Pese a que muchos seguidores del mercato azulgrana veían las potenciales incorporaciones de Dembélé y Raphinha tan fieramente incompatibles como solo podrían serlo en el marasmo tuitero, la realidad es que ambos futbolistas tendrán un dorsal del Barça en las próximas horas. Uno, tras aceptar la vergonzante rebaja de un contrato de estrella inmerecido: durante sus primeros cinco años como futbolista blaugrana a Ousmane solo se lo reconoció como meteoro sin control o directamente como estrellado. El otro, a cambio de astillar al Leeds United un precio bastante impresionante para los tiempos que corren por su crack. Sí, el que lo salvó de bajar a Segunda la pasada temporada. Pero ambas muescas en la pistola de Alemany tienen algo en común: la aquiescencia de Xavi Hernández.
A ver, está claro que Dembelé se habría tenido que ir a robar a Sierra Morena o alrededores si no fuera porque el actual entrenador culé se niega a creer lo que ven sus ojos. Esto es, que un relámpago completamente ambidiestro, con el primer paso de Usain Bolt, un esprint que haría sonrojar a un guepardo, una conducción del esférico tan suave como la del joyero Fabergé y la potencia de disparo de un tanque Abrams, o quizá dos, en realidad no es más que un metepatas capaz de sumar hitos estadísticos solo a base de mezclar insistencia con azar y más conocido por introducir a su equipo en atolladeros que por sacarlo de ellos. Yo entiendo esa incredulidad militante de Xavi, aunque hace tiempo que ya no la comparta. Y espero que su salto de fe con este francesito inánime aterrice en un mullido colchón a rebosar de títulos. Pero da dentera.
En el caso de Raphinha, obviamente llama la atención la figura de un sonriente Deco tanto en sus selfies veraniegos como en su incorporación. El antiguo 20 del Barça sigue teniendo gran facilidad para marcar goles de rebote, y también para colarse de matute entre líneas defensivas que a primera vista le son ajenas. Las palancas están bien, pero los agentes siguen al volante en esto del fútbol. En especial, si son agentes dobles que trabajan para el club y para sus establos particulares. En cualquier caso, y parece que contando con la discreta bendición del confesor de Xavi, Fernando Navarro, el Barça parece haber identificado a un jugador que sobre el papel lo tiene casi todo: desborde, velocidad, olfato, mercado, juventud, swag, hype e incluso un baño de realidad táctico administrado en vena por uno de los locos de cabecera del fútbol utópico: Marcelo Bielsa.
Lo que parece claro es que el de Terrassa, saludando ambas incorporaciones y contando ya en el plantel con Ferran y, de momento, Abde, parece determinado a llevar el fútbol del Barça al extremo. No extraña, porque de la amplitud de campo que dan los delanteros especialistas en el juego de banda ha partido siempre el mejor fútbol posicional azulgrana. Por ahí se cuela el cuarto hombre, y desde ahí se oxigena el espacio que necesita ese cuadro con cuatro esquinas el cual Xavi ya bocetó en algunos momentos de su primer medio curso. Si a eso le añadimos que es impensable que un nieto de sangre del cruyffismo se perdone jugar de vez en cuando con tres defensas (por qué fichar si no a Koundé, Azpilicueta y Alonso, capaces de formar en línea de 3 y de 4 indistintamente), incluso cabe un 9 como Lewandowski o Auba en la ecuación ofensiva. Como cupieron Eto'o, Luis Suárez o Villa.
Si lo que tiene Xavi en la cabeza se parece en algo al perfecto bodegón que pintó y repintó Guardiola, seguramente Gavi empiece jugando arriba y acabe abajo, como hacía Iniesta; Ansu haga justo lo contrario, como hacía Messi, y entre Busquets, Kessié y, sí, Sergi Roberto, amigos, se turnen para dirigir el tempo del equipo junto a Pedri. De las bandas, se ocuparán los it boys. Los Alves, Henry y Pedrito de esta era. Que para eso se van a llevar un buen pellizco de la hipoteca culé por los derechos de televisión al bolsillo. Parafraseando a George Best: "Pagué un montón de dinero a un extremo francés chalado, otro montón más por un falso 11 brasileño que venía bien recomendado y lo que te rondaré morena por un delantero polaco que de joven le metió cuatro al Madrid. El resto lo malgasté". Sea como sea, larga vida al vértigo y todos al loro.
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