El FC Barcelona se quedará, o así lo parece a 24 horas del cierre de mercado, a las puertas de firmar su tercer gran fichaje del año: Neymar Jr. Tras la llegada de Frenkie De Jong, anunciado en el mercado de invierno, y de Antoine Griezmann, todo hacía pensar que el siguiente gran movimiento sería el regreso del carioca.
Tras semanas de negociaciones, ninguna de las partes implicadas ha dado su brazo a torcer y el Barça cerrará el mercado sin la incorporación de brasileño y sin tampoco un delantero centro que compita directamente con Luis Suárez. El regreso del carioca se priorizó ante todos los movimientos en la línea de ataque, pero finalmente, los esfuerzos han sido en vano. Se han acercado posturas que pueden servir para el futuro, pero no ha sido suficiente. La salida de Neymar de París tendrá que esperar a 2020 y su destino volverá a ser igual de incierto.
Una operación que ha dejado muchas fracturas internas y externas y que, a gran escala, se resume en que el club catalán ha intentado reforzarse con un gran jugador que se arrepiente de su decisión.
Sin una hoja de ruta clara
El hermetismo entorno a la operación regreso del brasileño ha dado pie a distintas informaciones. Algunas ciertas, otras medias verdades y otras falsas, pero todas han llegado a oídos del barcelonismo y también al vestuario azulgrana. La realidad es que la división en la directiva y la escasez de liquidez en las arcas azulgranas han frustrado una operación que casi se lleva por delante a distintos jugadores y que ahora, si no se da un giro en los acontecimientos, seguirán en el Camp Nou después de tener pie y medio fuera del Camp Nou.
Una foto de Josep Maria Bartomeu, presidente del Barça / EFE
El afán y los esfuerzos de Bartomeu y sus hombres más cercanos es encomiable, pero la comunicación interna del club no ha sido la adecuada. Tampoco ha colaborado la prensa, con muchas presiones y distintas versiones, pero la transparencia entre las paredes del Camp Nou y el vestuario denotan una falta de sensibilidad preocupante provocada por las prisas y las urgencias de un club que ha actuado a la desesperada.
Neymar, supuestamente, se queda en París. Así lo aseguran medios franceses y otros intermediarios de la operación. Pero no es el único problema.
Transparencia nula
En el caso Neymar los damnificados están claros: Rakitic y Todibo. Dembelé era un daño colateral e incluso una necesidad dado su bajo rendimiento y su elevada ficha. Un castigo en forma de cesión, pero nada que ver con el caso del centrocampista y el francés. El central tiene poco que decir. Es un fichaje de club y costó un millón de euros, pero un jugador de la importancia y los galones de Rakitic es normal que esté molesto.
Una foto de Ivan Rakitic durante un partido del Barça / Instagram
No se ha sido sincero con el jugador y el enfado es inevitable. Se les incluyó a los tres, y a tantos otros para convencer a Nasser Al-Khelaïfi, sin ni siquiera saberlo. Lo que ocurría en aquellos despachos fue totalmente ajeno al conocimiento de los jugadores. Una situación incómoda, pero que desafortunadamente, no es primeriza.
Otros casos similares
La falta de transparencia en estos casos puede justificarse de algún modo. Se mueven cientos de millones y son operaciones que pueden reventar el mercado, pero en otros casos la comunicación del club ha afectado directamente a jugadores ejemplares. La última polémica la protagonizaron De Jong y Aleñá con el reparto de dorsales. Mientras el holandés esperaba conocer las salidas definitivas para elegir número, Aleñá accedió a cedérselo.
Una foto de Frenkie De Jong y Carles Aleñá con sus nuevos dorsales / FCB
Se comentó que el canterano se lo había dado amablemente, pero días más tarde confesó estar molesto con el club. Al parecer, los representantes azulgranas prometieron al holandés el 21 cuando se fraguó su fichaje sin tan siquiera consultárselo al de Mataró. La polémica le costó un toque de atención al centrocampista y allí se acabó, pero abrió la caja de Pandora. El club no es transparente con algunos de sus jugadores y muchos lo saben.
En el fichaje de Neymar, y dejando a un lado a los protagonistas paralelos, --Rakitic, Dembelé y Todibo-- también se entendió en el vestuario que la apuesta del club no era seria. Leo Messi, uno de los principales valedores de su regreso, estaba molesto con la directiva por no pujar seriamente por el delantero. Un mosqueo que se ha apagado con el paso de los días y con la evidencia de que el club fue a por el extremo, pero los movimientos no convencieron en un primer momento.
Los rumores pasan factura y con el cierre de mercado, tocará sanar heridas y limar asperezas. Esta vez sí, tocará ser claro.