Pulso por el nuevo Espai Barça. El gigante estadounidense Goldman Sachs se ha puesto serio con la junta directiva de Joan Laporta. El FC Barcelona ha pasado de pedir un préstamo de 815 millones de euros cuando estaba Josep Maria Bartomeu a prácticamente el doble desde la llegada de Laporta. El montante que se aprobó por referéndum asciende a 1.500 millones, que tampoco es mucho dinero para el coloso de las finanzas, pero ello ha comportado que se exijan más garantías.
La principal exigencia que pone Goldman Sachs (GS) al Barça es una mayor estabilidad institucional. La marcha de Ferran Reverter, encargado de conducir las negociaciones hasta su dimisión, cayó como un jarro de agua fría y ha mermado sensiblemente la confianza en el proyecto de remodelación del Camp Nou. Si ahora el elegido para estos temas debe ser el tesorero, Ferran Olivé, lo que quiere GS es que este sea el interlocutor con ellos de principio a fin. La idea es que se estabilice el comité de dirección del club, que recientemente también sufrió la reubicación de Álex Barbany, pasando del departamento de nuevos ingresos al Espai Barça.
Además de Barbany, con más experiencia en el sector inmobiliario que en la generación de recursos comerciales, hay otras dos personas seleccionadas para ocuparse del proyecto de reforma más ambicioso de la historia del club: Maribel Meléndez, jefa del área corporativa, y Joan Sentelles, director del área de recursos y compras. Ellos tres, junto al tesorero Ferran Olivé, al vicepresidente económico Eduard Romeu y al presidente Laporta son los llamados a negociar los flecos del acuerdo que permita invertir 1.500 millones en las obras. Aunque el gran reto del club será, antes que nada, justificar debidamente el aumento del préstamo para pasar de 815 a la cifra actual: hay 685 millones de diferencia.
Recorte salarial del 20%
Otro aspecto que preocupa, y mucho, a Goldman Sachs, es la viabilidad económica del club. Por este motivo, han trasladado algunas exigencias de gestión económica a la directiva. La más importante es que el club debería aplicar una nueva rebaja salarial del 20% que afecte a los principales empleados profesionales. Laporta ya se puso las pilas en este sentido hace algunas semanas en relación al organigrama ejecutivo, donde se han perpetrado numerosos despidos a fin de reducir el elevado número de altos cargos que heredó de Bartomeu. Habrá que ver si afecta también a los futbolistas.
Fuentes bancarias consultadas por Culemanía aseguran, además, que será difícil mantener el tipo de interés previsto inicialmente, que debía rondar entre el 1,8% y el 2%. Este es otro aspecto clave para el club, a falta de determinar cómo se devolverá el dinero.
De Bartomeu a Laporta
Con Bartomeu en el poder, el acuerdo pactado para pagar a Goldman Sachs era el siguiente: cinco años de obras libres de pagos y 25 años de explotación del estadio donde los primeros 50 millones adicionales generados en cada temporada irían directamente al gigante financiero. Esto quería decir un pago total de 1.250 millones. Una cifra importante teniendo en cuenta que la suma prestada ascendía a tan solo 815 millones y que suponía unos beneficios de 435 millones para la firma estadounidense.
Con la nueva propuesta de Laporta, todavía no ha trascendido de forma oficial cómo se devolverá finalmente el dinero que anticipe Goldman Sachs, si es que lo hace, pero la fórmula que había sonado era la siguiente: cinco años igualmente libres de pago por las obras y 30 años en que se abonarían los citados primeros 50 millones adicionales. El problema es que el total de este acuerdo sumaría exactamente 1.500 millones de euros. Obviamente, no tiene ningún sentido que Goldman Sachs anticipe 1.500 millones para terminar recuperando la misma cantidad 35 años más tarde. Todavía queda trabajo por hacer.