Ni un día de tranquilidad. Después de la arrolladora victoria del FC Barcelona sobre el Viktoria Pilsen en el estreno de la Champions League, sin apenas un día entero de haberla podido saborear, este jueves a la noche se viralizaba otra noticia de impacto en clave institucional: los servicios jurídicos del Barça preparan una demanda contra el Atlético de Madrid por supuesto incumplimiento de la cláusula Griezmann.
Hay muchos factores a tener en cuenta para dilucidar la verdad sobre esta cuestión. En primer lugar, hay que recordar que el contrato se redactó a toda prisa, el último día del mercado de fichajes del año pasado, porque la inscripción se tenía que llevar a cabo a las 23:59 del 31 de agosto como muy tarde. Esto ya puede conducir a pensar que, quizá, alguna de las partes no revisó debidamente el contenido redactado o pudo pasar por alto alguna cuestión interpretativa que va camino de ser carne de los juzgados de lo civil.
¿Buena o mala fe?
En segundo lugar, una cuestión que también tiene su valor a nivel jurídico, que es la buena fe contractual. Uno de los elementos a los que, en caso de necesidad, se agarrará el Barça para defender la tesis de que la voluntad final del acuerdo siempre fue que Griezmann no volviese nunca más al club y terminase vistiendo, de forma definitiva, la camiseta del Atlético de Madrid siempre y cuando se superase satisfactoriamente el primer año de cesión.
En tercer lugar, el único punto de encuentro que tienen los dos comunicados emitidos por los respectivos clubes el pasado 1 de septiembre de 2021 en plena madrugada, cuando se firmó la operación: acordaban una cesión por un año más otro año de cesión opcional. Ese aspecto es el único indiscutible porque así está escrito en sendas comunicaciones que emitieron ambas entidades. A partir de ahí, surgen las discrepancias.
El comunicado del Atlético especifica claramente en su redactado que en el acuerdo existe "una cesión por una temporada con opción a otra prorrogable por cualquiera de las dos partes". Es decir, la cesión se podía prorrogar a una segunda temporada tanto si lo pedía el Barça como si lo pedía el Atlético.
Desde el club blaugrana, en cambio, van un paso más allá y aseguran que simplemente si Griezmann jugaba como titular más del 50% de los partidos en los que estuviese disponible, la cesión se tenía que prorrogar automáticamente. Pero es que, además, en el comunicado oficial que emitió el Barça el mismo día hace otro añadido muy significativo: "El conjunto madrileño se hace cargo de la ficha del jugador y tiene una opción de compra obligatoria".
Una opción de compra que, según reconocen ambas partes, dependía de la denominada cláusula Griezmann. El problema viene porque no se ponen de acuerdo en lo que realmente contempla la citada cláusula. Ni qué decir tiene que esa "opción de compra obligatoria" que expuso el Barça en su comunicado tampoco se contempla por parte del Atlético.
Versiones enfrentadas
La versión del Barça, cimentada en el argumento inicial de la buena fe, es la siguiente: Griezmann tenía que estar un año cedido y si jugaba más del 50% de los partidos como titular --45 minutos como mínimo-- se quedaba otro año como cedido, pero al final de ese curso el Atlético estaba obligado a pagar los 40 millones de euros pactados, independientemente de que en la segunda temporada jugase el 50% de los partidos o no. Esto se hacía así para que el Atlético no tuviese una obligación de pago inmediata sino para que pudiese tener margen a la hora de hacer el pago.
La versión del Atlético es distinta. Es un acuerdo de dos años de cesión: la primera, obligatoria; la segunda, opcional. En caso de activarse el segundo año de cesión, el Atlético tendría la obligación de comprar al jugador por 40 millones de euros siempre y cuando hubiese jugado el 50% de los partidos como titular en el cómputo total de los dos años. Esta versión es la que era de dominio público, incluso en el entorno culé, hasta que este jueves el Barça ha anunciado que interpondrá acciones legales contra la entidad rojiblanca.
Gil Marín contra todos
En este sentido, Miguel Ángel Gil Marín, popietario del club madrileño sobre cuyas intenciones ya alertó Culemanía en marzo, entiende que aunque el primer año se superase el porcentaje del 50% --Griezmann alcanzó un 80% de titularidades--, si en el cómputo total de los dos años no se alcanza ese 50%, el club rojiblanco no está obligado a comprar al jugador. Y es por este motivo que han presionado al Cholo Simeone para que nunca saque a Griezmann al campo antes del minuto 60. De forma que, ni con el tiempo añadido, el crack francés pueda llegar a estar 45 minutos jugando (el otro día, en Champions contra el Oporto, estuvo 41 minutos porque el partido terminó en el '101).
Para el Barça esto es una práctica malintencionada, carente de la buena fe bajo la cual se suscribió el acuerdo. La entidad que preside Joan Laporta entiende que el club colchonero está utilizando un motivo estrictamente económico para restar minutos a un jugador que, bajo criterios deportivos, su entrenador pondría a jugar de titular de forma habitual.
El juez decidirá
Ahora está por ver cuál de las dos versiones es la que realmente quedó plasmada en el contrato firmado. Y, en caso de que no alcancen un acuerdo privado las partes en forma de solución --tal vez el Atlético busca forzar una negociación para pagar un poco menos--, tendrá que ser un juez el que determine cuál de los dos bandos tiene la razón. Aunque parezca increíble, todavía existe la posibilidad de que Griezmann regrese al Barça.