Luis Suárez se tiene que conformar con ver a sus compañeros desde la televisión cuando hay partido del Barça. El entrenador, Ronald Koeman, le comunicó por teléfono que no contaba con él a los dos días de aterrizar y, desde entonces, no lo ha convocado para ninguno de los dos partidos disputados aunque entrena con normalidad.
La situación con el Pistolero irradia tensión, aunque el delantero uruguayo se está comportando como un profesional, sin hacer ruido ni armar jaleos. Suárez se dedica a entrenar en cumplimiento de su contrato sin perder de vista el mercado y ganando tiempo mientras sus abogados exigen al Barça el cobro de la totalidad de su contrato: 30 millones de euros brutos.
El charrúa aguarda su momento con un as en la manga: la continuidad de la junta directiva de Bartomeu no está garantizada. En caso de que prospere la moción de censura impulsada por Jordi Farré en alianza con otros precandidatos y colectivos barcelonistas, las cosas podrían cambiar de manera radical. ¿Cómo gestionaría su situación un hipotético nuevo presidente que, ante todo, quiera empezar con buen pie con Leo Messi?
Entre salir y quedarse con una incierta moción
Suárez, que parecía tenerlo hecho con la Juventus, ha descartado definitivamente esa posibilidad por problemas burocráticos. Las otras opciones que tiene sobre la mesa, Atlético y PSG, tampoco son sólidas ni terminan de convencer al jugador. Ni a su familia.
Por este motivo, la mejor opción del uruguayo en estos momentos pasa por seguir en Barcelona, donde tiene a los suyos y la garantía de un contrato que le asegura un auténtico dineral en su último año. Mientras espera, tal vez la moción prospera.
El único problema que puede tener de seguir alargando la agonía es que el proceso del voto de censura seguirá en marcha una vez cerrado el mercado de fichajes, que termina el 5 de octubre. Por lo tanto, Suárez debe arriesgarse a permanecer en el club esperando un cambio de presidencia que podría no producirse aunque se hayan recolectado las 16.500 papeletas necesarias para impulsar la moción.
Koeman alimenta la esperanza
Si los opositores presentan las firmas este 17 de septiembre, hay un plazo de 10 días hábiles para que se constituya la Mesa de Voto de Censura. Posteriormente, se pone en marcha otro plazo de 10 días hábiles en que los cinco miembros de esa mesa deben validar las firmas. Y, una vez validadas, se procedería a la convocatoria de la votación, que debería celebrarse en un mínimo de 10 y un máximo de 20 días hábiles. Más de un mes. Si ganan los opositores, a elecciones.
Messi y Koeman se saludan en el duelo contra el Girona TWITTER
En caso de que finalmente hubiese otro presidente, a Suárez le podría haber salido muy bien la apuesta de quedarse. En caso de que el proceso termine como el de 2008, donde Laporta se resistió a abandonar a pesar de una férrea oposición en su contra, Suárez tendría que estar un año más bajo el mandato de Bartomeu y, a priori, sin contar en los esquemas de Koeman.
Aunque la última rendija de esperanza la abrió el propio Koeman este miércoles en la Ciutat Esportiva tras el Barça-Girona. El entrenador holandés, que se mostró cercano a Messi, confesó que si finalmente Suárez se termina quedando en el Camp Nou, será uno más de la plantilla. Con lo que dependería solamente de Suárez el ganarse un sitio. Aunque visto lo visto, parece complicado.