El presidente del FC Barcelona se hace fuerte en los partidos que más le gustan: los que se juegan en los despachos. Joan Laporta, cumplido el primer año desde que ganó las elecciones a la presidencia del club, cada vez se mueve con más soltura. Parece empezar a sentirse como pez en el agua tras unos meses iniciales que no han sido nada fáciles y donde ha tenido que apagar incendios importantes: la presentación de los avales, las dimisiones sonadas de Jaume Giró o Ferran Reverter, más de una treintena de despidos, el adiós de Leo Messi, la demacración de un mito como Koeman, la firma de acuerdos de dudosa finalidad o la proliferación de familiares y amigos personales en la estructura ejecutiva y, por lo tanto, a sueldo del club. El último, el abogado penalista Sergi Atienza. Todo ello ha sido posible gracias a su buen manejo de los medios de comunicación, que todavía le dan margen de actuación debido a la juventud de su nuevo proyecto. Pero ese no es el único escenario donde Laporta se maneja bien; también lo hace en las altas esferas, donde poco a poco va destapando sus cartas.
Uno de los ases en la manga que guardaba Laporta en este primer año era el de Florentino Pérez. El dirigente culé se ha mostrado muy próximo al presidente del Real Madrid en muchas decisiones de carácter institucional sobre el nuevo fútbol. El abogado entendió en seguida que le convenía ir de la mano de Floro, como le conocen en algunos círculos económicos de Madrid, porque la situación financiera del Barça presagiaba que en cualquier envite contra el club blanco iba a tener todas las de perder. A Laporta le interesaba apoyar la Superliga, porque se presentaba como la fórmula más ambiciosa de conseguir liquidez, y le convenía mantenerse en son de paz con Florentino porque de sus alianzas podían surgir nuevas oportunidades: la más importante, la modificación de la ley reguladora de los avales en clubes deportivos.
Florentino, clave para liberar a Laporta de avales
La inestimable colaboración del presidente del Real Madrid ha propiciado que Laporta se quite una losa de encima con la eliminación de los avales. Ahora, el dirigente azulgrana campa a sus anchas, más relajado sin la presencia del minucioso Ferran Reverter. La mano de Florentino fue clave para que el CSD interviniese contra una norma que al propio dirigente blanco no le interesaba modificar, ya que él seguirá manteniendo el 15% del presupuesto de gastos como aval preceptivo para acceder a la presidencia del Real Madrid. Sin embargo, Florentino apoyó a Barça y Athletic Club en esa causa porque tenía el respaldo de ambos en su cruzada particular contra la Liga de Javier Tebas, hasta hace poco considerado un reconocible enemigo del barcelonismo. Ahora, el escenario empieza a cambiar y Laporta, un tipo astuto y muy acostumbrado a moverse por intereses, tiene otras necesidades. Ya no es tan importante ir de la mano del Madrid.
Superado el obstáculo de los avales, lo que precisa ahora el Barça es de nuevos ingresos para sanear la economía del club. Reducir la deuda (1.350 millones de euros), ampliar el límite salarial y poder cerrar nuevos fichajes que garanticen, no solamente la estabilidad deportiva de un equipo que ya empieza a jugar bien a las órdenes de Xavi, sino también un crecimiento económico con la llegada de nuevos sponsors e iniciativas que ayuden a explotar a lo grande el nuevo Camp Nou.
El Espai Barça es el proyecto faráonico que Laporta hereda de Bartomeu con el objetivo de convertirlo en la gallina de los huevos de oro. Si las cosas se hacen bien, con un equipo de primer nivel basado en grandes estrellas como Haaland, jóvenes descubrimientos que maravillen como Pedri y el buen fútbol propio del ADN Barça que se encargará de garantizar un talibán del estilo como Xavi, podemos estar ante el negocio del siglo. En el Bernabéu, los cálculos más ambiciosos ya estiman ingresos de 400 millones de euros por temporada. En el Barça, unas previsiones mucho más modestas, hablan de un crecimiento de entre 150 y 200 millones anuales. Sin embargo, antes toca cerrar el acuerdo, avanzado, con Spotify y, sobre todo, conseguir los permisos del ayuntamiento de Barcelona.
La rebuscada fórmula para entenderse con CVC
Con esta necesidad económica como premisa clave para cumplir el presupuesto de ingresos --cifrado en 765 millones--, ha llegado la hora de que Laporta empiece a distanciarse de Florentino --su alianza le ha venido muy bien para el tema de los avales y tampoco le ha ido mal al Madrid, consiguiendo que Messi se vaya del Barça mientras se prepara para fichar a los dos jugadores llamados a dominar la próxima década, Mbappé y Haaland-- para acercarse un poco más a Javier Tebas. Las relaciones entre el presidente del Barça y el de la Liga nunca han sido de amistad, pero son cordiales desde que se conocieron hace muchos años en una conversación un tanto esperpéntica que desembocó en el holocausto nazi. El primer paso en este sentido pasa por reconocer abiertamente lo que Culemanía viene explicando desde finales del año pasado: que Laporta está cada vez más cerca de firmar con CVC para conseguir una inyección de 270 millones de euros.
El acuerdo que hay sobre la mesa sigue sin satisfacer al Barça porque implica una hipoteca de 50 años y, lo que es más arriesgado todavía, la entrada de CVC Capital Partners como accionista de la empresa privada que a partir de ahora gestionará los derechos televisivos del club. Para que esos 270 millones no figuren como más deuda, sino como una entrada de capital más propia de una sociedad anónima, lo que hace el Barça es utilizar una sociedad suya --podría ser Barça Studios o una de nueva creación-- para ingresar ese dinero a cambio de vender participaciones a CVC siempre por debajo del 50%. Esto implica que el acuerdo no es solo a 50 años, sino para toda la vida, a menos que se establezca algún tipo de acuerdo vinculante para que el fondo de capital riesgo se obligue a desvincularse en la fecha pactada.
El Barça es partidario de repensar la Superliga
Las negociaciones siguen abiertas y da la sensación de que Laporta demora el acuerdo porque, entre otras cosas, es prácticamente el mismo que se descartó en verano y que hubiese permitido mantener a Leo Messi en el Barça. Ahora que Leo ya no está, y que las polémicas se han ido apagando, Laporta está dispuesto a firmar lo que entonces rechazó. Acerca posturas con Tebas y, por consiguiente, las aleja de Florentino Pérez ya que la Liga y el Real Madrid viven anclados en una guerra permanente e irreconciliable por el control del negocio del fútbol. Tan enfrentados están que da la sensación de que si Laporta se acerca a uno, se distancia del otro y, por ello, se presenta muy atractiva la gestión de estas relaciones en los próximos meses donde el Barça, al menos aparentemente, está empeñado en seguir apoyando al Madrid con la Superliga pero ya puede hacer negocios con CVC y la Liga de Tebas de forma paralela.
Joan Laporta, Florentino Pérez y Andrea Agnelli, los fundadores activos de la Superliga / CULEMANIA
Vista la difícil viabilidad de la Superliga, no queda otra opción que irla repensando con calma y de manera paulatina en aras de conseguir un formato que no degrade las ligas domésticas y pueda forjarse en consenso con la UEFA. Según ha podido saber Culemanía, el Barça es partidario en estos momentos de repensar el proyecto tendiendo puentes y está por ver si el Real Madrid y la Juventus lo apoyarán o seguirán empecinados en hacer la guerra por su cuenta.
Vender acciones societarias, el nuevo negocio culé
Paralelamente, el Barça sigue inmerso en la búsqueda de otros ingresos más allá de los 270 millones que le garantiza CVC. En este caso, las soluciones pasan por vender acciones de BLM (Barça Licensing & Merchandising) y de Barça Studios. Siempre por un máximo del 49% de las participaciones y con el objetivo de que los nuevos socios sean profesionales que se involucren en la explotación del negocio a cambio de llevarse un pedazo del pastel. El Barça desde hace años está focalizado en el enorme éxito de empresas como Disney o Netflix y se considera que el club tiene potencial para llegar a facturar 6.000 millones al año si consigue reinventarse. Por tanto, parece que el futuro del Barça va de la mano de socios inversores que esperan sacar tajada: CVC para la explotación de la Liga, Goldman Sachs para la explotación del Espai Barça y otras compañías todavía por descubrir para la explotación de BLM y Barça Studios, donde estimaciones muy optimistas aspiran a ingresar 350 millones al año. Todo ello comporta un riesgo evidente que pasa por ir entregando pequeñas parcelas de propiedad del club a terceros con fines claramente económicos.