Josep Maria Bartomeu está solo ante el peligro. El mal final del pasado ejercicio causó un auténtico terremoto en la junta directiva y la dirección deportiva del FC Barcelona. A principios de julio dimitió Jordi Mestre, el vicepresidente deportivo, por fuertes desavenencias con el resto de la cúpula. Nadie lo sustituyó en el cargo.
El adiós del empresario acabó comportando la marcha de Pep Segura, el mánager general del fútbol. Al leridano tampoco lo reemplazó nadie, aunque es de esperar que tanto Eric Abidal como Ramon Planes, el ayudante del exfutbolista, asuman más poder en lo que a materia de fichajes se refiere.
En menos de un mes se han marchado los dos eslabones que separaban a Bartomeu de la secretaría técnica, por lo que resulta evidente que el presidente asume poderes máximos en la parcela deportiva. Ha apostado por un modelo algo más intervencionista a riesgo de que la afición apunte directamente hacia su figura si las cosas salen mal. Faltan dos años para que acabe su mandato y no quiere que termine antes de tiempo. Tiene en Javier Bordas, Silvio Elías y Xavier Vilajoana sus principales apoyos.
Los fichajes, "suyos"
Hace tiempo que el dirigente ha asumido el control total en lo que a fichajes se refiere. De hecho, en enero fue él quien convenció a Frenkie de Jong de que la mejor opción para su futuro era el FC Barcelona en un viaje exprés a Amsterdam, y unos días después se volvió a desplazar a la capital neerlandesa junto a Òscar Grau y Pep Segura para cerrar el fichaje del centrocampista.
Pep Segura, Bartomeu, Óscar Grau (Barça) y De Jong en la firma del acuerdo / TWITTER
La historia se volvió a repetir meses después con Antoine Griezmann. Tras el desplante del pasado verano, gran parte del barcelonismo cuestionaba su posible incorporación. Fue una apuesta suya desde el primer día. Y después de conocer que el delantero francés estaba dispuesto a dejar el Atlético de Madrid, Bartomeu fue a por él. Aunque se demoró, finalmente logró su fichaje.
Algo peor le salió la jugada con Matthijs de Ligt. El FC Barcelona estuvo detrás del central durante meses, y Bartomeu afirmó hasta en dos ocasiones que sabía dónde jugaría el zaguero la próxima temporada. Una frase (dos, en realidad) arriesgada que se le acabó girando en contra cuando la Juventus anunció la incorporación del neerlandés.
Un último escudo
Este elevado protagonismo le puede situar en el punto de mira cuando la situación se tuerza. Por suerte, el presidente del FC Barcelona aún cuenta con un último escudo, mucho más cuestionado que él debido a los desastres de Roma y Anfield: Ernesto Valverde.
Una parte del barcelonismo pidió (y lo sigue haciendo) la salida del Txingurri tras el pésimo tramo final de temporada que cuajó el conjunto azulgrana. La plantilla y un gran sector de la junta directiva apostaban por la continuidad del técnico extremeño y, pese a la presión de la masa social del club, Bartomeu apostó por la continuidad del entrenador.
Una foto de Ernesto Valverde con Josep Maria Bartomeu durante un entrenamiento del Barça / FCB
Ernesto Valverde es la última protección del presidente ante la afición. Ante cualquier situación de crisis deportiva, todas las miradas apuntarán hacia el Txingurri. Si éste cae, Bartomeu sabe que será el siguiente en ser avasallado a críticas por el barcelonismo. Más tras haber tomado las riendas del club y haber apostado por un modelo tan intervencionista.