Día importante en el Reus. Tras oficializarse la compra de club por parte del grupo US Real State Investiment el pasado lunes en una operación relámpago que dejó fuera de la institución a Joan Oliver, la entidad catalana todavía se tambalea en lo deportivo y en lo económico.
Este jueves por la mañana tres de los jugadores del primer equipo –Miguel Linares, Mario Ortiz y Borja Herrera– han pedido al club su salida a través de la rescisión de sus contratos después que no se hayan regularizado los pagos atrasados tras poner como fecha límite este miércoles. Pese a la promesa de los nuevos accionistas del club, que les aseguraron que cobrarían lo antes posible, los tres jugadores ya han recogido sus pertenencias de las instalaciones y no se han ejercitado con el grupo esta mañana.
Tres bajas sensibles que han dejado al equipo con nueve jugadores, a los que se han sumado otros tres este jueves por la tarde y que podrían reducir la plantilla a números irrisorios en las próximas horas dado que la sesión prevista ha quedado pospuesta y los disponibles se han quedado en el gimnasio. Al parecer seis rojinegros habrían comunicado por burofax su deseo de abandonar la entidad.
Sanciones adminisitrativas
Mientras en lo deportivo los abogados ya asesoran a los jugadores para poder recalar en otros clubes que han mostrado interés por ellos, como es el caso de Linares y el Zaragoza u Ortiz con el Albacete, el juez instructor del expediente que abrió La Liga estudia si expulsar al conjunto catalán de las competiciones profesionales durante cinco años.
Una foto de Miguel Linares, ya exjugador del Reus, celebrando un gol
Una sanción que acabaría con todas las esperanzas del club y que además incluye una multa de 250.000 euros. El club recibió la notificación el lunes y tiene hasta el sábado para presentar alegaciones antes de que el juez de disciplina tome una decisión definitiva.
Los inversores, a contrarreloj
Con Joan Oliver fuera del club tras vender sus acciones al grupo norteamericano, los nuevos propietarios trabajan a contrarreloj para convencer a los futbolistas que todavía no han presentado su baja que se queden. Este miércoles se les citó en un hotel de la ciudad para explicarles la situación y las medidas que se tomarán, pero muchos de ellos no acudieron.
Así pues y con un escenario rocambolesco, Clifton Vincent Onolfo viajó a la ciudad para dar la cara ante sus jugadores, tiene 24 horas para realizar los trámites necesarios ante LaLiga y el Consejo Superior de Deportes y cambiar el destino del Reus. Este jueves se formalizará la compra del club ante notario y en suelo español, para que tenga validez, y será a partir de entonces cuando presenten las alegaciones pertinentes. Si el juez único decide sancionar al club, será entonces cuando deberán recurrir al TAD para ganar algo de tiempo.
La deuda, por los aires
Unas alegaciones que se presentarán a última hora y que no garantizan la continuidad del club en la competición. Lo que más preocupa es la posible sanción de cinco años que propuso el juez instructor y que, obviamente, mermaría el interés de la multinacional inversora. Asimismo, la papeleta que ha dejado Joan Oliver parece empeorar por minutos.
Una foto de archivo de los jugadores del Reus
Si en un principio se habló de cinco millones de euros en deudas, ahora la cifra podría ascender a los ocho. Tal y como informa Palco23, el club concluyó 2017-18 con unas pérdidas de 983.000 euros, por lo que acumula unas pérdidas de 5,6 millones de euros al cierre del último ejercicio. En esas cuentas, se refleja que toda la deuda del equipo de fútbol es a corto plazo, con 3,1 millones de euros comprometidos con la banca. Además, hay otros 863.000 en compromisos financieros con terceros, 500.000 euros con Hacienda y 323.000 euros con los propios futbolistas.