Según lo poco que recuerdo de mis montaraces tiempos por esos bares de dios, en el argot del mundo gay españolito del cambio de siglo, "entender" era sinónimo de pertenecer a lo que el humorista Joaquín Reyes caracterizado como el dictador iraní Ahmadineyad llamaba "el club del pepino". Así, en las largas noches del Piscis o el Angel Bar, cuando un amigo le preguntaba a otro sobre un tercero "oye, ¿pero este entiende?" obviamente no se refería a su comprensión lectora o sus dotes idiomáticas, sino a si desde su condición masculina tenía más querencia por lo que rima con bidones que por lo que rima con Logroño.
Desde que Xavi Hernández destapó en la rueda de prensa previa al partido del Elche su sorpresa por haberse encontrado en el Barça con jugadores a los que "les cuesta entender el juego posicional", me resulta chocante imaginarme al técnico egarense haciendo un aparte discreto con Busquets, Piqué, o el mismo Dani Alves para preguntarles eso mismo: "¿Este entiende o no?". Pero hablando de fútbol, claro, no de suspensorios. En las inmediaciones del encuentro contra el Sevilla, el técnico azulgrana volvió sobre el tema, generando cierta división de opiniones.
Alguno se ha apresurado a señalar que Xavi solo busca con ello una coartada, porque los resultados que de momento ha conseguido sacar de su nuevo equipo son raquíticos. Pero la decisión de trufar de canteranos y noveles su once tipo, incluso estando muy condicionada por las bajas, podría ser una indicación de que sus dudas no ya sobre la actitud sino sobre la aptitud de algunos jugadores muy bien pagados son genuinas. No es fácil sentar a Coutinho para meter a Abde, ni ignorar a Luuk y al mismo Cou tras la lesión de Depay y alinear a Jutglà, aun estando seguro de que ni por una cosa ni por otra llegará jamás un silbido de la grada.
Nunca sabremos cuánto tienen sus palabras de sincero y cuánto de calculador al señalar a la herencia recibida, pero suelo respetar a un entrenador que no solo dice "hemos tenido mala suerte" o "es lo que hay" sino que además denuncia que a su equipo le "falta entender el juego". Más que por la consideración que me pueda generar como reproche o excusa o cortina de humo, porque esa afirmación en particular apunta a un afán didáctico. Y creo que, at the end of the day, esa es la primera directriz de un entrenador de cualquier deporte en cualquier edad y categoría, incluso en aquellas donde el negocio asfixia la paciencia de los aprendizajes: formar a sus jugadores para ayudarlos a ser mejores.
Suelo rememorar al espectacular patán de Ibrahimovic cuando se quejaba en su biografía de que los jugadores del Barça con los que compartió vestuario, los cuales rubricaron el Sextete junto a su demoledora pero ni mucho menos imprescidible presencia, se comportaban como "niños de colegio" con Guardiola. Lo siento, pero donde él veía un defecto de carácter, yo siempre vi el complemento ideal a un entrenador con ganas de enseñar: un equipo con ganas de aprender. Espero que el mayor número posible de veteranos y jóvenes en el Barça que viene en 2022 tengan más que ver con la escolanía que con lo pomposo. Y también que sea cierto eso que alguien le ha contado a Xavi de que Ferran Torres "entiende". Por la cuenta que le trae.
P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana