Tanto da que se recuerden el gol fantasma no concedido ante el Betis, el cual tiene su miga porque no es una decisión arbitral sujeta a la interpretación sino a la exigible agudeza visual de colegiado y juez de línea, u otra de las múltiples jugadas polémicas que la Liga 2016-17 (como muchas otras) dejó en su camino hasta la entrega del título al Real Madrid. Será un ejercicio de futilidad. El daño que inflige al Barça como institución la investigación de la Agencia Tributaria adelantada por la Ser acerca de pagos por un total de 1,4 millones de euros al entonces vicepresidente del Comite de Árbitros, a cambio, según los implicados, de un asesoramiento del cual no existe constancia ni justificante documental, es apabullante y bochornoso.
La cantidad de los emolumentos anuales, el hecho de haber depositado los pagos en una sociedad pantalla y el sainete de Laporta al tratar de difuminar el objeto de los servicios contratados, por no hablar de su acusación populista de manual, un supuesto afán de perjudicar al Barça cuando vive un momento dulce en lo deportivo, son miel sobre hojuelas para la soldadesca tertuliana del otro lado de la trinchera. El Fútbol Club Barcelona pagará el pato, claro. Prepárese, porque no será bonito. Toda su historia en el presente siglo -porque cómo iba Bartomeu a comerse el marrón él solo, por supuesto ya se ha encargado de extenderlo en el pasado hasta 2003- será convenientemente triturada por la maquinaria mediática afín al Madrid en nombre de un presunto candor que la mayoría de ellos no ha conocido nunca.
Habrá escarnio. Se pedirán sanciones, descensos administrativos, retirada de títulos, se resucitará al fantasmón de Mou, y su oportunista conspiranoia adquirirá la inesperada pátina de faro moral de occidente. Un pandemónium, vamos. Y es natural que ocurra, ¿o no habría sucedido de igual forma en caso de pillar a Florentino haciendo de paganini? Las explicaciones del president Laporta o las del propio Enríquez Negreira, quien afirma que actuó de buena fe y que nunca favoreció al Barça en decisión ni designación arbitral alguna, pueden darse por válidas e incluso verídicas. Pero no son ni de lejos lo convincentes que merecen el club y su historia.
De todo el oprobio que vendrá hay responsables, pero no son los medios, ni siquiera sus voceros más zafios ni sus filtradores malintencionados, que sin duda puede haberlos, sino los botarates que consideraron una buena idea efectuar unos pagos incendiarios y acaban de arrimar el ascua a casi 20 años de éxitos deportivos azulgranas, incluidos los más brillantes de su longeva historia. Son estos mendrugos de la peor clase, la de aquellos que se presumen a sí mismos ínfulas de astutos, quienes por acción u omisión han vuelto a hundir al Barça hasta el ombligo en este pantano infinito en el cual, por supuesto, es imposible disfrutar del fútbol, del liderato liguero, del partidazo de hoy contra el United ni de nada. Hagannos a todos los culés un favor: en lugar de a un árbitro consultor, cómprense un bosque y piérdanse.
P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana