La polémica está servida. La junta directiva de Joan Laporta ha comunicado este domingo, después del Barça-Valencia (3-1), la nueva fecha para terminar la asamblea de socios compromisarios que fue suspendida por el presidente para que no se solapase con el partido. Se celebrará el próximo 23 de octubre a las tres de la tarde en el Club Sant Jordi.
Esta decisión comporta cuatro factores que han generado indignación entre el barcelonismo. La primera, que la asamblea se jugará un día en que no hay partido, algo inusual porque no fomenta la máxima participación. La segunda, que no se celebrará en el recinto del Camp Nou, sino en un espacio ajeno que también puede dificultar el acceso a determinados socios que, en muchos casos, no podrán hacer el esfuerzo de perder otra tarde con la asamblea y acudir al estadio al día siguiente para el Barça-Madrid. La tercera, que el clásico sin duda empañará el contenido de lo que todavía se tiene que votar. Y, por último, que el aplazamiento ha comportado un incumplimiento de los estatutos.
Incumplimiento estatutario
Según advierte el artículo 29.7 de los estatutos, la asamblea se puede suspender por causas de gravedad --aunque en este caso la suspensión se da por una evidente falta de previsión que ya se había anticipado y que criticaron varios socios compromisarios durante el acto porque era obvio que no daría tiempo a tratar todos los temas antes del partido con semejante orden del día-- pero hay que notificar la nueva fecha en el mismo momento de la suspensión, cosa que no se hizo. La junta informó de la nueva fecha dos horas después de la suspensión.
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"Si en la asamblea se producen circunstancias que alteren su orden de manera grave o que imposibiliten su continuidad, la Mesa puede acordar la suspensión de la reunión. El acuerdo de suspensión se debe comunicar a los asistentes simultáneamente a la fecha prevista para que se retome, que deberá hacerse en un plazo no superior a 15 días naturales", exponen los estatutos.
Los dos puntos clave que quedaron pendientes
Aunque se trata de un incumplimiento leve, y que no debería dar pie a impugnaciones, no hay que descartar que algún socio se mueva en este sentido. Más que por las dos horas, que se pueden entender comprensibles, por los hechos antes mencionados: nueva fecha en día sin partido, en un recinto ajeno --es cierto que antiguamente se había hecho en el palacio de congresos-- y eclipsado por el clásico.
El principal motivo para ejercer una impugnación sería el hecho de que, probablemente, dos cuestiones capitales como la financiación del Espai Barça y la suspensión del artículo 67.4 de los estatutos se votarán sin haberse prácticamente explicado y con una representación mínima de socios. Este domingo asistieron cerca de 800 compromisarios, que no alcanzan ni el 1% de la total masa social del club, con 140.000 socios. Todo apunta a que el crédito de 1.500 millones de euros para realizar las obras, dando las llaves del club a Goldman Sachs --la deuda total con la financiera ascenderá a 2.100 millones-- será votada por todavía menos socios de los que asistieron este domingo.