Tiene pinta de ser una anécdota apócrifa que el mismo protagonista se inventó, pero siempre se ha contado de Camilo José Cela que una vez le recriminaron haberse dormido durante una sesión en el Senado y él respondió que no, que si acaso estaba durmiendo, y eran estas dos cosas muy diferentes. Porque, del mismo modo, nunca equivale estar jodido a estar jodiendo. Al caso futbolístico que nos ocupa, concretamente el del Fútbol Club Barcelona, tampoco parece la renovación lo mismo que el renovarse.
Lo primero, la renovación, es un mandato de los ciclos contractuales futboleros. Se confunde a veces el concepto con el de la ampliación de contrato, practicada con asiduidad por casi cualquier estrellita de tres al cuarto durante tiempos inflacionistas como los que caracterizaron al fútbol pre-pandemia. También es moneda común, con infinito más seny, entre aquellos jóvenes jugadores que maduran tan de golpe como para que ya se intuya lo recio del árbol solamente por el estirón de sus primeros brotes. Lo insólito de Gavi y Araújo, que finalizan su vinculación con el Barça en junio de 2023, es que ya casi dan hasta sombra. Luego parece lógico ampliarles antes de que el sol de la canícula caiga sobre nuestras cabezas.
Sin embargo, ocurre que tan indiscutibles son sus condiciones y su proyección como el hecho de que su rol en el equipo de Xavi está algo difuminado. En el Bernabéu, el bravo uruguayo se acunó al lateral y no solo fue efectivo en defensa sino también en ataque. Pero nunca sabremos si, de estar sano Dest, habría sido Ronald el encargado de marcar a Vinicius o solo se habría quitado de enmedio para dejar que esa elaboración hacia el 'cuarto hombre' partiera de las menos bacheadas botas de Piqué y Eric García. Recuerde usted, astuto lector, que para jugarse las habichuelas en Estambul lo dejó Xavi en la banqueta. Lo mismo con Páez Gavira, por habilidad y bravura para mí un yang ideal de Pedri en el interior que no ocupe el canario, pero limpiado del once inicial tanto en la cita decisiva ante el Galata como en el éxtasis de La Castellana.
De si esas señales significan más o menos podemos debatir lo que usted quiera, pero además las renovaciones de ambos dependen de un puñado de variables más allá de su protagonismo actual en el elenco azulgrana: de los centrales y laterales diestros que el Barça tenga en agenda para el próximo mercato, de si Piqué se jubila o no, de qué hueco se le reserva en plantilla a Pablo Torre, de cuánto dure el idilio Xavi-De Jong, de si hay posibilidades reales de que llegue Haaland... y, en último término, por supuesto, de si renovará Dembélé. Mientras el muchacho siga convencido de que el Barça le debe a su representante 40 millones de pavos y a él una subida de sueldo solo por haberse vuelto más o menos fiable últimamente, desde luego está difícil. Pero que Dembélé siga de culé significaría estrecheces para otros, y veremos para quiénes son.
De lo segundo que hablábamos al principio, el renovarse, lo único que sabemos es que resulta más complicado cuando un equipo que parecía a punto de caer a plomo remonta el vuelo de forma tan espectacular como lo viene haciendo el Barça este último mes. Una cosa es mejorar, que desde luego había margen, y otra muy diferente multiplicar los goles como panes y peces, dar un golpe de autoridad en un infierno turco con todo en contra y barrer al Real Madrid en su campo cuando va líder destacado de la Liga y se acaba de marcar en la Champions una remontada de las de silla en alto, Modric flaco y Benzema goleador. ¿Quién le dice ahora a Aubameyang que a partir de septiembre solo jugará la Copa? ¿Y a Xavi que Eric no puede ser titular? ¿Cómo se jubila a Busquets? ¿Qué es eso de que Ferran Torres va a ser suplente de Ansu Fati? Volver a ganar y convencer está muy bien, pero si sucede a media reconstrucción, la cosa se complica. Ahora, como diría Rajoy: "It's very difficult todo esto". Vaya que sí.
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