Leo Messi hizo público este viernes su malestar con la directiva de Josep María Bartomeu, y con el proyecto deportivo actual. Y reconoció que se quedaba, como mínimo, un año más en el Camp Nou a disgusto, porque el presidente no cumplió su palabra ni le facilitó una salida.
El argentino montó un circo mediático considerable. Filtraciones, especulaciones... y no se pronunció hasta que no se vio acorralado. Evidentemente, en un año todo puede cambiar. Con la llegada de una nueva directiva, y en función de los resultados del equipo, el 10 podría recuperar la ilusión de colgar las botas en Barcelona.
Leo Messi en un partido del Barça / EFE
Sin embargo, lo que es seguro es que estará obligado, en verano de 2021, a firmar un nuevo contrato. Posiblemente el último de su exitosa carrera. Y seguramente será a la alza. Porque tras las últimas contrariedades, si cualquier candidato quiere persuadir a Leo, deberá hacerlo con una gran oferta económica sobre la mesa. Por las molestias. ¿Habrá sido todo una estrategia de Messi para estrujar al Barça?
Las amenazas de julio
El enfado de Messi con el FC Barcelona, y que motivó su posible salida del club, no fue solo por motivos deportivos. Tampoco por diferencias con la junta directiva. Detrás de todo también se esconden causas económicas. El pasado mes de julio, y tal y como avanzó Culemanía, el capitán azulgrana se negó a renovar su contrato porque el Barça no le ofrecía ningún nuevo aumento salarial.
A esto, hay que sumar también el mosqueo del argentino por tener que renunciar al 70% de su sueldo durante el Estado de Alarma. Algo que intentó evitar, pero finalmente no consiguió escabullirse. Todo esto llevó a Messi a plantear a Josep María Bartomeu, vía Whatsapp, lo siguiente: "¿Cuánto hay que poner para salir?".
Bartomeu, en un acto junto a Leo Messi | EFE
Con ese mensaje, el genio de Rosario era consciente de que la cláusula liberatoria del 10 de junio había expirado. Messi sabía desde hace meses que, si enviaba el burofax y se limitada a acogerse a la cláusula liberatoria de su contrato, ya caducada, solo podría marcharse a través de un juicio. Una solución judicial que posteriormente negó por "amor" al escudo del FC Barcelona.
No obstante, no ha sido hasta que ha visto que su patrimonio podía quedar afectado (si el City hubiese pagado un traspaso por él no le habrían podido mantener el suculento salario ofertado), que Leo ha hecho público su malestar y su intención de abandonar el Camp Nou, pese a saber que no era posible. Una estrategia que le da fuerza para, si los próximos candidatos a la presidencia intentan convencerle para continuar, poder conseguir una última renovación todavía más contundente. Un plan maestro para cuidar su imagen, y a la vez mejorar sus ingresos.