Jueves 9 de enero. El Barça cae en las semifinales de la Supercopa de España tras perder ante el Atlético de Madrid (2-3) y las alarmas se encienden. A raíz de la derrota, la directiva empieza a buscar nuevo entrenador tras palpar la mala dinámica y que el vestuario empieza a desconfiar de la figura de Ernesto Valverde. Pocas horas después sale a la luz la propuesta a Xavi para dirigir el equipo y a los siguientes días también aparecen los nombres de Koeman y Pochetino. El despropósito de la directiva termina el 14 de enero cuando el Barça anuncia que Quique Setién se hace cargo del banquillo culé. Seis días de disparos sin dirección alguna.
Un método radical
Quique Setién asume las tareas de entrenador con unas ideas muy claras y ganas de incorporar nuevos conceptos de juego. En el primer partido contra el Granada ya destaca el cambio de dibujo hacia el 3-5-2. En este, Sergi Roberto ejerce como tercer central mientras que Jordi Alba se sitúa en posiciones ofensivas. Además, Setién confía en la salida de balón de Umtiti por delante de la consistencia que había mostrado Lenglet.
Estos cambios realizados a mitad de temporada y sin tiempo de trabajar la nueva idea provocan que en los partidos se hayan visto desajustes. El mismo entrenador confesó tras la derrota contra el Valencia que "igual los jugadores no interpretan bien algunas cosas". El equipo se ha visto poco profundo en ataque y con fallos de comunicación y posición en defensa.
El problema en este punto es que nadie, ni presidente ni dirección deportiva, le dan a Setién unas líneas maestras a seguir o unas condiciones para poder hacerse con las riendas del equipo con unas mínimas garantías. El entrenador debe tener libertad de acción, pero en mitad de temporada es osado hacer una revolución que ponga en riesgo los títulos que iban bien encaminados. Quizá alguien debía decirle a Setién que antes de cambiar un sistema bajo el que llevan más de 10 años actuando era conveniente buscar un consenso para, en todo caso, hacer una transformación paulatina. Y da la sensación que nadie ha hecho esa tarea que debería corresponder a Eric Abidal. El error segundo, una vez tomada la decisión de hacer las cosas de cualquier forma, no es apostar por Setién, sino darle manga ancha sin advertencias.
Desafección con el vestuario
Esta semana, Catalunya Ràdio explica que ha habido un distanciamiento entre Setién y los jugadores. Según el medio, en el primer entrenamiento los jugadores se sorprendieron de la exigencia del nuevo técnico y algunos jugadores no entienden su nuevo rol en el sistema que ha imprimido Setién. Además, el periodista Ramon Salmurri detalló que las últimas declaraciones del entrenador en Mestalla, donde admitió que al equipo le faltó intensidad, no han sentado bien al vestuario ya que las órdenes del técnico cántabro habían sido de no realizar acciones que pusieran en peligro la pérdida de posesión.
Lo que es evidente es que el mensaje directo de Setién hacia el equipo no ha calado de la forma que quería el entrenador. Ahora mismo, por lo tanto, el cántabro se encuentra ante la dicotomía de si debe insistir sobre su idea o adaptarlo según las demandas de la plantilla.
El peligro de los malos resultados
El mundo del fútbol se rige, en mayor o menor medida, por los resultados. El Barça añadió, primero con Cruyff y después con Guardiola, una manera de ver el futbol distinta y que fue tomada como modelo del juego de posición. En los últimos años, ya con Luis Enrique, es evidente que esta idea se ha ido haciendo pequeña y el Barça se ha dirigido hacia una fórmula más simple. A pesar de eso, como mínimo en Liga, los resultados han ido acompañando a los azulgranas.
Con Setién en el banquillo y tras la derrota en Mestalla, que sitúa al Madrid líder en solitario, parte de la afición empieza a reclamar más consistencia al equipo. Al final, muchos de los aficionados, y los jugadores y directivos actuales, tienen una visión mucho más resultadista que las ideas de Setién. Asimismo, veremos si el nuevo técnico vuelve al sistema de 4-3-3 tradicional en can Barça o sigue apostando por el dibujo que ha mostrado en sus partidos.
La primera prueba será este jueves contra en Leganés en partido de octavos de final de la Copa del Rey, en el cual también habrá que ver si contará con los jugadores habituales o por los que gozan de menos minutos, así como otros del filial. La Liga volverá el domingo, nuevamente en casa, frente al Levante.