Hace un año ya. El 27 de octubre de 2020, Josep Maria Bartomeu cerró su etapa como presidente del FCBarcelona. Acorralado por una moción de censura en plena efervescencia (avalada por 19.380 socios, cifra superior a los 16.521 que se precisaban), debilitado por las críticas de Leo Messi y harto de los consejos de personas afines, Bartomeu presentó su dimisión y la del resto de su junta directiva. Ese día comenzaba una lenta y compleja transición que culminó el 7 de marzo de 2021 con la victoria electoral de Joan Laporta, su sucesor, empeñado en atribuirle todos los males económicos, sociales, institucionales y deportivos de la entidad.
Bartomeu, en su despedida, cargó contra la Generalitat, que avaló el voto de censura en plena expansión de la pandemia. “Buenas noches. Comparezco para comunicar mi dimisión y la del resto de la junta directiva. Es una decisión meditada por todos. Esta mañana he recibido la respuesta de la Generalitat: el Govern reitera que no hay impedimentos jurídicos para celebrar el voto de censura. Esto quiere decir que exigen que la votación sea descentralizada. No hacen mención a nuestra propuesta de tener 15 días de margen para poder garantizar las medidas de seguridad necesarias”, comentó Bartomeu durante una intervención que superó la media hora de duración.
En manos de Tusquets
En su comparecencia ante los medios de comunicación, Bartomeu dijo que el Barça había dado luz verde a una Superliga europea. También destacó que la economía del club tenía “una solidez indestructible” y argumentó que el coronavirus había tenido un efecto letal para las cuentas del Barça, que quedaba entonces en manos de una comisión gestora que lideró Carles Tusquets, presidente de la comisión económica.
Bartomeu ya era historia. Como presidente, relevó a Sandro Rosell el 23 de enero de 2014. Un año y medio después, el 18 de julio de 2015, fue ratificado tras su contundente victoria en las urnas. Obtuvo 25.823 votos, muchos más que Joan Laporta (15.615), Agustí Benedito (3.386) y Toni Freixa (1.750). El triplete del Barça de Luis Enrique fue decisivo en su elección. Esa noche, Laporta abandonó las instalaciones del Camp Nou sin felicitar al ganador.
Bartomeu, tras ganar las elecciones de 2015 / FCB
El presidente número 40
Presidente número 40 de la historia del Barça, y sexto electo tras Francesc Miró Sans, Josep Lluís Núñez, Joan Gaspart, Joan Laporta y Sandro Rosell, Bartomeu se comprometió a potenciar la figura de los ejecutivos del club. En su segunda etapa como presidente tuvo una baja muy significativa, Javier Faus, el vicepresidente económico que había saneado las cuentas del club desde la proclamación de Rosell como presidente. En 2010. Faus tuvo la osadía de criticar las continuas mejoras salariales que el Barça tuvo que hacer para retener a Messi, el mismo futbolista que acabaría desatando toda su ira contra Bartomeu.
Faus se retiró del Barça antes de las elecciones de 2015. Susana Monje, vicepresidenta económica tras las elecciones, dimitió por motivos personales en noviembre de 2016. Después renunciaron cinco vicepresidentes más: Carles Vilarrubí, Manel Arroyo, Jordi Mestre, Enrique Tombas y Emili Rousaud, quien debía ser el candidato continuista en las elecciones de 2021.
La marcha de Neymar
Seis años antes, el Barça era el mejor equipo de España y Europa. Ese verano, y condicionado por el castigo de la UEFA por la política de contrataciones de La Masía, el club fichó a Arda Turan y Aleix Vidal, que estuvieron medio año sin jugar. Fueron dos incorporaciones erráticas de una larga lista que tuvo continuidad en las siguientes temporadas.
Bartomeu tuvo que gestionar una plantilla de altos vuelos. Futbolistas de mucho talento que le apretaron las tuercas para renovar sus contratos. Y su gestión fue dinamitada por la marcha de Neymar en 2017, tras abonar el PSG los 222 millones de euros de su cláusula de rescisión.
Bartomeu, Neymar y Zubizarreta, en la presentación del futbolista tras fichar por el Barça / FCB
Dembelé y Coutinho
Con la caja del club llena, comenzaron los problemas. La decadencia. Bartomeu, presionado por el famoso entorno, acudió al mercado como un nuevo rico y pagó las ganas y el gusto por Dembelé, fichado un año antes por el Borussia Dortmund por 14 millones de euros. El Barça pagó 105 millones de euros fijos y se comprometió a abonar 40 millones más en variables. Medio año después llegó Coutinho, procedente del Liverpool: 120 millones de euros fijos más 40 en variables.
Bartomeu había jugado fuerte y se equivocó. Ni Dembélé ni Coutinho han justificado todavía unas inversiones tan elevadas. Los números del Barça empezaron a tambalearse y algunas operaciones del presidente suscitaron mucho recelos. Por ejemplo, los intercambios con el Valencia (Neto por Cillessen) y la Juventus (Pjanic y Arthur): pura ingeniería financiera que todavía paga hoy el Barça.
El fichaje de Griezmann
Peor negocio todavía hizo Bartomeu con Griezmann, a quien fichó para presionar a Messi y Luis Suárez. Por él pagó 120 millones de euros al Atlético. Y 15 millones adicionales en concepto de derechos preferenciales por dos jugadores para evitar que dicha operación acabara en los tribunales.
Bartomeu y Messi, tras firmar una renovación el crack argentino / FCB
El Barça, deportivamente, funcionaba pero ya daba muestras de debilidad. Año tras año, el equipo empeoraba. En 2015, el equipo gana Liga, Copa y Champions. En 2016 y 2018, conquistó la Liga y la Copa del Rey. Y en 2019 logró la Liga. Esa Liga, sin embargo, apenas fue celebrada. El fiasco de Anfield (derrota por 4-0) dinamitó muchas cosas.
El burofax de Messi
Bartomeu sopesó el despido de Ernesto Valverde, pero aceptó la petición de los jugadores. “Me equivoqué”, admitió meses después el ya expresidente del Barça. En enero de 2020, la junta directiva destituyó a Valverde y apostó por Quique Setién, la penúltima apuesta de Bartomeu. La última fue Ronald Koeman, que se ofreció y aceptó el reto de renovar a un equipo muy tocado.
Koeman asumió el encargo de finiquitar a Luis Suárez. En cambio, suplicó la continuidad de Messi, quien el 24 de agosto de 2020 envió un burofax dirigido a Bartomeu en el que solicitaba la rescisión de su contrato. El entonces presidente se mantuvo firme y le emplazó a abonar su cláusula de rescisión para irse del Barça. Ganó esa batalla, pero poco después perdió la guerra. De la rendición se cumple hoy el primer año.