Ninguna relación es fácil. Ni una de amor, ni una de amistad... ni tampoco la de entrenador y director de fútbol. Como en todo, hay que ser capaces de encontrar un equilibrio para satisfacer, aunque sea medianamente, las necesidades de cada una de las partes. Y en un contexto post-apocalíptico como el que atraviesa el FC Barcelona, cuidar la relación sin que haya tensiones de por medio es una misión ardua y trabajosa, de aquellas que requieren sacrificios mutuos y alguna que otra decepción.
Xavi Hernández y Mateu Alemany nunca se han llevado mal. Y si ha habido discusiones, nunca han llegado al ámbito personal y han englobado únicamente el terreno profesional. La cuestión es que, después de una temporada en blanco y con la sensación agridulce de haber remado para morir en la orilla, Xavi pretende revolucionar la plantilla este verano y luchar por títulos importantes la próxima campaña. Sabe perfectamente que las capacidades económicas del club son las que son --muy diferentes de cuando él formaba parte del equipo--, pero aun así pide un esfuerzo a Laporta, Alemany y Jordi Cruyff para garantizar la llegada de fichajes de alto nivel.
Mateu, entre la espada y la pared
El de Terrassa prioriza el interés deportivo, mientras que Mateu Alemany tiene órdenes expresas de Laporta y su junta directiva para anteponer el plano económico. Así es como el director de fútbol anda buscando oportunidades de mercado: jugadores que acaben contrato en 2022, en 2023 y/o que no tengan salarios muy elevados. Futbolistas que, en su mayoría, no son cracks consagrados pese a tratarse igualmente de buenos peloteros. Xavi, por su parte, quiere a estrellas que puedan dar un salto de calidad a la plantilla. Cada uno defiende lo suyo, y no hay problema en ello. Sólo es necesario buscar un equilibrio.
De momento, ya hay dos incorporaciones que están cerradas: Andreas Christensen (26) y Franck Kessié (25). Ambos son fichajes de Alemany y llegan con la carta de libertad, procedentes de Chelsea y AC Milan respectivamente. Unas oportunidades de mercado que a Xavi le daban igual y tampoco le ilusionan especialmente, aunque las valora para completar el grupo. Llegan, de hecho, para ser suplentes habituales a no ser que consigan ganarse la titularidad a base de tesón, esfuerzo y buenas actuaciones en los partidos.
Xavi exige, pero también entiende
Para reforzar las posiciones como es debido, Xavi espera que Laporta y Alemany le regalen a algún crack de presente y futuro, como serían por ejemplo Koundé o Koulibaly. Este tipo de refuerzos para la zaga defensiva, sin embargo, son casi imposibles para el club azulgrana a día de hoy, siempre y cuando se pretenda cuadrar las cuentas y no incurrir en números rojos. Es por ello que Mateu aboga por un perfil más bajo, al estilo de Íñigo Martínez, que encima es zurdo y ya sonó con fuerza para el Barça durante la etapa de Ernesto Valverde en el banquillo.
Paralelamente, Xavi quería la renovación de Dembelé a toda costa y, con el paso del tiempo, ha ido viendo que no era posible. Mateu Alemany la negoció por deferencia a Xavi, pero la verdad es que si hubiese sido por él le habría dejado en el banquillo desde el pasado mes de enero. El directivo valenciano está harto de la cabezonería del francés y, sobre todo, de su representante Moussa Sissoko. El Barça no pagará las cifras desorbitadas que piden los franceses, y el Mosquito anunciará en cuestión de días su salida del club, con el que acaba contrato el 30 de junio.
Puntos de encuentro
No todo son problemas y desencuentros, no obstante. Porque Xavi Hernández y Mateu Alemany sí están de acuerdo en los fichajes de Robert Lewandowski, Raphinha y César Azpilicueta. Cierto es que los dos primeros tienen un coste, pero no dejan de ser oportunidades de mercado que el Barça debería aprovechar. Si tienen que costar un dineral, no llegarán. Pero si se negocia la manera de que puedan recalar en el Camp Nou a un precio asequible, Alemany agotará todas las vías en favor del club y de reforzar lo mejor que pueda la plantilla de Xavi.
Ya se ha dejado de contratar a alguna que otra ganga como Antonio Rüdiger --ahí se adelantó Florentino Pérez--, con cuyo representante llegó a reunirse Mateu. El Barça no quiere perder más trenes, y a falta de dinero tirará de estrategia, imaginación e inteligencia para fraguar el mejor equipo posible de cara a la temporada 2022-23. Un grupo que, además de volver a ilusionar al barcelonismo, genere un orgullo mutuo entre Alemany y Xavi. Si los dos acaban contentos una vez pasado el verano, será buena señal.