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Resueltos los últimos flecos del mercado estival, hacia las tinieblas del olvido se aleja ya también, por fortuna, un tostón de selecciones que ha dejado mustio a casi todo el fútbol español otro septiembre más. Al menos, los culés pudieron disfrutar, por ejemplo, de una victoria del Barça Atlètic en su debut con Belletti al timón, de la exhibición del femenino en San Mamés o de un emocionante Inter-Barça de fútbol sala en el cual, cómo no, se fue al limbo un penalti de Jesús Herrero a Sergio González. Mientras clubes y jugadores de élite no se planteen seriamente independizarse de la UEFA, la FIFA y demás contubernios, es una suerte que las secciones y los filiales sirvan como refugio al barcelonismo de bien. 

A expensas de evaluar el estado de sus futbolistas a la vuelta del parón, Hansi Flick se ha encontrado antes de lo deseable con un panorama bastante alejado del mejor escenario para el arranque liguero. Aunque el Atlético se ha hundido definitivamente en la mediocridad tras el sobreesfuerzo del Mundial de Clubes, el Madrid ha logrado sumar el pleno de puntos. Con mucha penuria y un juego inicuo, pero ha salvado la primera gran prueba de la temporada y, de hecho, afronta un calendario bastante amable hasta el siguiente hiato de los equipos nacionales. Recuerde que al derbi madrileño, astuto lector, nunca conviene tenerle fe alguna. El Barça, en cambio, se dejó puntos en campo del Rayo y ya no podrá marcar el ritmo de un campeón inasequible.

Eso debe generarle al técnico alemán al menos una duda sustancial: ¿conviene mantener apretados los dientes del sprint? ¿O es mejor buscar el ritmo controlado y estratégico de una carrera de fondo? Las múltiples variantes desplegadas por el Barça en los tres primeros partidos ligueros, más allá de las exigencias puntuales por lesiones e inscripciones, invitan a pensar que el objetivo de Flick y su staff era maximizar sus virtudes pensando en los defectos de los primeros rivales de la temporada, al objeto de sumar cuantos más puntos posibles con planes de partido más personalizados. Y no tanto dar recorrido competitivo al equipo en busca de componer su once màs dominante.

Dado que esa aproximación ya no servirá para destacarse en la tabla, ¿no es lógico pensar que veremos un Barça más cartesiano, con la misma pareja de centrales y laterales siempre que estén disponibles, y Lewandowski de nuevo iniciando los partidos? Es posible que no, puesto que la alternativa más obvia para desubicar a los rivales esta temporada es enfrentarlos a un equipo líquido, de alternativas indescifrables. Pero también es cierto que, visto ya cómo la mayoría pasan de complicarse la vida y se dedican a lanzar diagonales largas a la espalda de los laterales como casi único antídoto a la trampa del fuera de juego azulgrana, es difícil saber si procede tanta complejidad. Mientras los contrarios se empeñen en resolverlos como sopas de letras, ¿qué sentido tiene retarlos con sudokus? Y lo que es más importante: ¿saben ya los jugadores del Barça, muchos de ellos muy jóvenes, tantas matemáticas como para proponer algunos de nivel verdaderamente difícil?

P. D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana

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