Una de las grandes historias del último verano del Barça fue el intento por traer a Neymar de vuelta al Camp Nou. Las exigencias de gran parte de la plantilla, entre los que había algunos pesos pesados como Messi o Luis Suárez, junto al manifiesto interés del jugador brasileño en volver a vestir la camiseta blaugrana, obligaron al presidente Josep Maria Bartomeu a intentar por todos los medios posibles el fichaje del delantero.
Sin embargo, el presidente del Barça ya sabía des del primer momento que traer a Neymar de vuelta sería una tarea extremadamente difícil y donde entrarían en juego muchas piezas diferentes de un rompecabezas prácticamente inasumible. Así fue.
Una negociación imposible; un contrato demencial
La primera traba con la que se encontró el Barça fue la negociación del PSG. En un verano donde se filtraron una cantidad interminable de propuestas al equipo francés, en la que incluso se llegó a hablar de una opción de Rakitic y 125 millones de euros, junto a la cesión de Dembelé y Todibo; finalmente los dos clubes no llegaron a ponerse de acuerdo en nada. Y es que, tras ese momento, en el Barça se dieron cuenta de que, o se limitaban a pagar la cantidad desorbitada que pedían los franceses, o el traspaso sería imposible. La opción de añadir jugadores para reducir la cantidad no interesó en ningún momento al PSG.
Una foto de Neymar Jr. durante un entrenamiento del PSG / PSG
Además, en caso de haber llegado a buen puerto con la negociación, el conjunto azulgrana tendría que haberse hecho cargo del contrato del jugador brasileño, que este año asciende a más de 36 millones de euros. Pero lo que realmente mantuvo a Neymar en la capital francesa no fue ni el rendimiento deportivo del equipo ni su elevada ficha. Lo que no permitió al crack brasileño dejar París fue la enorme cantidad de contratos que le patrocinan.
En manos de Qatar
Aunque Cristiano Ronaldo es el jugador que más dinero ingresa por contratos publicitarios, según la revista Forbes; Neymar es el más accesible. Y es que los grandes jugadores de fútbol generan un gran porcentaje de sus ingresos mediante la publicidad y, por tanto, están ligados en parte a los deseos de las marcas.
En este caso, el brasileño es la imagen de 35 firmas que le generan contratos multimillonarios. Y entre ellos, es embajador del Qatar National Bank, empresa también patrocinadora del PSG. Así, tras el fichaje por el equipo parisino y el contrato con esta empresa, Neymar se convirtió en el buque insignia del estado árabe.
El contrato de Neymar con el equipo de París finaliza en junio de 2022, una fecha para nada aleatoria ya que es justo después del Mundial que se celebrará en Catar. Y es que tras firmar el megacontrato con la empresa catarí, por el que cobra 36 millones de euros más una importante comisión para su padre y su fundación; el brasileño se convirtió en la principal imagen para promocionar el campeonato. Pero lo más importante es que cualquier decisión que tome el delantero en su carrera deportiva deberá ir acorde a los intereses de Tamim bin Hamad Al-Thani, emir de Catar.
El precio de vender el alma al diablo
Por tanto, la vuelta de Neymar al Camp Nou parece un hecho prácticamente utópico. El jugador no parece tener ningún poder real de decisión. Para que el traspaso se pueda dar en algún momento, tendrían que alinearse muchos elementos y que los intereses de todo lo que rodea al jugador fuesen favorables. Un hecho prácticamente imposible.
El caso de Neymar es un claro ejemplo de lo que ocurre cuando uno vende su alma al diablo. Se queda sin la opción de decidir lo que le hace más feliz.