como titular. Según ha podido saber Culemanía, el FC Barcelona acepta negociar con el club de Enrique Cerezo porque más vale un mal acuerdo que acabar en juicio.
En las oficinas del Camp Nou saben que tienen las de perder si van a los tribunales y prefieren sacar tajada ahora, aunque sea la mitad del precio estipulado inicialmente --20 millones de euros--, que acabar quedándose sin un euro del Atlético de Madrid y con el futbolista de vuelta a la plantilla. Él, y su inflado salario.
El Barça no aceptaría su regreso
De volver al Barça, además, Griezmann lo haría con un solo año más de contrato que haría casi inviable su traspaso, por lo que la única solución que se plantea desde la entidad culé es llegar a un acuerdo lo más factible posible para asegurar su salida definitiva. De todos modos, el Barça sería partidario de esperar al Mundial de Qatar 2022 como límite, mientras que el Atlético quiere resolver ya el asunto. Los rojiblancos, en este sentido, desean tener la libertad de poder alinear al francés cuando quieran, y sin tener límites en cuanto a cantidad de minutos jugados.
Cabe recordar que, en 2019, Gil Marín ganó la primera guerra contra el Barça al arrancar al antiguo club de Josep Maria Bartomeu una cifra de 135 millones de euros por el galo. Los 120 de la cláusula de rescisión y 15 como indemnización para evitar una denuncia a la UEFA. El Atlético, tres años más tarde, está cerca de hacerse con la propiedad del jugador por 20 millones de euros, más otros cinco en variables. Una situación que deja en evidencia tanto a Bartomeu como a Laporta. Y que deberá servir para aprender en el futuro.