Ha pasado un año. Y ¡Vaya año! Naturalmente. Poca gente conocía lo que era realmente un burofax. Finalmente, ese vocablo acabó siendo una palabra tan familiar como podrían serlo “mesa” o “pelota”. Cuando un personaje influyente como Leo Messi realiza cualquier movimiento se genera una expectación grandiosa.
Una imagen de Leo Messi en la tienda del Barça, el día que se hizo oficial su salida del club / EFE
Fue un momento clave en la historia del FC Barcelona. Fueron unos momentos de zozobra en el barco azulgrana, que veía como el mejor jugador de fútbol de la historia se quería marchar del club de su vida.
Ni el coronavirus acaparó más portadas durante ese periodo. Un planeta en pandemia no pudo sucumbir a una noticia de tal índole: Leo Messi pidió formalmente que se quería marchar del Barça. Lo comunicó con un burofax enviado a las oficinas de la entidad. Las miradas tras ese hecho van directamente a otro nombre que le afectaba indirectamente.
La salida de Suárez
Fue uno de los detonantes del deseo de la Pulga, que a su parecer había percibido un trato a su mejor amigo como indigno e injusto. Desde ese momento el barcelonismo, aparte de entrar en pánico, fijó su objetivo en el aquel entonces presidente del FC Barcelona, Josep Maria Bartomeu.
Luis Suárez luce el '9' con el Atlético, la posición que busca reforzar el Barça / EFE
El mandatario catalán se vio obligado a desprenderse del uruguayo tras el impacto tan fuerte del coronavirus en las finanzas de la entidad. El sueldo de Suárez era un impedimento para aquella junta directiva, que trató de controlar la situación de Messi. El astro quería irse a toda costa, pero el Barça no lo iba a poner fácil. Fue una batalla que ganó el club y no el jugador. Fue todo un hito en el mundo del fútbol.
Un pulso sin precedentes
Normalmente las batallas entre dirigentes y futbolistas las acaban ganando éstos últimos. Es el fútbol del siglo XXI. Sin embargo, Bartomeu se saldó como vencedor de algo que le podía costar la presidencia en aquel momento. Leo siempre había dado avisos sobre una hipotética salida. Había pedido siempre refuerzos para tener en una plantilla competitiva. El 2-8 ante el Bayern de Munich fue la gota que colmó el vaso, que se derribó tras la marcha de su cómplice y vecino Suárez. Messi se apoyó en una cláusula que le liberaba a final de temporada. Lo que pasa es que su finalización, el 10 de junio, fue el argumento usado por el Barça, que se salió con la suya.
Messi cumplió su contrato
Tras ceder ante la imposibilidad de romper un contrato tan complejo como el suyo, el ganador de la Copa América con Argentina tuvo que jugar de manera obligada con el Barça. Cosa insólita. Un futbolista no quería vestir con la camiseta de su club. Messi no era feliz, no se le veía contento. Le faltaba alguien: Suárez. Finalmente se fue acostumbrando a vivir sin él y acabó cosechando una Copa del Rey, en una temporada discreta en cuanto a títulos se refiere pero no en cifras goleadores, que fueron excelentes. Todo ello con Ronald Koeman como entrenador, que apoyó en su momento al presidente para que se marchase el uruguayo.
Óscar Grau y Bartomeu tuvieron acceso al contrato de Messi / REDES
Finalmente se ha marchado. Justamente cuando no quería irse y con Joan Laporta como presidente. El actual mandatario ha dejado escapar al emblema azulgrana tras priorizar la economía. Resulta contradictorio que cuando sí se quería ir, se quedó. Y cuando se quería quedar, ha tenido que hacer las maletas. Pretendientes nunca le han faltado. El París Saint Germain ha sido quien más ha apostado por él y se ha llevado finalmente el gato al agua. El Barça por su parte, ha cosechado un año horrible en todos los sentidos. Año complicado. Comienza la era post Messi con más dudas todavía. Un hueco tan grande no se cubre de buenas a primeras, si bien hay muchos candidatos. El Barça debe darle la vuelta a la tortilla para seguir siendo grande, cuando se cumple un año, 365 días, desde el envío del famoso burofax. Momento hitórico.