No son tiempos fáciles para Luis Suárez. El de Salto se ha visto relegado al banquillo de forma constante en este segundo tramo de la temporada 2021-22, y no es ningún secreto que lo más probable es que abandone el Atlético de Madrid cuando finalice el curso. A sus 35 años, termina contrato el 30 de junio y en los últimos días se habló de su intención de regresar al FC Barcelona, con una hipotética llamada telefónica a Joan Laporta que no ha sido confirmada.
Lo que está claro es que, hoy por hoy, Luis Suárez no se plantea la opción de irse a una liga menor y quiere seguir vinculado a un gran club de Europa. Después de haberse sentido maltratado por Ronald Koeman durante los últimos meses de la junta de Bartomeu en la presidencia, el charrúa creería que con la entrada de la nueva directiva laportista se le podría haber abierto una puerta. Nada más lejos de la realidad: el Barça no se plantea actualmente su retorno, y la gran prioridad sigue siendo contratar a Robert Lewandowski previo acuerdo con el Bayern Múnich.
Firme apuesta por la restauración
Sea como sea, la cuestión es que Luis Suárez tiene sus motivos para querer regresar a la ciudad condal. Y no sólo son futbolísticos. Desde que aterrizó en el Camp Nou en verano de 2014 hasta que hizo las maletas, poco más de seis años después, el uruguayo tuvo tiempo de montar hasta tres negocios de restauración en la capital catalana y alrededores. Volver a establecer su residencia habitual en Castelldefels, donde había vivido durante su etapa como azulgrana, le permitiría llevar esos negocios de forma más directa y sin tener que delegar en familiares y amigos, aunque sean de confianza.
El futbolista del Atlético de Madrid cuenta con dos restaurantes de comida argentina en Barcelona. Uno de ellos es El Chiringuito Chalito, ubicado en la playa de Castelldefels y que siempre ha dado un buen rendimiento económico desde que decidió montarlo en 2015, asociándose con los anteriores dueños de El Chalo de Tapas justo antes de cambiarle el nombre.
De Chalito a Chalito, y tiro porque me toca
Visto el éxito del primero, en 2017 Luis Suárez decidió abanderar la empresa Chalo Gestiona S.L., ampliando su negocio con la apertura de Chalito en plena Rambla Catalunya, una de las zonas más céntricas y turísticas de Barcelona. Ambos locales rezuman un estilo fresco y juvenil, dedicado a todos los públicos y con precios muy asequibles en relación a la calidad del producto.
Ahí no terminó la apuesta de Luis Suárez por la restauración en Barcelona, ni mucho menos. Y es que, en plena pandemia, tomó la decisión de abrir un nuevo local llamado Chalito Via Augusta, exclusivo para pedir a domicilio. De momento, la apuesta por sus restaurantes hermanados no le ha ido mal. En el año previo al auge del coronavirus, su negocio facturó más de un millón de euros y cerró el 2021 con cifras parecidas, generando beneficios netos de más de 40.000 euros.
Se pasa al negocio de los helados
De ahí que el uruguayo haya anunciado, hace alrededor de un mes, la apertura de una heladería en Castelldefels. Se llama Momocho y es un local coqueto y con una decoración jovial, donde todo está cuidado al máximo. Allí se pueden encontrar diversos tipos de helados, además de los tradicionales de tarrina o cucurucho, como los tan demandados mochis de distintos sabores. Todo ello, obviando otros productos de la carta como una gran variedad de pasteles y tartas.
Tres restaurantes y una heladería, en definitiva, que sostienen aún más el cariñoso apodo con el que algunos amigos se dirigen a Luis Suárez como El Gordo. Una persona que disfruta con la comida igual que con el fútbol, y a quien seguro que le encantaría regresar cuanto antes a Barcelona para unir sus dos pasiones. De momento, la segunda no será posible... Aunque los culés jamás olvidarán todo lo que hizo por el club.