"El Barça es un club familiar", explica Joan Laporta a los medios de comunicación cuando le preguntan sobre la gestión del transatlántico en el que se ha convertido el FC Barcelona. El presidente quiere devolver la naturaleza humilde y campechana a la entidad deportiva que ha pagado los salarios más altos de toda Europa en el mundo del deporte. No se esconde de ello aunque, para ser justos, debe recordarse que nunca realizó esta confesión tan descriptiva durante la campaña electoral, donde sus rivales a menudo le acusaron de no tener un proyecto trabajado. Siempre habló de los mejores profesionales, y no de llenar el club de amigos y familiares a costa de despedir a ejecutivos contrastados y fichados por head hunters.
Víctor Font se debe estar tirando de los pelos viendo como, poco a poco, el abogado va tomando prestadas varias de las líneas de su proyecto, que sí había sido preparado a consciencia. Tanto en lo deportivo, con las figuras de Xavi y Jordi Cruyff como pilares junto a Mateu Alemany --el único y verdadero gran fichaje de Laporta-- como en lo económico, donde la primera medida de impacto consistió en refinanciar la deuda a través de Goldman Sachs, la financiera escogida por el vilipendiado Bartomeu.
Laporta se ha hecho fuerte en base a una de sus mejores armas, la improvisación, pero tiene un buen maestro que le guía. Johan Cruyff supo hacer de la intuición una genialidad y se acostumbró a decidir acertadamente, tanto en frío como en caliente: no hace falta que esté todo siempre premeditado ni necesariamente la victoria se consigue siempre con los mejores jugadores. Ni con los mejores gestores. A esa máxima se aferra un Laporta mucho más preocupado por la lealtad de las personas que tiene a su alrededor, que por la valía profesional de las mismas.
Los cuatro últimos ejecutados
Esta premisa, que puede sonar a simple para algunos pero que es vital para un presidente que ya sabe lo que son las conspiraciones en su contra, las dimisiones ruidosas de directivos en bloque y las mociones de censura en su contra que acaban con un 60% de adeptos, ayuda a explicar la escabechina profesional que lleva a cabo Laporta. Una limpieza de ejecutivos que conduce a la desprofesionalización del Barça para convertirlo en un club familiar y de amigos.
Los últimos despidos se han conocido este martes y repercuten a tres áreas que para el presidente son vitales: Barça Studios, donde se esperan ingresar 350 millones de euros por un negocio actualmente valorado en solo 100 millones; Barça Licensing & Merchandising (BLM), la sociedad que explota el merchandising del club a través de la venta de camisetas y todo tipo de productos; y las peñas, un movimiento popular históricamente vinculado al club donde Laporta no pretende hacer negocio, sino tener el control y poner orden a su manera. Los despedidos para cada una de estas áreas han sido Paco Latorre, director de Barça Studios, Jordi Balsells, gerente y jefe de estrategia de BLM, y Rubén Bonastre, vinculado al Barça desde hace 22 años a través de La Masia y hasta hoy coordinador pedagógico del club en el área social, relacionado al departamento de peñas. También se conoció este fin de semana la rescisión de contrato del responsable de seguridad del primer equipo, Rafa Soldado.
Más de 50 despidos
Desde que regresó Laporta a la presidencia, ya han sido ejecutados más de 50 cargos. El comité de dirección ha sido reformulado al completo y actualmente solamente hay 15 puestos, mientras que con la junta directiva anterior eran 22 los altos ejecutivos. Posiblemente esta sea otra de las obsesiones del presidente, empeñado en reducir las nóminas salariales, que con Bartomeu se habían disparado en busca de lo que entonces se denominaba "profesionalizar" el club, que se dirigía como una empresa.
De los jefes que componían el comité de dirección de Bartomeu ya no queda ninguno: Albert Soler y Román Gómez Ponti fueron los primeros en saltar. Posteriormente les llegó el turno a Xavier de las Moras, Jordi Joly, Pere Jansà, Pancho Schroder, Bill Mannarelli, Joan Carles Raventós, Mària Vallès, Òscar Grau, Sergio Jerez y Guillem Graell. Todos ellos fueron siendo despedidos entre mayo y julio de 2021. El único que no fue despedido, Javier Sobrino, acabó dimitiendo él mismo en esas fechas. Ya con anterioridad se marchó Xavier Asensi, actual jefe de negocio del Inter Miami, y habían sido ejeutados Jaume Masferrer y Noelia Romero, por motivos bien diferentes vinculados al Barçagate.
Ola de bajas en el área deportiva
En ese mismo periodo fueron rescindidos otros empleados como Xavi Martín, Juan José Castillo y Mario Ruiz, así como muchos profesionales vinculados al ámbito deportivo como Xavier García Pimienta, Xavi Pascual, David Barrufet, Guillermo Amor, Patrick Kluivert, Jordi Roura, Aureli Altimira, Àlex García, Sergi Milà, Andreu Plaza, Txus Lahoz o Nacho Rodríguez. Lluís Cortés es de los que decidió abandonar el club pero no por discrepancias con la directiva sino por tensiones con las jugadoras del Femenino, que siguen triunfando de la mano de Jonatan Giráldez. También en el ámbito deportivo, unos meses más tarde, terminó despedido Ronald Koeman y todo su staff técnico, cuyo cargo ha sido ocupado, y mejorado, con la llegada de Xavi Hernández. Su fichaje también encadenó muchas bajas en el equipo médico y de fisioterapeutas --Juanjo Brau y Xavier Canal, entre otros-- y provocó una dimisión, la de Ramon Planes, artífice de los fichajes de Pedri, Araujo, Abde o Ferran Jutglà.
Posteriormente, entre finales de 2021 y principios de 2022, se han seguido sucediendo los despidos y las dimisiones sonadas. En noviembre echaron del club a Josep Vives, del área de comunicación, y le han seguido otros altos cargos como Ferran López --nombrado por el propio Laporta en abril--, que fue sustituido por Lluís Miquel Venteo. Pero especialmente se ha precipitado una nueva ola de despidos a raíz de la dimisión de Ferran Reverter en febrero. Sus personas de confianza en el club, como el compliance officer Xavier Mas, el jefe del departamento tecnológico Juan Manuel Tabero o el ya citado Jordi Balsells han sido despedidos menos de un año después de su llegada. Se mantiene, de momento, la asistente del CEO, Gemma Pons, que también venía de Mediamarkt.
Se desarma el departamento digital
Sin embargo, el departamento que más sacudido está quedando es uno de los más importantes: el digital. La baja de Paco Latorre se suma a otras salidas muy sensibles, como las dimisiones de Enric Llopart y Jordi Camps, que se sumaron a la de Javier Sobrino en verano, o los despidos anteriormente mencionados de Guillem Graell y Sergi Jerez. En cambio, el área digital ha sido reforzada con Paloma Mikadze, hija de la jefa del gabinete de presidencia, Manana Giorgadze, que son de la plena confianza de Laporta aunque, al menos la primera, suscita muchas dudas para tener un rol importante en el área de estrategia digital. Cuesta entender que el presidente aspire a obtener 350 millones de Barça Studios cuando se ha cargado, o se le han ido, prácticamente todas las cabezas visibles que impulsaron el proyecto.
Muchas bajas, aunque la mayoría de ellas con indemnizaciones de obligado cumplimiento, que a la larga deben servir para reducir costes ejecutivos. El año pasado, a pesar de la primera ola de despidos, el coste del personal ascendió a 50 millones de euros. Los presupuestos para esta temporada contemplan un aumento en la misma parcela hasta los 57 millones.