Improvisación constante. Así podría definirse el transcurso del primer año de Joan Laporta como nuevo presidente culé. Una segunda etapa que guarda ciertas similitudes con la primera, aunque con la particularidad de que el proyecto de futuro para la entidad estaba menos elaborado y sufría más lagunas. Podría decirse, incluso, que sin el éxito del primer mandato jamás habría existido un segundo. Porque, si algo nos dejó el desenlace de las pasadas elecciones, es que el carisma y el recuerdo de los momentos felices cala más hondo en la gente que un plan con años de dedicación a sus espaldas, elaborado minuciosamente hasta el más mínimo detalle.
También que una imagen potente, como la de la lona gigante del "con ganas de volver a veros" frente al Bernabéu, vale más que mil palabras en tertulias y encuentros con los socios. La sensación es que Joan Laporta ha ido tomando decisiones sobre la marcha y, como el alumno que no ha estudiado todo lo que debería, ha copiado de otros las respuestas del examen.
El espejo de Víctor Font
El destino ha querido que la suerte esté de su lado en el veredicto de dichas respuestas, la mayoría de ellas correctas. En la parcela deportiva, por ejemplo, dos de sus cuatro grandes apuestas eran las de la candidatura de Víctor Font. Se trata de Jordi Cruyff y Xavi Hernández, nombres previstos en el organigrama del aspirante vencido y que, sin embargo, están ayudando a revitalizar al FC Barcelona bajo el mando laportista. Los dos grandes fichajes de Jan han sido Mateu Alemany y Ferran Reverter, y aunque el primero está convirtiéndose en un acierto total, el segundo salió del club de forma repentina hace apenas unas semanas.
En el ámbito económico, más de lo mismo. Víctor Font presentó un plan muy trabajado desde hacía años para refinanciar la deuda del club, mientras que Laporta empezó la candidatura dando palos de ciego, sin ofrecer demasiados detalles sobre cómo pretendía sacar al Barça del hundimiento financiero. Llegó a decir el actual mandatario culé que lanzaría bonos al mercado, algo que se criticó en su momento y que poco a poco desapareció de sus planes. Víctor Font relató, en cambio, un plan de choque de 100 días para refinanciar la deuda y pasarla de corto a largo plazo.
Pues bien, curiosamente eso es lo que ha acabado haciendo Laporta con el crédito de 495 millones que obtuvo de Goldman Sachs. Una refinanciación de la deuda que era la misma fórmula que pretendía utilizar Víctor Font, y que ha aportado al club un oxígeno muy necesario para salir del pozo de manera progresiva.
Bartomeu y el efecto eco
Dejando de lado la comparativa entre lo que ha hecho Laporta y lo que iba a hacer otro de los antiguos candidatos, cabe recordar que los albores del nuevo mandato de Laporta comenzaron con muchas de las acciones que tenía previstas la anterior junta, la de Josep Maria Bartomeu. Mantuvo en el banquillo a Ronald Koeman, también al secretario técnico, fichó a Memphis Depay, Eric García y Emerson Royal (posteriormente vendido al Tottenham)... Y, a partir de ahí, fue tomando decisiones a medida que los acontecimientos se sucedían.
En resumidas cuentas, la llegada de Mateu Alemany podría considerarse a día de hoy su gran éxito, y en consecuencia toda la intríngulis de los fichajes y traspasos con los que se ha mejorado la competitividad de la plantilla y, además, se ha rebajado la masa salarial. El acuerdo firmado con Spotify es otra acción de cosecha propia, aunque la opacidad que reina en torno a las cifras del contrato pone en duda si es lo suficientemente beneficioso para el club. Laporta, después de unos inicios complicados, está consiguiendo que el Barça resurja de sus cenizas. Si es gracias a sus ideas o a las de otros, ya es otra historia.