Josep Maria Bartomeu tiene duro y largo trabajo estos dos meses de mercado que quedan para confeccionar el nuevo proyecto deportivo el club, especialmente el del primer equipo de fútbol y también el de baloncesto, una de sus obsesiones particulares. Tras anunciar este miércoles la incorporación de Cory Higgins para el conjunto que dirigirá Pesic hasta 2021 --coincidiendo con el fin de su mandato-- la prioridad mediática y deportiva es el primer equipo.
Las bases están asentadas. Leo Messi será el líder de este Barça una temporada más y a partir de su figura se conformará una plantilla que está casi obligada a ganar la Champions esta temporada tras dos años nefastos en Europa con dos varapalos impensables a cada cual peor.
Sin la hegemonía que se esperaba tener estas dos pasadas campañas en Champions, llega el momento de dar un golpe sobre la mesa. Reforzar todas las demarcaciones que necesitan refuerzos obligatorios con fichajes de garantías, como un buen lateral izquierdo o un delantero centro, y a su vez incorporar a jugadores con proyección de futuro que mejoren el juego y devuelvan la filosofía de juego al primer equipo a su máxima expresión.
El primer contratiempo
Con estas obligaciones sobre la mesa, Bartomeu recibió este miércoles un varapalo inesperado en la junta directiva. Jordi Mestre presentó su dimisión de forma "irrevocable" por "diferencias personales y deportivas" con otros miembros de la directiva en torno al nuevo proyecto deportivo que quiere y apoya la mayoría de los pesos pesados de la junta directiva.
Imagen de archivo de Jordi Mestre, Eric Abidal y Pep Segura / EFE
El hasta ahora vicepresidente del área deportiva del Barça, y mano derecha de Bartomeu, abandona el barco azulgrana en un momento crucial para el devenir de la entidad. En plena remodelación deportiva, con los fichajes de Griezmann y Neymar sobre la mesa, con la figura de Pep Segura muy cuestionada y con la presentación de De Jong prevista para este viernes. Acto al que debía asistir. Un bombazo que abre otro debate en la junta sobre su posible sucesor y que deja a Bartomeu sin uno de sus hombres de máxima confianza desde que accedió al cargo en 2015.
Prioritarias: las salidas
Con Mestre fuera de combate y con las cuentas cuadradas el 30 de junio tras las salidas de Jasper Cillessen, André Gomes, Marc Cardona, Marc Cucurella, Denis Suárez y el cobro del traspaso de Paco Alcácer al Borussia Dortmund, es momento de negociar quien llega y también quien se va. De negociar bien y de elegir. Una papeleta que se reparte en distintos departamentos del club, pero que recae en decisiones que toma el presidente y la junta directiva. Ahora muy trastocada tras la baja inesperada de Mestre. Una ausencia muy sensible, pero que no puede torcer las negociaciones, especialmente en las compras donde deberán dar el visto bueno a operaciones que marcarán el futuro deportivo de la entidad y también el económico.
De momento, solo el holandés y el intercambio Cillessen por Neto, han sido noticia en Can Barça. Ahora hay que determinar las nuevas caras, las posibilidades que ofrecen los nuevos fichajes y su recorrido en el club según su inversión. El primer fichaje del año, Frenkie De Jong, apunta a que la directiva y la dirección técnica quieren recuperar la filosofía que reinó en Europa años atrás. También o hace el casi cerrado fichaje de Griezmann, otra gran estrella del panorama mundial para reforzar una delantera que depende demasiado de Messi y que para colmo tiene que doblar sus funciones en la medular como creador de todo el juego azulgrana.
El primero en llegar será el francés, pero Bartomeu deberá elegir. El barcelonismo le exigía la contratación de Matthijs De Ligt y tras conseguir a De Jong, el central parece que será el primer varapalo --en materia de fichajes-- de la junta este verano. No es imposible, pero cada día está más cerca de la Juventus. Un contratiempo en la planificación deportiva importante dada la edad de Gerard Piqué y la categoría del central ajacied.
La otra gran operación es el retorno de Neymar Jr. Apostar realmente por el regreso del brasileño --poniendo en jaque la continuidad de esta junta en las próximas elecciones si la apuesta no sale bien-- o mantener el discurso que apoya a Ousmané Dembelé como el jugador que marcará diferencias en el futuro del Barça. Un discurso que pregonaba Mestre, quien siempre cerró la puerta a Neymar, y que ahora no cuenta con alguien que defienda esa postura de forma pública. Neymar gana con la salida de Mestre.
Las otras obligaciones
Todo apunta a que la contratación de un delantero centro perderá fuerza si se consuma la presencia de Messi, Suárez, Neymar y Griezmann en el mismo vestuario. Su presencia no puede evitar otros fichajes claves, como la llegada de un central --si finalmente sale Umtiti-- y la de un lateral izquierdo. Está claro que quedarán ensombrecidas por los cuatro mosqueteros, pero son obligaciones.
Griezmann y Neymar, dos fichajes 'bomba' para el Barça que llegarían con polémica / CULEMANÍA
La contratación de francés y brasileó, además de poner en jaque la masa salarial del primer equipo y estar obligados a desprenderse de jugadores con fichas elevadas, genera otros problemas paralelos. La campaña para su lavado de imagen será otro rompecabezas en la directiva. Meses atrás la vía Neymar se daba como imposible y la de Griezmann era una incógnita.
Ahora, ya entrados en julio, los dos jugadores son una posibilidad real para el club. Al brasileño le persiguen continuos problemas con la justicia, española y brasileña, un currículum de lesiones y episodios polémicos preocupante y un adiós que todavía se considera una traición. El francés, por su parte, llega con mayor crédito, pero tampoco se olvida su plantón a finales del verano pasado.
Uno o los dos supondrán una bomba mediática que habrá que manejar de la mejor forma para quitar presión a ambos jugadores y a una junta que se juega el porvenir del club en dos meses. Hacer olvidar el discurso de Coutinho y Dembelé como jugadores de futuro para traer a dos desertores no se antoja como una tarea fácil. Las negociaciones marcarán a partir de ahora el discurso del presidente. Los deberes de Bartomeu se acumulan y pierde apoyos. Vienen curvas.