Joan Laporta y miembros de la junta directiva del Barça, en la ofrenda floral por la Diada Nacional de Catalunya

Joan Laporta y miembros de la junta directiva del Barça, en la ofrenda floral por la Diada Nacional de Catalunya FCB

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El arte de ilusionar y el poder de la palabra: Laporta conquista al barcelonismo a pesar de sus promesas incumplidas

El retorno fallido al Camp Nou y los problemas anuales con el Fair Play y las inscripciones no socavan la fe del aficionado culé en el presidente del Barça

El tremendo vídeo que destapa la hipocresía de Laporta con Leo Messi: utilizó su nombre con fines electorales pero no cumplió su palabra

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El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, destila un carisma diferencial respecto al resto de aspirantes a dirigir el club azulgrana en los comicios. El abogado catalán emana un optimismo en cada intervención capaz de iluminar al culé más apagado. En la etapa más aciaga de la historia moderna del Barça, el máximo dirigente del sextete de 2009 quiso retomar el idilio con la entidad azulgrana apelando a los éxitos pasado y a una gran promesa: la renovación de Leo Messi.

El futuro dirigente barcelonista no llegó a afirmar taxativamente que la pulga extendería su contrato, pero sí se consideró capaz de persuadir a la leyenda argentina. Precisamente, ese optimismo que refuerza su oratoria y transmite ilusión sitúa a Jan en la pole de las próximas elecciones presidenciales de 2026, en el caso de que decida volver a presentarse. No obstante, el positivismo y las proclamas esperanzadoras con vistas futuras que inundan los discursos de Laporta han llevado al mandatario azulgrana a pillarse los dedos con sus promesas incumplidas en más de una ocasión. La marcha de Leo tras el golpe de realidad económica y el nuevo Camp Nou, los mejores ejemplos. 

El eterno retorno

Después de haber anunciado a bombo y platillo con un spot el regreso idílico al templo culé para el Trofeo Joan Gamper, el 10 de agosto, las exigencias del Ayuntamiento de Barcelona en materia de seguridad obligaron a la institución barcelonista a cancelar la operación retorno. Las obras del recinto acumulan 10 meses de retraso respecto a la fecha marcada en rojo, en noviembre de 2024, para el 125 aniversario.

Dos meses antes de la celebración, Jan estimaba la reapertura para final de año: "A pesar de los obstáculos, yo creo que para finales de año podremos volver. Nos mantiene muy ilusionados". Un año ha llovido desde su vaticinio, y todavía nadie se atreve asegurar en la plana mayor del club cuándo volverá a abrir sus puertas el Camp Nou. De hecho, para el partido de este domingo 14 de septiembre contra el Valencia ni siquiera había recinto fijado hasta cinco días antes del encuentro.

La identidad colectiva

Laporta ha roto el silencio ante los medios del club en plena Diada Nacional de Catalunya, lejos de las preguntas incómodas de los periodistas, y ha brindado una nueva exhibición de optimismo, emotividad, ilusión y apelativos a la identidad colectiva del socio y el aficionado con verbos en plural. De este modo, los culés se sienten partícipes y protagonistas, a pesar de sufrir meses de decepciones con un regreso que nunca llega.

"Ya estamos a punto, el estadio está acabado y preparado para jugar. Hace falta que continuemos con el proceso desde el punto de vista formal y administrativo, pero estamos muy ilusionados. Los animo para que sigan con esta comprensión, porque entre todos lo habremos conseguido", ha iniciado su intervención el president, junto a los agradecimientos a la afición.

Laporta hace sentir

"Pronto volveremos a casa", ha asegurado Laporta, que no puede "precisar el momento", porque depende "de los permisos de las instituciones responsables". La guinda del mensaje, una nueva dosis de ilusión inyectada por el ilusionista por excelencia de Can Barça: "Tengo ganas de que los culés vean cómo está el estadio. El otro día fuimos una representación de la junta y os tengo que decir que nos emocionamos, porque es una maravilla que disfrutaremos los culés".

Cumpla o incumpla sus promesas, Laporta hace sentir. Como en los discursos populistas de la clase política, sitúa a los aficionados en el centro del relato. Cada vez que los problemas financieros, institucionales o judiciales arrecian, el presidente ha creado enemigos que desvían la atención de los posibles errores cometidos por los gestores del club. Según el contexto, se ha enemistado contra la Liga, el denominado entorno del Barça, o el Real Madrid y el "madridismo sociológico", expresión acuñada en la asamblea de socios compromisarios de 2023.

El 'caso Olmo'

2025 comenzó con tantas curvas como la baja de las licencias de Dani Olmo y Pau Víctor, porque el Barça no habría enviado a tiempo la documentación sobre la venta de los asientos Vip, según el criterio de la Liga. La junta directiva conocía el bloqueo de Fair Play fruto del deterioro contable de 141 millones en Bridgeburg Invest desde septiembre y dispuso de tres meses para aunar los ingresos necesarios que permitiesen inscribir definitivamente los nuevos fichajes. Sin embargo, los deberes se completaron a última hora, con varios viajes exprés a Oriente Medio la última semana de diciembre.

Tras recibir una cautelarísima del Consejo Superior de Deportes (CSD) que prevaleció por encima del criterio de la Liga, lejos de reconocer posibles fallos de gestión, Laporta sacó pecho y repartió dardos para todos los críticos: "Se ha gestionado todo bien. Debe hacerse de esta manera. Trabajando bien, con talento, conocimientos, astucia y queriendo al Barça".

Los enemigos del Barça de Laporta

El abogado barcelonés atizó al sector de la masa social del club conocida como oposición, que se postula como alternativa en las próximas elecciones, especialmente indignada por aquellas fechas: "Han perdido la oportunidad de oro para demostrar que están con el Barça. Se han posicionado al lado de los que podían perjudicar al Barça. Yo creo que están cegados, ven que el club se está arraigando y que vamos por el buen camino". El presidente no recibió las críticas de buen grado y entonó el clásico "o conmigo o contra mí". Aquellas voces detractoras fueron concebidas como enemigos de la entidad.

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La misma Liga que ha concedido tres partidos consecutivos fuera de casa o la celebración del Barça-Valencia en un campo por debajo del aforo mínimo de 8.000 espectadores entra en la nómina de enemigos cuando contraviene los intereses de la institución barcelonista. Es el caso del litigio por la inscripción de Dani Olmo, cuando la patronal emitió un escrito el 2 de abril, el mismo día de una vuelta de semifinales de la Copa del Rey contra el Atlético de Madrid, conforme dejaba sin validez la operación de los palcos Vip: "La Liga quiere perjudicar al Barça, que salga esto hoy no es casualidad".

Laporta, en su rueda de prensa por el 'caso Negreira'

Laporta, en su rueda de prensa por el 'caso Negreira' FCB

En 2023, cuando estalló el caso Negreira y Laporta salió a dar explicaciones en rueda de prensa, ya dibujaba la misma batalla épica entre la junta directiva del club y aquellas personas que perjudican la "honorabilidad, la reputación y la imagen del FC Barcelona": "No me ha gustado la posición del Real Madrid porque me parece un acto de cinismo sin precedentes y ha sido un club muy favorecido por las decisiones arbitrales. (...) Estamos para luchar por el Barça hasta la última gota de nuestra sangre mis compañeros de Junta y yo". 

"Más de 1.000 millones"

Como estos, tantos ejemplos guarnecidos de lágrimas y emotividad que contagia al aficionado culé. Una oratoria que atrae a las masas y eclipsa cualquier promesa incumplida. En lugar de detenerse a analizar los errores presentes con espíritu autocrítico, Laporta vende ilusión con un futuro próspero e ilusionante con el Camp Nou, la cura de los males financieros de la entidad con una lluvia de ingresos prometidos de 347 millones: "Será el mejor estadio del mundo".

Después de cerrar el ejercicio económico 2024-25 con "950 millones" de facturación --pendientes de confirmar--, el president ya vaticinaba un "presupuesto de más de 1.000 millones" para el curso 2025-26 con el teórico regreso a Les Corts. Una reapertura ya prometida para la pasada campaña y que, finalmente, no llegó. La fe del barcelonismo en Laporta va más allá de los hechos y no se sostiene en la realidad, sino en las promesas futuras.