Las restricciones económicas de la Liga de Fútbol Profesional han atormentado al FC Barcelona en el último año. Desde la llegada de Joan Laporta a la presidencia, el club se encuentra ante un panorama desolador donde se ha enfrentado a un límite salarial de -144 millones de euros. Al tener los gastos por encima de los ingresos y un fondo de maniobra claramente negativo, la Liga ha tenido que imponer diferentes medidas restrictivas al club como la aplicación de las normas 1/3 y 1/4 para las inscripciones de nuevos jugadores. Por cada futbolista que sale, puede entrar el 25% de lo que cobraba. En caso de que sea un jugador franquicia, con salario superior al 5% del presupuesto, puede entrar el 33% del salario liberado. Estas medidas incentivan que los clubes puedan seguir moldeando sus plantillas mientras equilibran el desnivel gastos-ingresos.
El origen de la norma
El origen del control económico de la Liga se remonta al año 2013, cuando Javier Tebas accedió a la presidencia con la misión de terminar con el endeudamiento excesivo del fútbol español, cuya mayoría de clubes vivía por encima de sus posibilidades. La Liga se encontraba con una deuda de los clubes a Hacienda por valor de 650 millones de euros en 2013 y de otros 16,6 millones a la Seguridad Social. Ello motivó la actuación intervencionista de la patronal, a fin de sanear el fútbol nacional y evitar descensos administrativos como los del Oviedo, el Extremadura, la UD Salamanca, el Compostela, el Elche o el Reus y otros casos de clubes que en Segunda han pagado caro el hecho de estar viviendo por encima de sus posibilidades, como el Racing, el Deportivo, el Zaragoza o el Málaga.
El Barça, uno de los tres clubes que nunca han descendido de Primera División --junto al Athletic Club y el Real Madrid--, no ha llegado a estar en una situación tan límite como la de los anteriores clubes mencionados. Sin embargo, las pérdidas que presentó la junta directiva de Joan Laporta hace un año por valor de 481 millones de euros --heredadas de la arriesgada gestión de Josep Maria Bartomeu en su etapa final, de la aparición de la pandemia y de una inflación innecesaria de provisiones y deterioros-- han colocado a la entidad en la delgada línea roja que llevaría al concurso de acreedores. Si fuese una sociedad anónima, podría haber sido declarada en quiebra, pero la realidad es que a pesar de los contratiempos se trata de un club con un imparable poder generador de ingresos. Justo antes de la pandemia, rozó los 1.000 millones de facturación.
Es una cuestión de tiempo volver a alcanzar esas cotas tan elevadas, aunque no será fácil sin la presencia de Messi. Pero ante la delicada situación deportiva que atraviesa ahora el club, es peligroso estar sometido a una serie de restricciones que imposibilitan construir un nuevo bloque ganador capaz de competir a los grandes de Europa. Por este motivo, la junta de Laporta ha tomado la determinación de activar la venta de activos del club para salir de números rojos. Por el momento, la entidad ha vendido el 10% de los derechos televisivos procedentes de la Liga por 25 años al fondo Sixth Street, que ha pagado 207,5 millones de euros, generando un beneficio contable de 267 millones.
En los próximos días se anunciará una venta de otro 15% de los derechos por el mismo periodo de tiempo a cambio de unos 300 millones que generarán un beneficio contable de unos 400 millones en total. La fecha prevista es el 20 de julio, pero de momento los dirigentes están pendientes de tener el permiso de Goldman Sachs para vender esos derechos, ya que el gigante americano tiene los derechos televisivos como garantía del crédito de 595 millones que firmó en favor del club. Cuando se haga, se habrán cubierto los fondos negativos y el Barça podrá actuar sin estar sometido a las restricciones de la Liga.
Pero, ¿cómo funcionan realmente esas restricciones? ¿En qué premisas fundamentales se basa el control económico de la Liga?
Pues a diferencia de lo que ocurre en el resto de Europa o, incluso, en la aplicación del Fair Play Financiero de la UEFA, la Liga española aboga por un sistema mucho más proteccionista que exige dos tipos de controles económicos. Por un lado, el control económico a priori, que sirve para que la Liga ya sepa de antemano en qué situación se van a encontrar los clubes cuando se abra la ventana del mercado de fichajes. Por otro lado, el control económico a posteriori, que consiste en supervisar que durante la temporada se han cumplido los presupuestos en la medida de lo posible y se han realizado las transacciones con arreglo a la situación económica real del club, respetando los niveles de gasto aconsejados (la masa salarial se recomienda que no supere el 70% del presupuesto de gastos).
Las fases del control económico de la Liga
En Europa, el control a priori no existe y se limitan al control a posteriori. Es decir, si has hecho bien las cosas no pasa nada, pero si las has hecho mal, sanción al canto. La Liga, por su parte, intenta prevenir que se hagan mal con esos controles a priori. Según explicaron los miembros de la Liga en una sesión informativa a la que acudió Culemanía, se puede decir que "el control a posteriori es prácticamente calcado al Fair Play Financiero de la UEFA. Un copiar y pegar, prácticamente, que se tendrá que adaptar a la última modifación aprobada por la UEFA". Lo novedoso en España es, por lo tanto, el control a priori. Y éste está dividido en diversas fases.
En primer lugar, hay una primera criba que se realiza el 30 de abril de cada temporada. En esa fecha, los clubes ya tienen que enviar los presupuestos de gastos e ingresos para la temporada que viene (2022-23), además de una estimación final de la temporada en curso (21-22). Interesaba saber, sobre todo, si acabarán el ejercicio con beneficios o pérdidas. De cara a la siguiente temporada, la Liga pide las siguientes aproximaciones: presupuesto de ingresos, de gastos, de inversiones, de financión (el dinero que prevén pedir a los bancos) y de tesorería.
La segunda fase del control a priori se produce el 30 de junio, fecha de cierre del ejercicio en curso. Entonces la Liga, ya con los balances supuestamente cerrados, emite lo que se denomina la "hoja de validación de la Liga". A través de este documento, la patronal informa a los clubes de cuál es su límite salarial para el mercado de verano que empieza el 1 de julio. Sin embargo, puede modificarse.
Las modificaciones se pueden ir haciendo durante el mercado de verano, aunque hay otra fecha marcada en rojo: el 31 de julio. Aquí, la Liga informa a los clubes de los ratios de inscripción que hay que cumplir. Si no se cumplen, no se permite inscribir. Por tanto, es imprescindible presentar los estados financieros en positivo y un certificado de estar al corriente de pagos. Si hay pérdidas, o de la información presentada se desprende que los gastos estarán por encima de los ingresos, entran en juego las restricciones de la Liga para las inscripciones: las ya comentadas reglas 1/3 y 1/4.
Por lo tanto, es imprescindible que los clubes aporten toda la documentación necesaria para demostrar que están saneados y que lo seguirán estando. ¿Y como se controla a futuro, cuando todavía no han pasado las cosas previstas? La Liga tiene un sistema de estimaciones donde calcula aproximadamente los ingresos y gastos que va a generar el club.
Por ejemplo, para calcular los ingresos por ticketing, se toman como referencia los que se generaron el curso anterior. Para calcular los ingresos comerciales, se toma la lista de patrocinadores, contando altas y bajas --Spotify es una alta nueva en el caso del Barça para la nueva temporada-- y se hace una estimación de ventas de merchandising basada en lo que se facturó el año anterior. Los ingresos televisivos no hace falta que lo informen los clubes, ya que la Liga tiene toda la información y hace el reparto. En cuanto a los ingresos de Champions, se hace la estimación de hasta donde pueden llegar --octavos, cuartos, semifinales-- en base a los resultados de los tres últimos años. Otros ingresos como museo, academias, etc., se basan también en lo facturado anteriormente. Por último, los ingresos por traspasos, se basan en una media de lo que se ha ingresado por venta de jugadores en los tres últimos años.
Para los gastos, es todo mucho más preciso: el club tiene los contratos de los jugadores, con los salarios fijos y variables. La Liga contabiliza los que son variables de fácil cumplimiento como si fuesen ingresos fijos. Además, se añaden los traspasos en formas de amortizaciones, que implica dividir el coste de un fichaje en los años de contrato que ha firmado el jugador. A ello se añaden todos los costes de estructura y también se tiene en cuenta la deuda del club a corto y largo plazo.
El cálculo final se hace, por lo tanto, en base a una operación sencilla: se suman todos los ingresos previstos y se les restan los gastos de estructura (no deportivos) y la deuda a corto plazo. Una vez hecha esta ecuación, el resultante es el límite salarial, es decir, el dinero que se puede destinar a los sueldos de los jugadores ese curso. De este simple cálculo resulto el famoso -144 millones de límite salarial del Barça que, ahora, el club pretende invertir mediante la aprobación de las palancas.
Los gastos pendientes del Barça
El Barça tenía un agujero acumulado antes del 30 de junio de unos 600 millones de euros --450 millones de fondos propios negativos por las pérdidas acumuladas durante los dos últimos años y 150 millones de pérdidas de este ejercicio-- pero se empezó a tapar con la aprobación de la primera palanca. El Barça inyectó 260 millones a nivel contable, que ayudarán a terminar el ejercicio anterior con unos 80 o 100 millones de beneficio. Con la segunda palanca esperan conseguir otros 400 millones, que taparán definitivamente ese agujero y equilibrarán los gastos con los ingresos.
Todo ese dinero que entra tiene que ser utilizado para hacer frente a todos los gastos pendientes del curso recién terminado y a los del nuevo ejercicio que empieza, donde el Barça también seguirá contando con sus fuentes de ingresos habituales. Y, especialmente, a cubrir buena parte de la deuda que ascendía a 1.350 millones de euros hace un año y actualmente ya supera los 1.500 millones. Teniendo en cuenta que una parte de esa deuda la asumió Goldman Sachs con un crédito de 595 millones, el Barça debe cubrir, al menos, toda esa deuda a corto plazo que no cubra el citado crédito. Si se hace así, el club podrá inscribir jugadores en base a la regla 1/1 y, además, podrá invertir cierto dinero en fichajes.