El presidente del FC Barcelona simboliza una figura que acapara mucho poder --con permiso del vestuario-- y ostenta variadas atribuciones enfocadas al buen gobierno de la institución. Josep Maria Bartomeu i Floreta, pese a su fama de tipo discreto, no es menos desde que llegó al cargo y a fecha de hoy tiene un control casi absoluto del club. La única parcela que no domina con autoridad son los jugadores.
El máximo mandatario azulgrana, que al parecer es también un aficionado a practicar kick boxing, lleva en el foco de la noticia más días de los que probablemente le gustaría. Si bien solventó con naturalidad y cierta habilidad una cómoda entrevista hace algunas semanas en Barça TV, en los últimos días ha tenido que lidiar nuevamente con las críticas. Primeramente, a través de las declaraciones de Leo Messi para Sport y, el sábado pasado, tras el dardo envenenado de Gerard Piqué en zona mixta.
Messi, que dio la cara en una entrevista para el diario que más se ha mojado durante el verano sobre la necesidad de fichar a Neymar, puso en duda que la directiva hiciese todo lo posible por traer de vuelta al brasileño, pero no se quedó ahí. También asestó otro ligero palito al presidente que ha pasado más desapercibido: “No puedo hablar de los contratos porque existen cláusulas de confidencialidad”. Un recado en relación a la filtración de que se puede ir libre si quiere, dando a entender que Bartomeu tampoco debió hablar de aquella cláusula como lo hizo en la entrevista.
Bartomeu, vicepresidente deportivo
El presidente es plenamente conocedor del contrato de su estrella, así como de las cláusulas de confidencialidad, pero no dudó en reconocer la existencia de la misma. Es una de sus funciones, especialmente desde que asumió el rol de vicepresidente deportivo tras la sonada dimisión del que fuera buen amigo suyo, Jordi Mestre. Un cargo todavía vacante y que cuenta con tres posibles aspirantes dentro de la junta si no llega alguien de fuera.
Leo Messi posa con Bartomeu, Mestre, Bordas y Pep Segura tras su última renovación / FCB
Si bien estos meses es Javier Bordas quien de manera extraoficial ha dado un paso al frente en negociaciones deportivas, haciendo las veces de vicepresidente –especialmente en el caso relativo a Neymar–, lo cierto es que Bartomeu también sigue con atención todas las negociaciones de fichajes. Cómo él mismo reconoció en la entrevista para Barça TV, ha intervenido en todas las operaciones: desde De Jong a Junior Firpo, pasando por Griezmann o la frustrada de Neymar.
El presidente recordó que con Sandro Rosell al frente del club, le tocaba a él ostentar ese cargo de vicepresidente deportivo y se sentía muy cómodo. Le entusiasma, más incluso de lo que muchos imaginaban. Por tanto, dejó patente que todas las operaciones llevan, al final, la firma y sello del presidente. Incluso las que salen peor de lo esperado.
Bartomeu, vicepresidente económico
Lo que pudo sorprender más fue la naturalidad con que Bartomeu asumió la asunción de tareas cuando otros directivos y/o vicepresidentes han dimitido. En los últimos años se han marchado varios del club y, en la mayoría de los casos, el propio presidente asumió temporalmente las funciones de los dirigentes dimisionarios.
Bartomeu se responsabilizó de las tareas de Susana Monje cuando dejó el cargo por distintos escándalos societarios que venían lastrando su imagen. Ella ejercía de vicepresidenta económica en lugar del también dimitido, con anterioridad, Javier Faus. Pero nunca trascendió que el presidente asumiese esas funciones mientras Quique Tombas se preparaba para el cargo. Se ha conocido esa información a posteriori.
Bartomeu, vicepresidente comercial
Con Tombas como vicepresidente económico y tesorero, Bartomeu delegaba una función muy compleja, aunque no fue la única que ostentó sin corresponderle. También cuando dimitió Manel Arroyo, el presidente se cargó a la espalda la mochila del área comercial: negociaciones con patrocinadores y televisiones. Unas tareas que ahora, de manera mucho más discreta, recaen en el directivo Josep Pont, hermano del fallecido Ramon Pont.
Otras tareas como las que ostentaban Carles Vilarrubí, exvicepresidente institucional, o Jordi Monés, exresponsable del área médica, no han sido debidamente restituidas desde dentro de la propia directiva. Pero los profesionales en la parcela ejecutiva se encargan de ello.
Son las excepciones que confirman a un presidente cada vez más intervencionista y que ha tomado decisiones a menudo impopulares, como mantener a Valverde en el cargo, el fichaje de Griezmann o, hace casi un año, modificar el escudo del club para terminarlo retirando del orden del día. Ahora tiene como gran reto resolver el conflicto con el vestuario, liderado por Messi y Piqué. Pero no los llamará a despacho, como se publicó recientemente, sino que tirará de naturalidad y discreción para abordar al central catalán en el momento idóneo.