Cuando uno empieza a vender partes de sí mismo, corre el riesgo de dejar de pertenecerse. De perder el factor completo de sus decisiones y pasar a depender de terceros. El FC Barcelona siempre ha sido una entidad propiedad de sus socios y aficionados, y Joan Laporta ha asegurado por activa y pasiva, en más de una entrevista, que no permitirá que el club se convierta en una sociedad anónima durante su mandato.
Los últimos movimientos, sin embargo, contradicen sus palabras. Las palancas económicas, cuyo término ha acuñado el presidente --con la ayuda creciente de los medios de comunicación--, no son más que una venta progresiva de activos del FC Barcelona. Beneficios futuros que el Barça decide perder para disponer, en estos momentos, de un dinero líquido que podría ser mayor en los próximos años.
Alguno entenderá que es dispararse al pie. Otro, que mejor amputar ese pie antes de que la infección se extienda por toda la pierna. Lo cierto es que Laporta ha visto una posibilidad de que el Barça resurja económicamente a corto plazo, y la está aprovechando para confeccionar un equipo capaz de luchar por todo.
El riesgo de las palancas económicas
A día de hoy y pese a la venta de determinados activos, que el Barça de Laporta ha ido activando en los últimos meses, no puede decirse que exista un fondo de inversión con la manifiesta voracidad de controlar el Barça. No en el ámbito ejecutivo, y tampoco con el afán de integrarse en el accionariado societario, algo imposible teniendo en cuenta la naturaleza de la entidad blaugrana.
Sin embargo, sí hay que estar atentos al rol que puedan tener más adelante Goldman Sachs y Sixth Street, puesto que la venta urgente de los derechos de televisión ya ha provocado un conflicto de intereses. Goldman Sachs concedió a Laporta un crédito de 590 millones de euros para salvar el peso de la deuda a corto plazo, y y también para combatir una situación de tesorería insostenible cuando llegó a la presidencia.
Goldman Sachs echa el lazo al Barça
El fondo norteamericano estableció como garantía los derechos audiovisuales, y accedió a liberar del total el 10% cuya explotación necesitaba vender el presidente, ante la urgencia de compensar los 150 millones de pérdidas de la temporada 2021-22. Contra la necesidad de ampliar la cesión de derechos al 25% --un 15% más de lo previsto inicialmente--, ahora Goldman Sachs sí puede exigir una contraprestación efectiva.
Este tipo de inversores siempre se cubren las espaldas ante cualquier problema que ponga en riesgo sus futuros cobros. Y en este caso, la venta del 15% de derechos de TV del Barça, correspondiente a la activación de la segunda palanca de Laporta, pone al descubierto unos 300 millones de euros que impulsan a Goldman Sachs a moverse por si el club azulgrana no pudiera hacer frente a la devolución del préstamo inicial.
Una amortización de 100 millones
Algunas fuentes señalan que Goldman Sachs, a cambio de permitir la segunda operación del Barça con Sixth Street, planteará una amortización anticipada de 100 millones en el momento en que se formalice. Esto se traduce en una ostensible reducción de la plusvalía, que si es de 350 millones se quedaría en 250.
Primer contratiempo para un Barça que ya no tiene el control absoluto de sus decisiones, al menos hablando en términos económicos y financieros. Sus compromisos firmados con Goldman Sachs y Sixth Street, además de salvar al club, le condenan en parte. Y serán Laporta y los miembros de su junta quienes valoren, con el paso del tiempo, cómo protegen a la entidad culé de este arma de doble filo.