Sentarse en el banquillo del FC Barcelona se está convirtiendo en una auténtica profesión de riesgo. Desde enero de 2020, por el conjunto blaugrana han pasado hasta tres entrenadores que sufrieron humillaciones importantes. Dos de ellos, Ernesto Valverde y Quique Setién, finalmente acabaron marchándose por la puerta de atrás; mientras que el tercero, Ronald Koeman, tiene todos los números de dejar el Camp Nou en las próximas semanas.
Una situación de inestabilidad que evidentemente también está afectando al juego y al ánimo de la plantilla blaugrana. Estos tres desprecios han coincidido con unos meses negros en la historia reciente de la entidad blaugrana. Tres entrenadores que solo consiguieron levantar un título (la Copa del Rey esta temporada) y que fueron considerados responsables de las grandes debacles, tanto en Europa como en la Liga.
La entrañable sonrisa de Valverde deja la foto del día en su despedida del Barça / EFE - Alejandro García
El primero en ser desterrado de mala manera fue Ernesto Valverde. El Txingurri, tras tres años en los que sumó números incontestables con un bagaje de dos Ligas, una Copa del Rey y una Supercopa, fue virtualmente destituido a altas horas de la noche tras caer contra el Atlético en las semifinales de la Supercopa. La filtración de una reunión de Abidal y Òscar Grau con Xavi Hernández en Qatar dejó debilitado al técnico extremeño y la directiva de Bartomeu quedó señalada por su nefasta gestión y política de comunicación.
Bastó un simple comunicado a los dos días para hacer oficial el adiós de Valverde, sin despedida pública. Su imagen, marchándose de las instalaciones de Sant Joan Despí con una gran sonrisa, parecía presagiar los oscuros meses que vendrían después. Un despido que, además, fue un importante golpe económico, ya que se le tuvieron que pagar los 12 millones de euros del año y medio que le restaba de contrato.
Problemas judiciales con Quique Setién
Su sustituto fue Quique Setién. Un entrenador sin experiencia en equipos de élite, pero que siempre había destacado por sus planteamientos valientes. Llegó prometiendo buen juego y apostar por la cantera. No obstante, con el paso de los meses fue cayendo en el conservadurismo, y pecó de confiar de nuevo en las mismas vacas gradas y no atreverse a revolucionar al equipo.
Duró poco más de siete meses en el cargo, al ser destituido tras la debacle en Champions con el terrorífico 2-8 contra el Bayern de Munich. El gran problema es que se le firmó un contrato hasta 2022, con una cláusula electoral por la que, en caso de seguir en el puesto, la junta directiva entrante podría resolver su contrato al finalizar la 2020/2021. No obstante, Bartomeu le cesó sin seguir posteriormente los procedimientos legales oportunos.
Quique Setién, durante el partido contra el Bayern en Lisboa | EFE
Su despido comportó una batalla, tanto legal como moral, entre el club y el entrenador. Setién denunció al Barça por impago de parte de los emolumentos de su contrato, y reclama cuatro millones de euros. Una cantidad que el Barça no está por la labor de pagarle, justificando "la falta de capacidad" del santanderino para entrenar. Mientras que sus ayudantes sí llegaron a un acuerdo, la relación entre el Barcelona y Setién apunta a acabar en los tribunales.
El desprecio a Koeman
Finalmente, Laporta tampoco ha tenido un inicio de mandato cómodo. El nuevo presidente no está dudando a la hora de despreciar a Koeman, la última herencia de Josep María Bartomeu, que le firmó un contrato de dos años sin tener en cuenta la llegada de una nueva junta directiva.
El técnico holandés nunca ha sido la opción preferida del abogado para el banquillo. Desde su llegada a la presidencia, le dio confianza para no interferir en el equipo pero nunca lo ratificó. El desastre del final de Liga fue el motivo definitivo de Laporta para justificar la salida de Koeman. Un adiós que, sin ser oficial, se ha escenificado de muy malas formas.
Koeman, en una imagen de archivo / EFE
Sin embargo, el problema de nuevo reside en que despedirlo le costaría al Barça cerca de 7,5 millones de euros, más lo que todavía se debe pagar a la selección holandesa por facilitar su salida. Una cantidad controvertida en el contexto de crisis económica que vive el club. Por eso, Laporta le sigue presionando e, incluso, despreciando, planteando reuniones donde le explica que tiene varias opciones para sustituirlo, con el objetivo de que sea el propio holandés el que decida dar un paso al lado.
La estabilidad es clave para afrontar un proyecto competitivo a largo plazo. Las humillaciones y los cambios de entrenador no están permitiendo al Barça plantear una estrategia de futuro cimentada en un modelo concreto. Decisiones que han dejado en muy mal lugar al club, también a nivel económico, con un gasto que puede irse hasta los 23 millones en dos años.